Diario de Valladolid

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HACE YA una semana que se supo que ese clon del ex presidente Aznar que dirige los designios de la Industria de este país cometió una ilegalidad manifiesta al negarle las ayudas, legalmente reconocidas, a Uminsa y Coto Minero Cantábrico, y nada ha pasado.

Nadie del Gobierno, ni del Ministerio, ni del Partido Popular, ha abierto la boca para exigirle las responsabilidades que emaman de su acción y de sus decisiones.

Al negarle las ayudas a la minera, con la peregrina e infundada acusación de no haber pagado la Seguridad Social, mandó al paro, a la calle, a unos trabajadores, que vieron como de un plumazo se ponía en riesgo su futuro y el de sus familias.

No es que el ínclito Soria no cumpla lo que firma, ahí está el Plan del Carbón; no es que no haga nada por cambiar el negro panorama que se cierne sobre el carbón en Europa; no es que se jacte de su nefasta gestión para las cuencas mineras, a las que va camino de convertir en un erial; es que pasa por encima de la legalidad para conseguir su objetivo: acabar con el carbón.

Y lo peor es que lo hace con la complacencia y el beneplácito del Gobierno y de unos diputados, los ‘populares’ de Castilla y León, más preocupados por saber cuántos turistas llegan a esta tierra o cuántos extranjeros están afiliados a la Seguridad Social... Vamos algo que basta con meterse en Internet, abrir la página web del INE y buscarlo. Claro que para eso hay que trabajar al menos diez minutos y eso es mucho más de lo que estos acomodados parlamentarios están dispuestos a hacer.

Como bien dice un alcalde de pueblo, de esos que trabajan y que dan el callo: «Si quieren reformar el Senado, que los pongan a trabajar». Eso mismo sirve para el Congreso. No es de recibo que esa mayoría de diputados del PP utilice la confianza que sobre ellos depositaron los castellanos y leoneses para sestear y no hacer nada, no vaya a ser que si se mueven se caigan de unas listas que ahora empiezan a cerrarse.

Que se lo digan a los de PSOE, que visten de proceso democratizador algo que no es más que colocar los nombres para que al frente de las candidaturas estén quienes quiere el aparato. Hubo un tiempo que en las fábricas y en las obras existía la figura del listero, aquel que se encargaba de pasar lista y de ver que nadie faltaba a su puesto. En el caso del PSOE, estos listeros son los que ‘colocan’ quién va de uno, de dos... Claro que alguno, como Tino Rodríguez en León o Javier Izquierdo en Valladolid, se quisieron pasar de listos y el listero mayor y los puso en su sitio.

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