El G-20 da un respiro a los agricultores de Castilla y León
Aplaza por ahora, gracias al rechazo de Francia, el acuerdo UE-Mercosur, que amenaza directamente seis sectores estratégicos del campo en la Comunidad
Un respiro para los agricultores y ganaderos de Castilla y León, aunque aún nadie sabe por cuánto tiempo. La buena noticia está en que en el G-20, celebrado el pasado lunes y martes en Río de Janeiro (Brasil), no se alcanzó un acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur, al contrario de lo que estaba previsto. No fue gracias al Gobierno de España, que parecía dispuesto a firmar lo que hiciera falta, sino al Gobierno de Francia, preocupado por el impacto que ese acuerdo puede tener en su sector agrícola, con un modelo de explotaciones familiares parecido al español.
No en vano, los agricultores franceses vienen protestado contra el acuerdo, pues temen la competencia de un aumento en las importaciones sobre todo de carne roja, azúcar y aves de corral. Pero no se han quejado ellos solos, las Organizaciones Profesionales Agrarias (Opas) de España también llevan meses alertando sobre el peligro que significaría para el sector que se firmase un acuerdo que librase de aranceles y barreras comerciales a los países de América del Sur.
Y entre esas Opas, particularmente sus delegaciones en Castilla y León. La Alianza Upa-Coag, por ejemplo, considera que son seis los sectores estratégicos del campo de Castilla y León que se pondrían en peligro con un acuerdo UE-Mercosur: «Desde el punto de vista meramente económico, en maíz, por ejemplo, Castilla y León tendría un serio problema con los 1,4 millones de toneladas que produce cada año», señala la organización. «Se vería afectado su mercado y los precios percibidos por los agricultores, dado que en los países que conforman Mercosur no están prohibidos muchos de los tratamientos fitosanitarios que sí lo están en la UE y cuya falta de alternativas reduce considerablemente las producciones».
También podrían verse afectados, según la organización, los aproximadamente 6 millones de toneladas de cereales de invierno (trigo y cebada principalmente) que anualmente produce Castilla y León al facilitar el acceso al mercado europeo del cereal a grandes exportadores mundiales como Argentina y Brasil.
«Con relación a la remolacha, cultivo del que Castilla y León ha llegado a producir 2,5 millones de toneladas, aunque el último año la cosecha se quedó en 1,3 millones, el daño irreversible vendría por la potente producción azucarera de Brasil, en buena parte sustentada en la caña de azúcar transgénica», apuntan desde Upa-Coag.
Tampoco se salvaría el sector porcino. En este ámbito, «el acuerdo con Mercosur pasaría del cero al infinito», señalan. Según los datos que maneja Upa-Coag, «actualmente las importaciones de carne de porcino procedentes de los países del Mercosur en la UE son prácticamente inexistentes y anecdóticas» y sin embargo, «la reducción del contingente acordado tendría un impacto importante en el sector e incrementaría las importaciones procedentes del Mercosur». Brasil es el cuarto país productor de porcino del mundo. Esta producción eclipsaría a zonas como Castilla y León que produce 649.317 toneladas de carne de cerdo cada año.
La producción de carne avícola en Castilla y León es de unas 142.000 toneladas anuales, que quedarían diluidas en los contingentes de Mercosur. Debido al enorme potencial como países productores y exportadores tanto de Brasil como de Argentina de carne de aves, «cabe esperar que el nivel de importaciones en la UE se incremente notablemente a la entrada en vigor del acuerdo debido a la eliminación completa de los aranceles sobre el producto».
La miel, otra de las producciones destacadas de Castilla y León en el contexto nacional, también se vería especialmente afectada por el acuerdo. Éste, de principio, establece un contingente de 45.000 toneladas de miel completamente libres de arancel. El volumen se introducirá progresivamente en 6 etapas anuales iguales. El arancel que se aplica en la actualidad a la miel que procede de terceros países en el caso de la UE es del 17,3%.
