Diario de Valladolid

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La mañana del jueves 31/mayo, asistí al espectáculo de nuestros políticos en el Parlamento con una mezcla de sentimientos que se podría calificar como entre resignado/desesperado y divertido. Lo primero se debía a los rumores e indicios que me habían ido llegando sobre el posible éxito de la Moción, lo segundo se debió a la brillante actuación de Rajoy poniendo en evidencia lo ridículo, lo absurdo, lo esperpéntico de la situación y del personaje que la lideraba: no se puede ser más gráfico e ingenioso (dentro de lo que permite el contexto parlamentario) en la descripción de la miserable ambición individual a cualquier precio. Lo que no pudo hacer hace dos años porque se le echaron encima las «autoridades en la sombra» de su partido, lo consiguió en tres días casi sin despeinarse, como quien dice. El señor Rajoy, en el plano de las ideas y la dialéctica, le pegó revolcón tras revolcón, aunque de nada valió, claro, en este mundo de política mezquina y partidista.

Al día siguiente, ni siquiera me conecté a ningún medio de comunicación. Ya me había enterado de lo del PNV. De modo que no tenía interés en el tema. Me dediqué lo que quedaba de día, podríamos decir, a la meditación trascendental. Por ver de digerir mentalmente lo que se nos viene encima. A partir de ahora España estará gobernada por los nacionalistas, separatistas, filoterroristas, populistas y demás «familia». Todos ellos manejarán a su antojo y conveniencia los hilos de este Presidente de nuevo cuño. Porque para mí es indudable, estamos ante un político típico de los de ahora, un ejemplar de esos que pueden tener títulos (incluso acumularlos) pero que no han hecho otra cosa que afiliarse a un partido e ir trepando por los escalones de la carrera política, seguir lo que los romanos llamaban el Cursus Honorum. Solo que, ¡buena diferencia entre aquellos y estos! Los actuales no saben lo que es un trabajo real, los sudores o incertidumbres que ocasiona su búsqueda, las satisfacciones o problemas que da su ejercicio; no saben de la vida real, solo del «escalafón».

Llegados a este punto, me pregunto ¿estos niñatos de la nueva política serán capaces de reencauzar las perversas trayectorias políticas ya iniciadas en España? Los que llevamos toda la vida en el «tajo», sacando al país adelante, ¿podremos confiar en ellos? ¿Estos son los políticos que nos defenderán de los graves peligros que nos están amenazando: el separatista/nacionalista y el populista? Va a ser que no me lo creo. Dicho en afirmativo sermo vulgaris: nos llevan directamente al precipicio. Quizás la Nación, cuando la dejen hablar, pueda hacer algo, pero lo que es estos... «nones».

Porque, para afrontar estos desafíos de los que hablo se necesita un intelecto bien formado en la historia patria, que sepa cuáles han sido nuestros logros y defectos, que haya leído a los historiadores de prestigio; que sepa cómo pensaban gente como Sánchez Albornoz, Américo Castro, R. y Cajal, Ortega, Menéndez Pidal, García Cortázar, Aróstegui, Tuñón de Lara, Julio Valdeón, Almuiña, etc, etc,,… Que conozca nuestras grandes producciones literarias, donde se ha ido modulando nuestra «alma español», empezando en El Mio Cid y La Celestina, pasando por los ilustrados del XVIII (Jovellanos, Cadalso…) y los liberales del XIX (Galdós, Clarin…) hasta llegar al siglo XX-XXI: Unamuno, Baroja, Delibes, Valle-Inclán, M. Molina, R. Montero, Marsé, C.Riera, Villalonga, Rodoreda, Pla…,y cito sobre todo a autores de las periferias, para que se vea claro que somos todos de la misma nación: Hispania, ancha y variada. La misma nación, aunque no lo crean o no lo sepan (no sé qué es peor) algunos. Y añado además, que conozca estos textos de primera mano, ¡no de oídas, por favor!

Cuando los separatistas le digan qué hay de lo mío, ¿qué les contestará? ¿Cómo se come eso que dijo el señor Sánchez el día de la famosa sesión: «somos una nación pero sabemos que en nuestro territorio hay sentimientos nacionales distintos y es preciso dialogar con ellos», (o algo parecido, no recuerdo la literalidad de la frase)? ¡Pero si hasta un niño sabe que todo eso son palabras usadas no para describir sino para encubrir realidades!

A este paso, España se va a quedar hecha «cachiza», como diría Valle-Inclán (o uno de sus personajes). Y será por culpa de este partido, el PSOE, que no sabe estar a la altura de las circunstancias en estos momentos tan críticos. El líder de este partido es ya el único que puede poner pie en pared, en territorios como Vascongadas y Cataluña. El PP ya no pinta nada en un lado; y, en el otro, Ciudadanos todavía no existe.

¿Cómo se sale de esta? A mi modo de ver, con las ideas claras, sin tapujos ni disimulos ni encubrimientos. Después de lo que ha pasado (1 de octubre, «políticos presos»… etc.) ya no vale otra cosa. ¡Y que no me vengan con lo de que hay que dialogar, que es conflicto político, que no se arregla dejándoselo a los jueces. Sí señor presidente bisoño, se arregla con los jueces y con lo que haga falta. Como no se arreglará nunca es cediendo/concediendo y no llamando a las cosas por su nombre. Se arregla haciendo política con mayúsculas, aunque sea riesgosa. Más arriesgada es la vida, como dijo Blas de Otero, otro de la periferia española (porque vivir se ha puesto al rojo vivo…).

Y termino y repito: si él no sabe o no se atreve, que se ponga en manos de la Nación. Y la invoco aquí en el sentido profundo y político, el que he oído hace poco en TV en boca de un catedrático de Derecho Constitucional: «los ciudadanos conscientes del aquí y el ahora y depositarios de las Generaciones anteriores que son las que han ido construyendo este país, eso es una Nación». Releyendo a mis favoritos encontré esta frase de don Claudio Sánchez Albornoz (Dípticos de la Historia de España, 1982) que viene pintiparada para este final: «se falsea la historia cuando se quiere enlazar con esas divisiones tribales prerromanas … o los extremos regionalismos de hoy. Se pone la ciencia al servicio de la política … etc.». Si el PSOE no quiere entender esto, perderá el lugar que debería tener en el equilibro de fuerzas de nuestra democracia. Es decir, la Nación, consciente e informada, le dejará a un lado.

Javier Diosdado Moras es Catedrático de Literatura jubilado.

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