Diario de Valladolid

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NO TODO va mal. Al menos, entre las cosas que van mejor, está la floración del almendro, que ya está llamando a la puerta de la mañana. La flor del almendro es el único brote verde constatable. Sus pétalos de nieve rosácea irrumpen en el paisaje. Niños y mayores elogian la estampa y la señalan con alegría. “Mira, mira… ¡Qué bonito! ¡Es un almendro y ya está en flor!”. No lo hacen con tanta pasión como los japoneses, que se revolucionan cuando aparece la flor del sakura, un cerezo silvestre bajo cuyas ramas floridas se fotografía toda la nación del sol naciente.

La existencia de almendros en Castilla y León es muy vieja, casi milenaria, y fue muy rentable en el pasado. Curiosamente, ha perdido su vieja rentabilidad, pero no su omnipresencia en el paisaje rural y urbano. Deberían estudiar este fenómeno los paisajistas, más que los agrónomos, sin que pierdan su hueco los poetas, los pintores y los fotógrafos, que son los últimos ángeles custodios que cantan su belleza. El almendro en flor es un regalo gratis que nos hace el invierno antes de irse. Es un árbol que vive en la más pura intemperie y en absoluta libertad. Lo vemos en la linde del cortino, del majuelo y de la huerta. También en la orilla del camino, en la escombrera, en el camino rural, en la vega y en el cerro, escoltando al Canal de Castilla, y por doquier. Impresiona cuando aparece solo en el horizonte, desafiando al secano o escalando un muro de piedra. Y así vive, a su albedrío, sin poda y sin riego, sin un mal jardinero que le cuide en su ciclo vegetativo. Es el árbol revolucionario por antonomasia, pues nace donde quiere el viento y algún pájaro transportista. Por desgracia, su fruto ya no es apreciado por el hombre. Se lo comen los animales, que no está nada mal.

Escribía José Ledesma, poeta arribeño: “Hombres de La Fregeneda resucitar vuestro almendro, desandar vuestros caminos, reivindicar vuestro suelo”. Tras años de fiesta y verso solo, por fin vuelve el almendro al suelo del arribe. Miles de árboles se están plantando, también en otras zonas de la región. Ojalá que ahora sí funcione aquella cooperativa que no llegó a cuajar en esta localidad salmantina. Se llamaba Las Candelas, bonito nombre que barrunta floraciones para empezar, de nuevo, a rentabilizar la almendra en Salamanca y en toda la región. El domingo, no obstante, regresa la Fiesta del Almendro a La Fregeneda.

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