Diario de Valladolid

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PRIVADO o público. Investigado o imputado. Andan los políticos dándole vueltas a las palabras para ver cómo, faltaría más, las usan a su antojo y en su beneficio. Tergiversa, que algo queda. El lenguaje es un síntoma y un instrumento. Tanto el escrito como el que no se imprime ni se vocaliza.

Síntoma de incultura y de complejos. Desde el primer político hasta el último de Castilla y León utilizan el vocablo identitario. Que no existe en español. Lo han colado los catalanes, a través de su palabra identitat (identidad en castellano). Pues bien, así lo pronuncian y lo escriben. Y qué decir de cuando pronuncia Girona (y no Gerona), para parecer tan democráticos. Pero se les ve el plumero y la torpeza cuando hablan de gerundenses (que no es el gentilicio de Girona, sino de Gerona…).

Consabida la precariedad cultural de muchos de quienes gestionan lo público, reflejo de una sociedad preocupada por si riñen los hijos de Ortega Cano o si Benítez y Cristiano tienen o no discrepancias sobre el esquema de juego madridista, no es menos divertido, y preocupante, a la vez, contemplar cómo los políticos juegan con la realidad, a través del lenguaje y de la pobreza reflexiva del personal.

Un ejemplo, por supuesto, aleatorio: conducir embriagado. ¿Es un hecho o acto privado? Si el vehículo es privado y uno conduce por el pasillo de su casa es privado. El polígrafo dice que es cierto. Si uno conduce por una carretera pública donde salirse del carril puede suponer la muerte de personas que circulan correctamente, han pagado el Impuesto de Circulación de Vehículos de Motor, ejercieron como ciudadanos modélicos su derecho al voto, o a la abstención… ¿es un acto privado? El polígrafo dice que no.

Ironías en el arcén (al margen, quería decir…), conducir es un hecho de notable trascendencia social. Donde ejercemos, o todo lo contrario, una seria responsabilidad personal y pública. Por eso existe el Seguro Obligatorio. Una pena que no cubra dimisiones dignas.

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