Diario de Valladolid

EDITORIAL

El nivel de pobreza se reduce pero no debe bajar la ayuda

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BUEN DATO. El hecho de que el último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social señale que el nivel de pobreza de Castilla y León se rebaja hasta los años anteriores a la crisis es, sin ningún género de dudas, un buen dato.

Y aunque no puede sevir de consuelo para aquellas familias que aún siguen padeciendo no ya para llegar a final de mes, si no para subsistir y poder cubrir necesidades básicas como la de encender la calefacción, llenar la despensa de carne o pescado, pagar la hipoteca..., lo cierto es que los fríos datos arrojan una conclusión: la pobreza se está contrayendo en Castilla y León, al menos a grandes rasgos, y lo hace de forma más palpable que a nivel nacional.

Tanto es así que la pobreza y exclusión se sitúan en la Comunidad en niveles inferiores a la etapa precrisis. En números absolutos son 100.134 personas menos que en 2008 las que se encontraban el pasado año en las puertas del riesgo de pobreza o exclusión social (tasa Arope). En términos relativos, supone una disminución del 18,2% en los últimos nueve años.

Según el octavo informe anual sobre el riesgo de pobreza y exclusión, realizado por EAPN España, mucho más pronunciado ha sido el descenso si lo que se analiza es el año 2014, cuando las cifras se tiñeron de un triste récord, al llegar a contabilizar a 651.140 castellanos y leoneses al borde de la pobreza y exclusión (el 26,1% del censo global). Desde entonces, el decenso ha sido pronunciado.

Descendió «con gran intensidad» entre 2016 a 2017. La tasa Arope disminuyó en un 21%, lo que significa que 120.689 salieron de esa delicada situación económica y social. En base a estos datos estadísticos, se podría decir que la recuperación económica llega con mayor claridad a los castellanos y leoneses en masculino que a las castellanas y leonesas. Por primera vez en los últimos cinco años, la tasa femenina supera, en 1,3 puntos, a la masculina. Y ese es un dato que hace que no se puedan lanzar las campanas al vuelo.

Como también lo es el hecho de que aquellos que se encuentran entre el grupo de los más desfavorecidos, es decir los de la pobreza severa, no sólo no se reduzca sino que vaya en aumento. Dos datos, y alguno más como el de los hogares con poco empleo o que este brilla por su ausencia, hace que este descenso en el nivel de pobreza no lo sea sin paliativos.

Los números denotan que se están haciendo bien las cosas, pero también vienen a evidenciar que aún es mucho el camino que queda por recorrer. Esta es la razón, y mal harían las administraciones de no entenderlo así, por la que no se puede bajar la guardia y pensar que todo está hecho. Al contrario, el que el nivel de pobreza se rebaja no quiere decir que haya que recortar las ayudas.

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