Diario de Valladolid

Redacción de Valladolid

Desamor por Garoña

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INSEGURA, peligrosa, sucia, contaminante, envejecida, costosa a largo plazo, prescindible, insostenible… Incapaz de dotarme de argumentos en contra de la energía nuclear, recurro a un experto para acumular razones de peso para celebrar el cierre definitivo de Garoña. Era un clamor y mira por dónde la derecha de Rajoy echa el candado el 1 de agosto. Sin dar alternativas al empleo de la zona y mucho menos al futuro de los residuos radiactivos. Injustificable improvisación.

La central ya no interesaba al negocio de las eléctricas. No era rentable para Iberdrola y Endesa, pese a las grandes subvenciones públicas acumuladas. Al Gobierno en minoría le creaba problemas con sus socios directos y con sus aliados presupuestarios nacionalistas del norte, que tienen más peso político que el propio Ejecutivo autonómico de Castilla y León. Y se cerró en medio del seco verano informativo.

Mucha gente peleó por este cierre desde la transición hasta el martes. Colectivos sociales y/o ecologistas lo festejaron con razón pero (¿?) con cierta timidez; quizás porque ya lo daban como hecho ante el desinterés de unas empresas modelo de capitalismo salvaje. Los sindicatos, ahora y siempre, divididos entre el eterno debate entre seguridad y empleo. Dividido también el PP. Y el PSOE, al menos en su forma de valorarlo.

El presidente de Castilla y León, el casi siempre coherente Herrera, se siente abandonado por Rajoy. Y le escribe una reivindicativa carta de desamor plagada de reproches y reclamos. Esta vez no le pide que se mire al espejo, pero su dureza me hace soñar con la coherencia. Reivindico al político que habla claro, al que dice la verdad -lean el artículo sobre la verdad de Evelio Angulo (UGT) en este periódico- y al que es capaz de cantar las cuarenta a su jefe. Herrera dice en su penúltima carta a Rajoy que le duele lo que ha hecho y que se siente solo. También arremete contra la empresa de su amigo, el salmantino Galán, porque ha pasado de él. Está decepcionado. Son ya muchas cosas: la minería, la financiación, las autovías eternas… ¡Vaya dos años que le quedan! Y en septiembre, los procesos judiciales de su querido Villanueva. Al menos le queda la coherencia, lo que aún no ha demostrado Mañueco, jefe del PP en la región. Y no digamos, el zamorano Maíllo… Rompo mi tradición de abstemio y brindo este viernes por los que, sin intereses espurios, han logrado el cierre de Garoña y por los que en estos tiempos aún practican la difícil virtud de la coherencia.

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