CAZA
La agonía del ciervo
Preocupación entre cazadores que encuentran ejemplares muertos en fincas cerradas y en cotos en abierto
La Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) que apareció este verano en Andalucía, y que posteriormente se ha ido desplazando a otras comunidades, llegando también a Castilla y León, donde ha afectado y matado varios cientos de cabezas de ganado domestico vacuno, también ha causado la mortandad de un gran número de ciervos en cotos de caza en abierto de la Comunidad, «pero sobre todo en cotos de caza y fincas cerradas», tal y como aseguró a este diario el armero y gestor de caza vallisoletano, Abel Ampudia.
«A los cazadores nos llama poderosamente la atención que si es un cazador el que causa algún daño a alguna especie, enseguida llueven las críticas al colectivo, mientras que en este caso, donde los ciervos siguen agonizando y en muchos casos muriendo, ningún movimiento ecologista ha dicho nada, ni por supuesto han tratado de poner remedio a esta enfermedad, que como ha pasado en nuestra finca vallisoletana de La Parrilla ha quedado esquilmada de ciervos, lo mismo que otros cotos de amistades nuestras, como en La Finca la Rinconada, e incluso alguno en Arzuaga y hemos tenido que presenciar como los ciervos morían a los cuatro o cinco días de contagiarse con la EHE».
Según señalan desde el Instituto de Recursos Cinegéticos ( IREC), esta enfermedad «es causada por un virus, concretamente un orbivirus emparentado con el virus que causa la Lengua Azul (LA) en ovinos y otros rumiantes. No es una zoonosis. Los virus de la EHE y la LA se transmiten por dípteros del género Culicoides, insectos hematófagos de pequeño tamaño que se desarrollan en sustratos con gran cantidad de materia orgánica y suficiente humedad, pudiendo ser arrastrados por fuertes vientos y, con ello, vehicular estos virus entre zonas geográficamente muy distantes».
Los virus causantes de Enfermedad Hemorrágica Epizoótica afectan, generalmente, más a cérvidos que a rumiantes domésticos. En España, con los datos disponibles parece que la mayor frecuencia de casos ocurre en ciervo rojo (Cervus elaphus), pero conviene evaluar su potencial impacto en otros cérvidos, como gamos y corzos.
«Asimismo -señalan desde el IREC- no todos los animales infectados desarrollan la enfermedad. Muchos son asintomáticos o presentan signos muy leves. Los cérvidos que manifiestan signos clínicos de la infección pueden presentar fiebre, debilidad, inapetencia y pérdida del instinto de huida. En casos menos agudos puede observarse adelgazamiento. En ciervos moribundos y cadáveres frescos pueden observarse lesiones en mucosas oral y nasal, incluyendo congestión, pequeñas úlceras y hemorragias, así como costras. Lengua y labios pueden aparecer cianóticos, con tonalidades azuladas o amoratadas, , y puede aparecer espuma o sangre procedente del pulmón en boca y ollares».
«La realidad -según Abel Ampudia- es que al principio se hablaba de una mortandad de en torno al 10 por ciento de los ciervos afectados, pero esta cifra se ha disparado y nos está diezmando los ciervos en un buen número de cotos de caza de Castilla y León sin que nadie levante la voz, salvo los cazadores».