Diario de Valladolid

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EL PROBLEMA de los espejos es que tienen la mala costumbre de sacarle a uno las vergüenzas. Y eso es lo que le ha pasado al Partido Popular. Entre los ‘populares’, sobre todo aquellos que levitan en Génova, se las prometían muy felices. Pensaban que, pese a todo, volverían a ganar las elecciones municipales y autónomicas con holgura, subidos a ese caballo de la recuperación, que sólo se refleja en su espejo.

Que sí, que quizás perderían alguna holgada mayoría, pero sería bienvenida si lograban frenar a esas fuerzas emergentes que amenazaban con restarles ese poder casi absoluto que poseían desde 2011.

Un espejo, el del PP, en el que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. En el que no quieren ver a esos millones de ciudadanos, cientos de miles en esta tierra, que siguen en esa cola del paro a la que ahora ya no se va a fotografiar Mariano Rajoy; en el que no se reflejan esos jóvenes que se han tenido que marchar de Castilla y León por la falta de oportunidades y por las políticas de recorte y ajuste; y en la que ni mucho menos se atisba el abismo al que el insensato del ministro Soria ha llevado a las cuencas mineras, con el beneplácito de este gallego que piensa que los problemas pasarán como por ciencia infusa.

Ante ese espejo, el de la calle, el de la verdadera realidad, es ante el que Juan Vicente Herrera acaba de plantar a Rajoy. Para que mire y observe si realmente lo que ve es lo que hay o lo que él se quiere imaginar. El problema para Herrera está en saber si no es demasiado tarde. Si no debería haberle puesto ante ese espejo mucho antes. Él mismo ya se colocó y lo que vio no le gustó nada. Lo había avisado, había reclamado no hablar tanto de una recuperación que no llegaba al bolsillo de las familias. Génova, que ya había marcado su camino, hizo oídos sordos.

Pero no es el momento de dar un paso atrás. Herrera adquirió un compromiso con los ciudadanos y debe cumplirlo. Muchos son los castellanos y leoneses que le votaron a él y no al PP. Esa voluntad, expresada democráticamente en las urnas, no debe ser ahora usurpada. Entre otras cosas, porque el espejo de las urnas sí que refleja en Castilla y León esa realidad social en la que lo que reclaman los ciudadanos son pactos. Y si alguien está legitimado y tiene la obligación de liderarlos es quien ganó las elecciones, sin mayoría, pero con holgura. Herrera debe mirarse a su espejo y verá que la realidad le obliga a seguir.

¿Y el PSOE? Del PSOE y de Luis Tudanca mejor no hablar, lo suyo es ya la risa floja.

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