Diario de Valladolid

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UNIDAD y consenso. Esas son las dos palabras de moda para los socialistas. Las que más se han oído en lo que dan en llamar congresillos, que son esos cónclaves en miniatura en los que deciden los nombres de aquellos que acudirán al próximo congreso federal a vitorear y aclamar, o no que eso está por ver, a ese nuevo líder que regresa del futuro

Congresillos en los que ahora pretenden hacernos creer que están muy unidos y que han salido reforzados de un proceso, el de las primarias a la secretaría federal, que ha roto a jirones al PSOE. Pero, oye que si quieren creerse sus propias mentiras, allá ellos con esa unión que no es más que desunión y ese consenso que es el reflejo claro del disenso. Bien harían en cambiar su discurso, ser honestos consigo mismo y dejar de creerse sus propias mentiras. Sólo así conseguirán que los ciudadanos, los que dentro de menos de dos años volverán a decidir quién quiere que sea el alcalde de su pueblo o ciudad y el presidente de la Junta, vuelvan a recuperar la confianza perdida en el socialismo castellano y leonés.

Para eso deben empezar ya a decir la verdad. Y si no saben que copien del alcalde de Valladolid. Óscar Puente fue claro y no dudó en asegurar que no iba a haber lista de consenso de delegados. Y no le falta razón. Acaso no se quedó en que lo que manda es el voto de la militancia. Pues esta colocó a los sanchistas a años luz en Valladolid de los susanistas.

El consenso y la unidad hay que trabajarlos y, aún así, es posible que no se logren. Lo que no se puede pretender es que este surja de la noche a la mañana, con la elaboración de unas listas que para lo único que han servido es para descubrir el ansia de volver a pillar cacho que tienen algunos. Ahí está el ejemplo de Diego Moreno en León, quien con el parabién de Luis Tudanca reaparece ahora tras años desaparecido para volver a vivir de la política.

Ese es el problema del PSOE que son ya demasiados los diegos morenos de turno que truncan cualquier intento de recuperar su credibilidad.

Aunque si de truncar la credibilidad se trata, el mejor ejemplo es esa comisión de investigación de las cajas que escuece por igual, y de qué manera, a ‘populares’ y socialistas, que se entregan al bálsamo de Ciudadanos. Ya se sabe, el miedo es libre y en el PSOE y el PP saben que lo hecho en las cajas es para echarse a temblar.

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