Diario de Valladolid

Redacción de Valladolid

El gol de las prostitutas

Creado:

Actualizado:

DICE el Gobierno de Sánchez que le han metido un gol por la escuadra al legalizar un sindicato de prostitutas. Se llama Otras, que pretende ser el acrónimo de Organización de Trabajadoras Sexuales. El Ejecutivo socialista ha relevado a la directora general de Trabajo por legalizar un sindicato de una actividad que «es ilegal y vulnera los derechos de las mujeres».

¿Hay que despenalizar la prostitución para que sus trabajadoras puedan sindicarse? ¿Hay que abolirla e ignorar la angustia, falta de derechos, inseguridad, exclusión social y todo tipo de estigmas a los que están sometidas estas mujeres por mafias de distinto signo y lenguaje? ¿Es compatible perseguir la trata y apoyar a las mujeres?

Difícil dilema, ¿verdad? Para todos. No le oculto al lector que también para el que ha decidido plantearse interrogantes en esta tribuna pública. También para un Gobierno que presume de feminista. Hoy me interesa más la voz de las prostitutas que la del Ejecutivo. «Las trabajadoras sexuales merecemos los mismos derechos laborales que el resto de la sociedad española, ni uno más. Pero tampoco consideramos quedarnos con uno menos», advirtió la secretaria general del sindicato, Conxa Borrell.

La fragilidad del colectivo y ese tráfico internacional de personas sumergidas en una aparente clandestinidad es lo más preocupante. Oponerse a su sindicación u organización sin dar alternativas de defensa a su sobreexplotación equivale a mirar para otro lado ante un colectivo laboral de decenas de miles de personas que padece múltiples variantes de precariedad; máxime cuando el Estado se ha demostrado históricamente incapaz de meter en vereda y en la cárcel a todos esos empresarios proxenetas que sobreexplotan a estas mujeres.

Y fácil lo tendría, a juzgar incluso por los lamentables spot publicitarios de su actividad en los medios de comunicación. ¿O quizás no interesa por su aportación al PIB y a los negocios empresariales?

En casi todos los grupos políticos, sociales e incluso feministas hay posiciones enfrentadas e irreconciliables. Lo que es inadmisible es que quien abogue desde posiciones progresistas por la abolición de la prostitución eluda la enorme indefensión a la que están sometidas estas trabajadoras sexuales. Tal vez, empezando por abordar esa falta de derechos se podría conseguir un mínimo de consenso que evitara su estigmatización y diera voz a quienes pretenden organizarse para poner coto a esa ancestral y brutal violencia contra las mujeres. Negar la evidencia no vale.

tracking