Diario de Valladolid

Luz verde a la caza de la reina

RESOLUCIÓN Implica a los ayuntamientos y los apicultores visualizan «problemas» en los municipios más pequeños, «sin medios ni personal» / Lamentan «no llegar» al trampeo preventivo primaveral

Una Vespa velutina, catalogada como especie exótica invasora y contra la que lucha la Comunidad.-ASOCIACIÓN AVISPA ASIÁTICA

Una Vespa velutina, catalogada como especie exótica invasora y contra la que lucha la Comunidad.-ASOCIACIÓN AVISPA ASIÁTICA

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Elsa Ortiz

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Era tan urgente que llega tarde. La voz de alarma, que saltó en Castilla y León hace unos tres años, se había agravado en el último. La Vespa velutina, más conocida como avispa asiática, escogió Burgos para su incursión regional en 2016. Desde entonces ha ido penetrando en otros territorios, como la comarca leonesa de El Bierzo o Palencia. El pasado enero llegaba a Valladolid y Soria ya se prepara para una invasión casi inminente.

Las asociaciones autonómicas de apicultores aprovecharon la antesala de los comicios para instar a la Administración a abrir la veda de la caza de sus reinas. Las plegarias fueron escuchadas y respondidas en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl), el pasado lunes 27 de mayo, en forma de resolución de la Dirección General del Medio Natural. La Junta autoriza así las actuaciones de trampeo de la Vespa velutina catalogada en 2013 como especie exótica invasora y, por ende, como una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo. La Estrategia de gestión, control y posible erradicación de esta avispa rige a nivel estatal desde hace cinco años. La movilización en el ámbito autonómico llegó en 2016 cuando, frente a una presencia ya constatada, se puso en marcha un protocolo de actuaciones para la detección, seguimiento y control de la misma.

La resolución de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente reconoce ahora que los esfuerzos realizados para ponerle freno a esta especie «han sido infructuosos». El documento subraya la «dificultad» que conlleva la retirada de los nidos antes de plantear el trampeo y la captura de las reinas como una «herramienta preventiva ante posibles ataques sobre las poblaciones de abeja y explotaciones apícolas y, por tanto, sobre las producciones ganaderas». Sin embargo, añade un pero: la inexistencia de atrayentes sintetizados que actúen de forma selectiva sobre la Vespa velutina, lo que se traduce en la captura de otras especies de entomofauna diferentes.

La Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad recoge, en su artículo 54, expresamente la prohibición de «dar muerte, dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres». La misma normativa, en el artículo 61, matiza que dichas prohibiciones «podrán quedar sin efecto previa autorización administrativa de la comunidad autónoma» cuando concurran circunstancias como la prevención de perjuicios importantes a los cultivos y el ganado. De conformidad con todo ello, la luz verde al trampeo comenzó a brillar el pasado martes 28.

Condiciones

Como cualquier permiso, este también llega con condiciones. La primera de ellas, relativa al ámbito de actuación, divide el territorio castellano y leonés –como puede apreciarse en el mapa de la siguiente página– en tres áreas: la zona uno, coloreada de rojo, cuenta con presencia confirmada de la especie; la zona dos, en naranja, es colindante a la anterior y en ella pudiera esperarse a esta avispa a la vista de su evolución; y, por último, en tonos más claros se destaca la zona tres, que abarca al resto de la Comunidad.

Cabe remarcar, antes de continuar, que esta autorización no solo involucra a los titulares de las explotaciones apícolas. En lucha contra este insecto invasor también los ayuntamientos juegan ahora un papel importante. De hecho, cuando un consistorio de la zona uno constante una «alarma social por la presencia continuada» de este visitante que no es bien recibido en «zonas de alta afluencia de personas» o considere «de interés público» el control de su expansión «podrá poner en marcha programas de colocación de trampas» bajo su responsabilidad.

