Diario de Valladolid

Academia de gladiadores

El Atlético Valladolid ha formado en cuatro años una cantera con más de 300 jugadores / Los equipos de Primera Provincial y Segunda Nacional, novedades

Entrenadores, ayudantes y jugadores de todas las categorías del Recoletas AtléticoValladolid posan sobre el parqué de Huerta del Rey.-J. M. LOSTAU

Entrenadores, ayudantes y jugadores de todas las categorías del Recoletas AtléticoValladolid posan sobre el parqué de Huerta del Rey.-J. M. LOSTAU

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Guillermo Sanz

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En el siglo I antes de Cristo, en la ciudad romana de Capua se levantó la primera escuela de gladiadores de la historia, antes de que proliferaran por todo el imperio. Allí, los guerreros se moldeaban como lo hacían las esculturas en los talleres de los maestros. Aprendían el manejo de las armas y se preparaban para jugarse la vida en la arena. Ahora, 22 siglos después, la arena ha mutado en parqué y los gladiadores han cambiado el tridente y la espada por un balón y la pega.

El Atlético Valladolid se ha ganado el derecho propio de presumir de su particular academia de gladiadores, una hornada compuesta por 400 guerreros de todas las edades entre jugadores y técnicos. Unos números de récord si se pone un ojo en el pasado y, es que, el Recoletas Atlético Valladolid sólo ha dado cuatro pasos, uno por cada año de vida, desde que viera la luz. Mantener en pie esa estructura y mejorarla supone un plus de trabajo y de esfuerzo por parte de un club que sabe que la cantera es una apuesta ganadora: «Buscamos crear una estructura piramidal en la que tengamos muchos niños en su etapa benjamín-alevín, que consigamos que muchos chavales se enganchen. Más arriba iremos reduciendo el número de equipos seleccionando a los de más calidad. Trataremos que nuestra cantera pueda alimentar al primer equipo», explica el vicepresidente del club y responsable de la cantera, José Francisco Parro.

Poco a poco, la familia ha ido estrechando lazos con los que están desde el principio y con los que acaban de aterrizar en la familia azul. Los dos últimos son el Atlético Valladolid Zaratán, que milita en Primera Provincial, y el Recoletas Atlético Valladolid Zaratán, que disputa la Segunda Nacional a las órdenes de Iñaki Malumbres. Ambos equipos construyen un escalón más entre los juveniles y el primer equipo, como explica Parro: «El salto entre juvenil y Asobal es tan grande que tiene que haber puntos intermedios para que se fogueen bien. Además de darles continuidad, evita que se vean sin un futuro si ven que no pueden llegar a Asobal».

Ese plus de calidad en la formación que persigue el club se hace notar también con la participación de los juveniles y los cadetes en la competición autonómica. Un esfuerzo que a nivel competitivo prepara a los canteranos para pruebas más duras. Sin embargo la búsqueda de la mejora no sólo se ciñe al aspecto deportivo, también en las condiciones de los jugadores que forman parte del entramado del club azul.

Este año hemos tratado de dar un paso más de calidad. Intentamos conseguir un pabellón para que entrenen los niños de los colegios que no tengan instalaciones cubiertas», explica el coordinador de la cantera. De esta manera, el futuro del Atlético Valladolid se convierte en una diáspora que se reparte entre canchas como Huerta del Rey, Pilar Fernández Valderrama, Gregorio Fernández, San José o Niara. Todo ello con la filosofía de intentar que los niños practiquen su deporte en su barrio, cerca de su casa. En definitiva, llevar el balonmano allí donde sea reclamado.

No es fácil dar techo a más de 300 gladiadores como tampoco lo es darles entrenadores. Este es uno de los problemas con el que se encuentra el Atlético Valladolid, como confiesa José Francisco Parro: «Es difícil crecer más. No sólo por la gestión de los equipos, también en el campo de los entrenadores.

Estamos formando a nuestros entrenadores porque no hay muchos entrenadores de calidad», entiende. El staff técnico del club puede presumir de entrenadores de primer nivel con experiencia contrastada como los jugadores del primer equipo Fernando Hernández (juvenil), Diego Camino (cadete), Alejandro Garza (alevín) o Roberto Turrado (alevín). «Es importante que los chicos que vayan a ver el partido el sábado vean a su entrenador partiéndose el pecho en el campo», entiende Parro, que explica la contrapartida: tener que contar con dos entrenadores en esos equipos para cubrir los viajes y entrenamientos de los ‘pro’.

El Atlético Valladolid es el reflejo de una familia atípica en la que cada miembro tiene su propio hogar. Así, la cantera del club toma el apellido del colegio o la localidad de la que ha salido y donde realiza la actividad. El club tiene ‘satélites’ en colegios como Francisco Pino, El Peral, Parque Alameda, Vicente Aleixandre, Patrocinio San José, y en localidades como Fuensaldaña, Zaratán, Cabezón o San Miguel del Pino, donde suman sus nombres a una piña con 23 equipos, desde los más pequeños hasta el más alto rango: el dirigido por Nacho González.

Cada equipo, cada entrenador y cada jugador pone su grano de arena para construir un castillo que ya ha despertado el interés y la admiración. El pasado verano, por ejemplo, los cadetes quedaron campeones de la Granollers Cup, uno de los trofeos más prestigiosos del país. El nivel de la base atlética se ha dejado ver en las concentraciones de las categorías inferiores de la selección nacional, por la que ya han pasado tres jugadores de la cantera vallisoletana: Javier Colías, Henrik Kahr y el cadete Diego Pérez. Además, el lunes se confirmó la presencia de MiguelMartínez, llamado para la jugar con la selección española júnior un torneo en Bélgica, unas semanas después de debutar en la Asobal con el primer equipo.

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