Diario de Valladolid

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LEO QUE Herrera ha manifestado que tras dejar de ser presidente de la Junta de Castilla y León abandonará la política. También leo que el recién estrenado alcalde de Arroyo de la Encomienda, en Valladolid, ofrece hacer una radiografía de su patrimonio para demostrar, dice, que apenas tiene nada.

En ambos casos, parece que sus mensajes los lanzan con cierta intención ejemplariante para la ciudadanía, sobre todo en el segundo de los supuestos. Sea como fuere, cabe hacerse algunas preguntas...

Ya saben ustedes que en los deportes profesionalizados existe lo que se llaman derechos de formación, y que un club que ficha a una jugador paga un porcentaje a áquel otro en el que se formó y aprendió el entonces prometedor chaval de la cantera.

Los políticos se forman en sus diferentes cargos y responsabilidades y no estaría de más que su experiencia no se perdiera en el limbo, como habrá sucedido con el espíritu del diablo exorcizado.

Una cosa es que salga de ojo para qué se los recoloca en consejos de administración de empresas públicas o grandes compañías, y otra no plantearse el devolver a la sociedad el fruto de las habilidades de la gestión de lo público que hayan desarrollado gracias a su labor política, derivada de la confianza del ciudadano en ellos depositada.

En cuanto al alcalde de Arroyo, aunque es comprensible, dado que ocupa un sillón al que el Supremo le ha atornillado una rejas, que quiera mostrar el envés de sus bolsillos, no será es más honrado por no tener un patrimonio notable.

Es más, si no se tiene nada por no haber dado un palo al agua sería mejor tener otro alcalde para esos ciudadanos. Si se tiene lo normal, me parece bien. Claro que tampoco estaría mal que alguien que tuviera mucho ejerciera con rectitud en su obrar el gobierno de una comunidad social, si ese patrimonio es fruto del esfuerzo, la inteligencia y la confianza en la consecución de objetivos. Otra cosa es el uso y abuso del cargo para un enriquecimiento ilícito.

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