«Lanzar la pelota al tejado» de la Administración municipal puede revertir, a juicio de las asociaciones de apicultores, en problemas. El presidente de Aberapi, la berciana, se pregunta «cómo lo encararán los pequeños consistorios que no dispongan de medios, personal y fondos». Pablo Iglesias adelanta que habrá «muchos que no podrán afrontar esta tarea y, al final, como todo, saldrá adelante con voluntarios».

Benito Gonzalo, miembro de las dos agrupaciones apícolas existentes en Valladolid –Aprova y Ava–, es mucho más crítico. «Lo que hace la Junta es delegar en los municipios pero, si estos no tienen medios, les invitan a contratar a una compañía externa», remarca en referencia a la parte de la resolución que plantea que los ayuntamientos podrán ejecutar el control y el desarrollo del trampeo «con medios propios o a través del encargo a empresas especializadas». Esto, traduce a modo de denuncia, es «un intento de buscar rentabilidad a un problema global cuando el Ejecutivo autonómico tiene los medios y puede llegar a cualquier punto de la región con sus agentes forestales».

Sin primaveral

El segundo fallo que los apicultores encuentran en la autorización está en los tipos de trampeo. «Es un poco reconfortante que por fin nos escuchen, pero a los preventivos primaverales ya no llegamos», se queja Iglesias. El periodo que comprende esta modalidad abarca del 15 de febrero al 31 de mayo, inclusive, y su pretensión es capturar el mayor número de hembras fundadoras que después del período de hibernación se disponen a construir los nidos primarios.

De momento, puntualiza el presidente de Aberapi, «queda prepararse para los de otoño» que empiezan el 15 de agosto y se extienden hasta el 15 de diciembre. El objetivo, en este caso, contempla la captura de futuras reinas fundadoras en el momento que abandonan los nidos para fecundarse o en la fase de preparación para la invernada, así como disminuir la presión de depredación de la Vespa velutina en los meses de mayor intensidad de ataque.

Durante el verano solo los curativos tienen luz verde como respuesta al ataque constatado de un colmenar. «Este es el que más se ve en Galicia o en las zonas costeras, pero aquí todavía no tenemos ese nivel de invasión por lo que no sería necesario», considera.

Gonzalo suma un tercer inconveniente: la solicitud de permisos. La resolución advierte que los titulares de explotaciones apícolas que deseen colocar trampas facilitarán los datos relativos a dicha actuación al Servicio Territorial de Medio Ambiente con diez días de antelación. «En el sector ya hay frustración por la burocracia», lamenta para añadir que del texto se desprende que «va a ser un poco engorroso, especialmente para el apicultor de hobby o jubilado».

La ubicación de las trampas es otro aspecto con el que Gonzalo discrepa. No se colocarán, delimita el documento, a una distancia superior a 50 metros de la última colmena y siempre dentro del perímetro del colmenar. Además, la zonificación determina el número. En la zona uno, el nivel mínimo es una trampa para una explotación de hasta 10 colmenas; y en la zona dos, una trampa abarca hasta 20 colmenas. Así, el número máximo deberá ser inferior a una decena por kilómetro cuadrado de extensión del término municipal. «Es ridículo», sentencia para apuntar a «otras comunidades» donde «a modo de cordón sanitario realizan un perímetro de un kilómetro alrededor del colmenar de manera que frenan el avance de la expansión».

Trampas caseras

Hay un aspecto en el que Iglesias y Gonzalo están de acuerdo con el planteamiento del Gobierno regional: las trampas caseras. Las «más sencillas y recomendables», apunta la resolución, son las realizadas con botellas de plástico de entre 1,5 y dos litros. Para «aumentar su efectividad», el diámetro del orificio de entrada deberá limitarse a ocho milímetros. Contará con otros de salida para los insectos «no diana de pequeño tamaño». El atrayente, para el que ofrece varias opciones de mezclas, se colocará «impregnado en una esponja». Zumo de arándanos, lavavajillas con pH neutro, vino blanco o cerveza negra son algunos de sus ingredientes clave.

