Diario de Valladolid

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EN EL surtido repertorio de intervenciones que ha desplegado el presidente Herrera en estos días de arranque de la novena legislatura, entre los latiguillos que aliñan y agilizan un menú expresivo tan variado como el suyo, una advertencia se ha convertido en aviso recurrente. Que nadie pretenda conquistar el futuro mirando al retrovisor. El discurso de Herrera combina con naturalidad el garbo del castellano viejo y los recursos narrativos de buen lector. Por eso, cuando reitera una señal, no es por descuido o casualidad. Además, en estos días inaugurales de un tiempo que enfila hacia el horizonte de su despedida, tampoco ha querido ceñirse al esquema protocolario, aprovechando cada intervención para desplegar un viático que va a ser muy útil a su equipo para culminar con éxito la travesía.

Ha escogido un equipo paritario y audaz, que no se acomoda ni a las exigencias provinciales ni a las pretensiones de su partido. Al frente, dispuesta para el relevo, figura Rosa Valdeón, que es su apuesta personal, al margen de los manejos de aquí o allá. Como castellano viejo, Herrera sabe que en la noria de la política, quien resiste con sus convicciones, siempre acaba ganando. Por mucho alboroto que monten los chisgarabís acuciados por las prisas. Rosa Valdeón constituye una enmienda elocuente a la simpleza de los argumentarios. Y su encargo en este gobierno es la coordinación de las políticas sociales, con el empleo como primer objetivo, y la comunicación con la gente. Precisamente, el nuevo consejero de Educación, el profesor Fernando Rey, incorpora una sensibilidad orientada a garantizar los derechos de los más desfavorecidos en el acceso a la formación. Catedrático universitario y presidente de Unicef, tiene el reto de conciliar la excelencia con la protección. Otra novedad llamativa es la incorporación del delegado del Gobierno, Juan Carlos Suárez Quiñones, como consejero de Fomento. Nadie ignora su vínculo privilegiado con quien realmente manda en el gobierno de España.

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