Fitosanitarios
El propio Copa-Cogeca (la organización que representa la voz unida de los agricultores y de las cooperativas agrarias en la UE), ha declarado, señala la Opa, que «este acuerdo facilitaría la importación al mercado europeo de productos agroalimentarios que distan mucho de cumplir con las normas que sí se imponen a los productores y fabricantes europeos, por ejemplo, el uso de productos fitosanitarios o la legislación laboral y en materia de bienestar animal».
Bruselas tenía previsto firmar en Río de Janeiro, en el marco de la cumbre del G 20, el acuerdo comercial con los países que conforman Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia) que, de no modificarse las cláusulas originales, «dañará irremisiblemente al sector agroganadero europeo», apunta la misma fuente. «Los agricultores y los ganaderos sufrirán las reducciones arancelarias en la exportación de productos como el azúcar, la carne de vacuno, porcino, los cereales o los productos lácteos y la miel; a cambio, otras industrias como la textil, la farmacéutica, la automovilística o las constructoras se verán ostensiblemente beneficiadas».
Según datos recabados por la Alianza Upa-Coag, se abriría un contingente de 99.000 toneladas de carne de vacuno, libre de aranceles, «cuyo efecto comercial sería similar a la entrada de golpe de 2 millones de vacas nodrizas en la UE». Ello supondría un impacto sobre el 20% de la producción ganadera española que pondría en jaque 2.700 millones de euros. En este capítulo se resentiría principalmente Castilla y León, «dado que aloja a la mayor cabaña ganadera bovina de nuestro país, cuyo valor supone el 20% de los 3.100 millones de euros que registra en valor toda la ganadería de nuestra región».
Con la entrada en vigor del Acuerdo UE-Mercosur, al contingente de 99.000 toneladas de carne de bovino a las que se les rebajaría el arancel hasta un 7,5% «habría que sumarle 45.876 toneladas de carne de calidad superior a las que se eliminaría completamente el arancel (0%) al final de los seis años de periodo transitorio».
La alianza comercial entre la UE y Mercosur impactaría de lleno, por tanto, también en sectores como el porcino, la remolacha, frutas y hortalizas, el maíz o la miel, sectores estratégicos para la agricultura regional de Castilla y León. Porque, además, estos sectores «sufrirían la competencia desleal de las producciones sudamericanas, generadas con la ayuda de hormonas de crecimiento, antibióticos o pesticidas prohibidos en la Unión Europea desde hace décadas», concluye Upa-Coag. «De hecho, varias empresas cárnicas brasileñas fueron sancionadas en su día por comercializar carne adulterada, tanto dentro como fuera de las fronteras cariocas. Muchos países suspendieron automáticamente las importaciones procedentes del país a raíz del episodio».
Pese a la negativa de Francia, otros países se muestran ‘optimistas’ de cara a un futurible acuerdo entre la UE y Mercosur el próximo mes de diciembre. El canciller alemán, Olaf Scholz, y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, consideran de gran importancia cerrar el acuerdo pronto.
Publicación
Los agricultores españoles ven peligrar su actividad tanto como los franceses. Buena muestra del sentir del país vecino es lo que contiene una publicación recientemente traducida al español por Cajamar, presentada el pasado mes de septiembre en su plataforma Tierra, con el título Una agricultura sin agricultores (Une agriculture sans agriculteurs).
En sus páginas se desgrana que «el modelo de agricultura familiar en Francia, consolidado y reforzado durante el periodo de modernización que tuvo lugar después de la II Guerra Mundial, se ve hoy atravesado por fuertes procesos de cambio que generan nuevas y muy diversas formas de organización del trabajo y del capital agrícola».
Y es que Francia siempre ha sido vista como un país de pequeñas y medianas explotaciones agrarias, autónomas y gestionadas por el titular y su familia. Se trata de un libro en el que los autores reflexionan sobre el futuro de la agricultura en este contexto de cambio, pero sin dejar de lado a los principales afectados por ello, los agricultores. El marco de referencia de sus reflexiones es la agricultura francesa, pero pueden ser de utilidad para el conjunto de la agricultura europea. Eduardo Moyano, doctor ingeniero agrónomo y sociólogo del CSIC, ha coordinado la edición, así como la redacción de un epílogo situando el proceso de cambio en el contexto de la agricultura española.