Todas estas trampas estarán a una distancia mínima de un metro del suelo, identificadas individualmente con número y con el sello o nombre del Ayuntamiento. Con el fin de evaluarlas, serán revisadas al menos cada 15 días. Momento en el que se sustituirá el líquido atrayente cuando esté en contacto con los insectos capturados o si es de elaboración artesanal. La otra opción es que sea comercial, si el servicio se delega en una empresa, y en este caso será el fabricante quien marque los tiempos.

Al finalizar el trampeo, el Consistorio –que también ha realizado una solicitud previa– deberá remitir la información estadística sobre los ejemplares capturados y los grupos de insectos a los que pertenecen. Información, debidamente validada por un técnico competente, que habrá de recogerse sobre una muestra representativa que será «como mínimo del 20%» de las trampas.

Con todos estos matices como telón de fondo, el presidente de Aberapi asegura que la luz verde al trampeo está siendo «un proceso lento y doloroso, como todos los que tienen que pasar por la Administración». Iglesias asegura que esta es la «única» alternativa para hacerle frente a la Vespa velutina. «Están estudiando parásitos que le afecten o depredadores naturales, pero todavía no han encontrado nada. A día de hoy lo más efectivo es la actividad preventiva: destruir a las reinas antes de que funden las colonias», sentencia antes de instar a una «colaboración activa» que permita ponerle freno. «Desaparecer, no va a desaparecer; pero, al menos, que podamos minimizar sus consecuencias», concluye.

El miembro de Aprova y Ava insiste en el error que conlleva delegar en los municipios. «La Junta, que tiene todo el potencial, debería velar por lucha contra la plaga y, para ello, preparar una brigada específica con la colaboración de diputaciones y ayuntamientos», plantea Gonzalo antes de aclarar que el principal reclamo de las asociaciones no son las subvenciones «como se tiende a pensar siempre», sino formación y medios.

Menos crítica

La reacción que despertó este permiso en la Asociación Avispa Asiática, cuya sede está en el municipio burgalés de Medina de Pomar, fue más positiva. O menos crítica. «No vale todo en la lucha contra esta especie invasora», comienza Roberto Puch, uno de sus miembros. Es ingeniero técnico agrícola y recuerda que «cualquier animal que no sea cazable está protegido por normativa». Por lo que, razona, «la Junta ha tenido que revisarla y verificar que merece la pena» antes de dar luz verde a esta práctica.

«Trampas sí, pero con cabeza». Esta es la máxima que defiende Puch, quien escucha todas las posturas. «Los expertos franceses aseguran que son contraproducentes porque caen avispas pero se siguen manteniendo los nidos», ejemplifica antes de recomendar, en cualquier caso, «ir asumiendo que hay que convivir con la avispa asiática dado su poder de adaptación».

A pesar de esta recomendación, la asociación burgalesa carga a sus espaldas con diferentes pinitos en esta lucha, como la financiación del diseño de un dron que elimina nidos inalcanzables. En 2015, Avispa Asiática intentó calmar la alarma social desatada por la aparición de 35 nidos de Vespa velutina en la comarca de Las Merindades y solicitó permiso al Seprona para poner diez trampas. Estuvieron colocadas un mes y capturaron a 27 reinas, pero el frío invernal sentenció su retirada. Un año después, intentaron otra actuación desde la Protección Civil de Villarcayo que quedó en agua de borrajas por falta de respaldo económico desde la Diputación burgalesa. Sin cesar en su empeño, pusieron sobre la mesa de la Administración un proyecto piloto que dispuso 40 trampas con dos atrayentes distintos para testar su grado de efectividad. La mezcla de zumo de arándanos, vino blanco y cerveza se impuso a la de miel y licor.

Puch explica que también han estudiado otros sistemas como el método troyano, en el que una avispa asiática expande entre sus compañeras de nido un veneno que previamente se le ha aplicado. Una fórmula que, a priori, es «muy buena pero está prohibida».

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