Diario de Valladolid

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TIEMPO de regalos. De favores, de devolución de favores. Regalos para la propia satisfacción, regalos que nos trasladan a un paraíso afectivo y emocional y regalos que van envueltos en un furgón celular.

Los Reyes Magos son quienes deben ser. Y no debería ser un secreto. A fin de cuentas, mágica, en su origen, por desconocida, es la propia existencia, por más que algunas teorías, seguramente muy cercanas a la realidad nos hablen de una explosión y de una posterior evolución genética. ¿Y antes de la explosión? ¿Y quién dio las primeras pinceladas al asunto? Abandonemos el tormento de descender por esa espiral.

El caso es que mañana sigue siendo, con permiso de tradiciones importadas e impostadas, el día por excelencia en el que se hacen regalos en España. Es cierto que entre Papá Noel y la familia Real española, Sus Majestades de Oriente han visto afectada su marca. Nada grave, en todo caso.

El regalo tiene el peligro de comprar afectos, y a la vez la virtud. Es la diferencia entre dejar el paquete junto a los zapatos de una criatura en la casa familiar y en una mesa de despacho de una oficina pública, justo encima de expediente que está a punto de resolverse. Del dicho al hecho hay mucho trecho, y al cohecho, pues mucho más.

En los que no se diferencian los diferentes tipos de regalos, es en que reflejan, simbolizan, una actitud interior. Y en su afán de causar complacencia. Para decir te quiero y para decir lo quiero. Para el amor y para la ambición. Para la generosidad y para acaparar poder, sea monetario o no.

Se regala como si fuera para uno mismo, y se regala pensando en el receptor. Hay regalos, también, que suenan a imposición. De vestimenta, por ejemplo. O para que nos enteremos de que alguien quiere que simulemos que somos más jóvenes, o menos viejos, de lo que realmente somos.

En fin, el regalo es un universal, poliédrico y polisémico. Necesitamos el regalo, o el gesto… Quizá más el gesto, aunque el ser humano necesita agarrarse a algo para sentirse querido y para sentir que quiere. Incluso cuando no es cierto.

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