Diario de Valladolid

ESPEJOS PARA LA BASE / JORGE MERINO

Maillot de maestro

El seleccionador autonómico de ciclismo es un ejemplo de constancia sobre el sillín, donde ha pasado tres décadas coleccionando éxitos en pista y en carretera, fuera y dentro del sillín

Jorge Merino posa rodeado de las bicicletas guardadas en el Velódromo Narciso Carrión.-J. M. LOSTAU

Jorge Merino posa rodeado de las bicicletas guardadas en el Velódromo Narciso Carrión.-J. M. LOSTAU

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Guillermo Sanz

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Un castillo se construye piedra a piedra, un camino se hace paso a paso, un libro se escribe palabra a palabra y una vida se vive pedalada a pedalada... al menos así ha sido para Jorge Merino, para el que la bicicleta interpretó un soliloquio desde que se levantó el telón y se presentó por primera vez hace más de tres décadas.

La culpa del dueto Merino-Ciclismo la tuvo indirectamente su hermano Roberto. El Campo Grande albergaba la llegada de una Vuelta a España y el hermano de Jorge le pidió prestada la bici BMX que le habían regalado. Roberto se fue pedaleando hasta la Acera de Recoletos y volvió andando después de que le robaran la bicicleta. A consecuencia le compró a Jorge Merino una bicicleta de carretera, con la que el ciclista descubrió la velocidad.

El ciclismo como deporte enganchó a Jorge Merino cuando entró en el Velo Club Delicias. Medina del Campo fue la línea de salida de una carrera con buenas notas en su cartilla: «Debuté allí. Creo que quedé el 18 o el 20, pero como había trofeos para todos llegué a casa contento», recuerda. Tras pasar por el CC La Guía de Tordesillas y por la Taberna del Hidalgo, la ruta del ciclista llegó hasta las puertas de un templo como Banesto. En una temporada con nueve triunfos, 18 segundos puestos y siete terceros, ganar la Vuelta a Valladolid fue la llave que terminó de abrir su puerta. «Si tuviera que quedarme con una victoria sería con esa. Era una de las más importantes por aquella época. Corrían los mejores de España y muchos del extranjero», asegura.

Jorge Merino compartió maillot con iconos como Carlos Sastre, Eladio Jiménez o Unai Osa. «Deportivamente fue una etapa muy satisfactoria. Estaba muy limitado en montaña y me tocaba trabajar el llano. Ese año tuve dos triunfos en carreras y el resto fue trabajar para el equipo», recuerda de esta etapa. Tras pasar por Saunier Duval y Zamora Paisaje Natural (donde ganó una etapa de la Vuelta de Castilla y León) su carrera dio un giro. «Esa temporada tuve una enfermedad y me contraindicaron hacer ejercicio físico con 22 años. Lo pasé bastante mal tratando de descubrir qué enfermedad era. Cuando volví a correr lo hice con Julimar por hobbie», explica.

Ese parón cuando el profesionalismo parecía un paso lógico en su camino no dejó ninguna espina clavada en su llanta, como admite. «Me siento afortunado de haber hecho lo que me ha gustado. Era la época dorada del ciclismo, en la que un deportista aficionado podía ganar dinero. Hoy lo tiene que poner». Con 24 años cambió de ruta, pero no de destino. El pie seguía fiel al pedal, tanto en carretera como en pista, donde se vistió de ave fénix en el velódromo cuando en el año 2002 se proclamó campeón de España en Americana (con la pareja Llaneras-Zamora en liza): «Esa fue la confirmación de que estaba recuperado después de mi enfermedad», celebra.

Fiel a las dos ruedas, Merino continúa siendo un clásico del velódromo y del asfalto, donde compite y ejerce de ‘jefe’ de la selección de Castilla y León de pista, carretera y ciclocross desde 2001. Los éxitos conseguidos en este tiempo por los ciclistas autonómicos son un paisaje interminable (es la selección autonómica que más veces ha ganado la contrarreloj por equipos cadete)que ha disfrutado como propios: «Como deportista, aunque es un deporte de equipo, gana uno. Con los chavales te sientes parte de sus alegrías y también de sus problemas», comenta. Uno de los mayores toros con los que tiene que lidiar el mundo del ciclismo son las miradas negativas que recibe el deporte del pedal: «El mayor hándicap que tenemos es convencer de que no somos una actividad tan peligrosa como dicen los medios. Sólo salimos por accidentes y no cuando gana Valverde una carrera», lamenta.

Cuando el ciclismo llama, Jorge Merino escucha atentamente y siempre responde. «Me gusta devolver el favor que me han dado cuando he estado corriendo y dar la oportunidad a los ciclistas», explica. Para muestra la fundación hace tres años del Merino Track Team, un equipo al que bautizó después de darle a luz con un objetivo muy noble: «Para dar cobertura. No había ningún equipo de élite y sub 23. Al formar grupo se sienten más motivados para entrenar y para participar en las pruebas», asegura el seleccionador de Castilla y León.

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