Las cosas no están mejor en el campo español. Este mismo lunes, 25 de noviembre, organizaciones como Upa-Coag y Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) anunciarán a los medios de comunicación distintas movilizaciones. Los primeros, actos de protesta en defensa de la agricultura cerealista, dentro de la campaña que pusieron en marcha en octubre bajo el lema ‘Costes, importaciones y especulación arruinan nuestra producción’. Los segundos, pondrán sobre el tapete los grandes costes de producción del sector ovino, las dificultades en las negociaciones de contratos con la industria y las posibles movilizaciones del sector.
La tempestad en el campo no amaina y la empeoraría definitivamente un acuerdo UE-Mercosur, señalan las Opas. Un tratado de libre comercio que se anunció en 2019 después de 20 años de negociaciones, que no ha sido ratificado pero giraría sobre cuatro principales cuestiones.
En primer lugar, la eliminación de la mayoría de los aranceles sobre las exportaciones de la UE al Mercosur, lo que debería hacer que las empresas europeas sean más competitivas al ahorrarles aproximadamente 4.000 millones de euros anuales en derechos de aduanas. El problema es la enorme dimensión de la producción agroalimentaria del bloque americano, que podría traducirse en un gran desequilibrio comercial como el que ya se registra entre ambos bloques.
Estándares
En segundo lugar, el acceso a mercados. La teoría dice que mejoraría las condiciones de acceso para bienes y servicios, permitiendo una mayor exportación de productos agrícolas y manufacturados entre ambos bloques. En tercer lugar, debería conllevar regulaciones y estándares, con normas comunes para facilitar el comercio, incluyendo reglas de origen, medidas sanitarias y fitosanitarias, y obstáculos técnicos al comercio, algo que no se cumple según denuncian las Opas, y en lo que reside el verdadero peligro.
En cuarto lugar, el acuerdo se fijaría en el desarrollo sostenible, con compromisos como la protección del medio ambiente y el respeto a los derechos laborales. Este tratado se considera uno de los más grandes en términos de población involucrada.
El coordinador de la Alianza Upa-Coag Castilla y León, Lorenzo Rivera, advertía la pasada semana en estas mismas páginas, ante la posibilidad de la firma del acuerdo en el G-20, y a la vista del escenario arancelario que puede llegar con Donald Trump en la Casa Blanca, que «no parece lo más sensato firmar acuerdos comerciales como Mercosur, puesto que añadiría un elemento más de conflicto sobre todo para nosotros, los agricultores y los ganaderos». Y es que «los países del Mercosur ya son los principales exportadores de productos básicos agrícolas a la UE», ya que la Unión Europea «importó, por ejemplo en 2016, casi 20.000 millones de euros, un 17,4% de todas nuestras importaciones. Y la UE exportó a Mercosur 2.000 millones de euros, el 1,5% del total».
«Ya no es solo el desequilibrio en la balanza comercial, también lo es la competencia desleal que estas producciones del cono sur están haciendo con las nuestras. Utilizan hormonas de crecimiento y antibióticos en los animales y pesticidas prohibidos en la UE desde hace décadas. Por ejemplo, la ractopamina y otras hormonas utilizadas para el crecimiento del ganado», señala Lorenzo Rivera.
Por todo ello «la ministra de Agricultura de Francia, Annie Genevard, se opone radicalmente a la firma del acuerdo con Mercosur y muestra su preocupación porque el impacto económico para la UE será brutal y no se puede ni se debe compensar con ayudas económicas. También afirma la ministra que el 27% de los fitosanitarios que Mercosur utiliza aquí en Europa están prohibidos», explicó el también secretario general de Coag.
Sin embargo el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación español, Luis Planas, dice lo contrario que su homóloga de Francia. «Quiere que se firme el acuerdo con Mercosur y que se apliquen cláusulas espejo», lamenta.