Diario de Valladolid

CONTRATACIÓN

La incertidumbre planea sobre la remolacha

La «complejidad» de la campaña pasada, atrasada por una primavera muy lluviosa, deja «menos producción y de menor calidad» / Las Opas denuncian que el precio de Azucarera se traduce en «desánimo» y «abandono del cultivo»

Un camión descargando remolacha en el municipio vallisoletano de Olmedo.-J.M. LOSTAU

Un camión descargando remolacha en el municipio vallisoletano de Olmedo.-J.M. LOSTAU

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Elsa Ortiz

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Estaba claro. No hacía falta sentarse con papel y bolígrafo para comprobar que los números no cuadraban. La rebaja del precio puesta sobre la mesa por Azucarera ha sembrado incertidumbre, dejando en jaque la rentabilidad de la remolacha. ¿Y qué esperaban?, se preguntan al unísono las Organizaciones profesionales agrarias (Opas) de la región. Era crónica de un declive anunciado, aseguran.

El reflejo de una campaña complicada, como fue la pasada, irradia en las expectativas depositadas en la presente. Las abundantes lluvias atrasaron su puesta en marcha y favorecieron la proliferación de enfermedades. Un escenario bastante desolador que este año la climatología parecía dispuesta a compensar con unas temperaturas idóneas para ponerse manos a la obra.

Pero ni el tiempo ni el control de las plagas juegan un papel determinante en el cultivo de la remolacha. La clave está en el precio y las primeras cifras de contratación que ven la luz, sin ser definitivas, también. La apuesta de Acor por mantener los 42 euros por tonelada consolida sus expectativas al crecer en más de 4.000 hectáreas. Azucarera, como era de esperar hasta para la propia empresa, tantea una pérdida próxima a las 6.000. Muchos remolacheros compartidos optan por poner sus cartas del lado de la primera cooperativa; otros tantos, simplemente, abandonan el cultivo. Las Opas, que reiteran su rechazo absoluto a la «ruptura unilateral» del Acuerdo Marco Interprofesional (AMI), levantan la voz de alarma.

ASAJA

La remolacha fue la excepción a la «buena cosecha» que una primavera muy lluviosa regaló el año pasado a Castilla y León. «Retrasó la siembra», contextualiza el presidente autonómico de Asaja para después traducir estas «complicaciones» en «menos producción y de menor calidad» que en la trayectoria hasta ahora seguida. «Para muchos agricultores, el resultado económico no ha sido tan satisfactorio como lo esperado o deseado», concreta Donaciano Dujo.

A este desfase del calendario remolachero le acompañaron enfermedades y problemas de malas hierbas. «Son cuestiones que desgraciadamente están ganando frecuencia por la falta de herbicidas o insecticidas, dado que la Unión Europea está prohibiendo materias activas», explica al asegurar que la limitación de productos hacen que «muchas veces las plagas sean más difíciles de controlar».

La «incertidumbre» derivada de una «sinrazón» tiene las riendas, a juicio de Donaciano, de la presente campaña. «El único aspecto negativo es el precio, puesto que el riego está garantizado casi en su totalidad y las tierras en estos momentos están en buenas condiciones», apunta antes de denunciar que este «era un año propicio para haber sembrado toda la remolacha que se hubiese querido y más, pero este contratiempo va a hacer que baje de manera considerable la superficie».

Cuando el máximo responsable de Asaja en la Comunidad habla de «contratiempo» se refiere al cambio de contratación de Azucarera con el consiguiente «desánimo» del sector e, incluso, «abandono del cultivo» a favor de otros más rentables. «Mientras Acor mantenga los 42 euros va haber una fábrica y una superficie garantizada próxima a las 15.000 hectáreas, que es lo que puede asumir. Si Azucarera no recula, pone en peligro el resto», concluye.

UPA-COAG

El coordinador de la alianza Upa-Coag apunta a León como la zona más perjudicada por «grandes problemas derivados de la climatología» en la temporada anterior. «Se registraron rendimientos muy bajos, con cerca de 80 toneladas afectadas por la cercospora. Creíamos que la enfermedad estaba totalmente controlada y ha vuelto a resurgir», recuerda Aurelio González.

La diferencia entre sembrar y no hacerlo la marca el precio. «Si bajan de golpe 6,50 euros, quitan el margen de maniobra y la rentabilidad del cultivo. Y, desde luego, la gente no es tonta», critica para añadir un matiz: «antes parecía que los remolacheros no sabían atender a otra cosa, ahora ya está asumido que existen muchas alternativas».

González aplaude la conservación del precio de Acor, que ya les permite «estar por encima» de las cifras de otros años y «cumplir con creces sus planes». Confía, por otro lado, en que Azucarera «eche marcha atrás bien porque entre en razón o bien porque el recurso al arbitraje les obligue a cumplir con lo pactado». Insiste en que con «su pretensión de pagar unos 25 euros, a los que hay que sumar los diez de ayuda, no salen las cuentas» puesto que, asegura, solamente los «costes de regadío» ya se llevan esa cantidad.

