El deshielo de Pingüinos
EL DESHIELO de Pingüinos es una amenaza concreta y un riesgo simbólico. Desde la perspectiva, quizá demasiado inocente, de la buena fe, es un claro ejemplo de que la coordinación, el diálogo y la previsión deben trabajarse con tiempo suficiente. Desde la trichera de los intereses (sean éstos ideológicos, partidistas, económicos o éticos), pone de manifiesto que deben existir estrategias normativas y de búsqueda de soluciones sostenidas en la claridad de ideas, el esfuerzo en la consecución de objetivos y con una estrategia sólida.
Quienes han promovido que esta magnífica y beneficiosa concentración motera, veámoslo desde la inocua posición de un mapa bélico, no se celebre gozan de un planteamiento previo que, según parece, ha faltado en quienes la alientan y la comparten, incluso como un estilo de vida.
La normativa no está para cambiarla para cada supuesto (Meseta Ski...), pues la ley debe procurar la igualdad y no un tratamiento a la carta, pero no es menos cierto que una concentración como Pinguinos merece un estudio legal, en su realización como concentración masiva y en una ubicación que sea compatible con los intereses medioambientales, tan sólido como profundo, tan previsor como transparente. Creíble y veraz.
Aunque duela, aunque asistamos a unas histriónicas demandas ecológicas que, en algunos supuestos, colocan por encima la pervivencia del linces y del pino piñonero por encima de la existencia de la especie humana, la reacción no debe sólo llegar en clave política, o ideológica (que sin duda tiene su peso en este contencioso), sino que los resortes legales, logísticos e incluso emocionales deben funcionar con el entusiasmo propio de quien defiende una realidad social y cultural legítima, beneficiosa, y no sólo en lo económico.
Un entusiasmo que debe sustanciarse en una planificación solvente, previsora, que sepa trabajar a medio y largo plazo. Pingüinos es un nuevo supuesto que muestra que la normativa medioambiental (como las cesiones a Cataluña) creció sin reflexión de futuro.