El coordinador de Upa-Coag adelanta que la filial de British Sugar tendrá «problemas» en el área de La Bañeza «agravados por el desánimo derivado de la campaña anterior» y en Toro, donde «incluso pueden darse dificultades» para mantener operativa la planta «Creo que se han confundido. Con esa visión de futuro se pueden cargar el cultivo», advierte antes de poner en sobreaviso: «luego que no nos pidan responsabilidad a los agricultores y sembrar a pérdidas para mantener las fábricas abiertas por los puestos de trabajo o el movimiento que generan». La responsabilidad, insiste para concluir, recae «exclusivamente en una empresa que rompe el acuerdo marco de forma unilateral y no hace las cosas bien, a pesar de haber recibido apoyo público».

UCCL

Para el responsable de la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL), «la suerte ya está echada». Aunque los datos aun no son los definitivos, Jesús Manuel González Palacín asevera que «a estas alturas» la decisión de sembrar ya está tomada. «Mucho más de lo que hay no se va a contratar. Quizá León, que es la zona más atrasada, puede ampliar pero muy poco», afirma antes de apreciar que el descenso es «brutal».

Al «miedo» resultante de una campaña que dejó «mucho que desear», González Palacín suma los precios planteados por Azucarera. «Con el margen que ofrece, hay que tener unas producciones altísimas para cubrir costes. Mucha gente no es capaz y, por consiguiente, no siembra», razona antes de puntualizar que algunos remolacheros «no tienen más remedio» que seguir adelante porque «empezaron tarde la rotación y sino tienen que devolver dinero».

La escasez de agua que, de momento, caracteriza este año «no debería» traer inconvenientes. «La situación de los embalses no es mala», matiza antes de sentenciar que el factor «determinante» es el precio. «Acor lo mantiene, tiene remolacheros e incluso amplia; Azucarera lo baja, sus agricultores se desaniman y no siembran», simplifica.

El coordinador de la UCCL explica que es «pronto para hablar de enfermedades» pues «suelen venir siempre de la mano de otoños húmedos y fríos». Pero anticipa que «condiciona mucho» hacer tratamientos a lo largo del año. «En el precio está la clave también de la sanidad vegetal, lo determina absolutamente todo», asevera tras comentar que el desánimo cala igualmente en la atención al cultivo.

A su entender, el futuro de este eje «estratégico y fundamental» en la región dependerá de cómo «evolucione el precio del azúcar a nivel internacional» así como de las medidas que se pongan en marcha para proteger la remolacha. «Europa no ha estado a la altura y no ha sabido reaccionar ante este tsunami que ha arrasado en el sector», sentencia González Palacín.

ACOR

El pasado 30 de enero Acor ponía punto final a una de las campañas «más complicadas» que recuerdan y «la peor, en cuanto a rendimientos, de la última década». La extrema sequía de 2017 dejó bajo mínimos las reservas de agua y hubo agricultores que prefirieron asegurar la siembra en otro cultivo. La humedad excesiva de la primavera hizo que muchas parcelas reservadas no reuniesen las condiciones óptimas para ella, además de provocar un retraso importante en las fechas de inicio y problemas fitosanitarios.

«El problema principal fue que los dos primeros tercios de la temporada se trabajaron con precipitaciones. No grandes cantidades pero casi todas las semanas llovió algo, manteniéndose la humedad en las parcelas en una época en la que las pocas horas de sol y las bajas temperaturas dificultan que la tierra se seque», contextualiza el jefe de cultivos, Francisco Sánchez.

Como consecuencia de esta suma de factores, se molturaron «902.201 toneladas físicas con un rendimiento medio de 89 toneladas por hectárea», resume. Sánchez recuerda que en la campaña pasada se contrataron «unas 10.200 hectáreas», que se traducen en «1.173.728 toneladas de remolacha».

En pleno periodo de contratación, esta sociedad remolachera ya se mueve en torno a las 11.000 hectáreas. Las expectativas de Acor apuntan a las 14.500 y, aunque es pronto para sacar conclusiones, el mantenimiento de los 42 euros es un buen aval. «Por debajo de ese precio hay agricultores que abandonan», apunta el jefe de cultivos para después matizar que el socio individual abarca el 94% de la contratación que ha crecido en comarcas como Tordesillas, Rioseco-Mayorga, Medina del Campo Sur y Toro.

AZUCARERA

Prácticamente acaba de cerrar las puertas de su planta de La Bañeza a la temporada pasada en la que «una siembra tardía, temperaturas atípicas y ataques muy agresivos de cercospora» han devuelto unos resultados «peores de los esperados». A pesar de ello, la directora agrícola de Azucarera considera que la campaña fue «razonablemente limpia» con «cerca de 18.000 hectáreas» que se traducen en unas 1.300.000 toneladas de remolacha molturada.

Salomé Santos desvela que la contratación funciona con «velocidades diferentes» en cada fábrica. En Miranda de Ebro, que está «prácticamente terminada», estima que sobrepasarán «con creces las 3.000 hectáreas». En Toro, la filial de British Sugar está pendiente del «reparto de remolacheros compartidos» con Acor, pero rondará «las 4.000». Y en el caso de La Bañeza, que llegan más tarde, estarán «próximos a las 4.500».

Las previsiones de Azucarera suman cerca de 12.000 hectáreas, una cantidad que dista bastante del año pasado. «Aunque hay que esperar hasta finales de abril para conocer una cifra exacta, está claro que tendremos menos superficie tras el cambio de fórmula», asevera para explicar que la empresa era «consciente de que la incertidumbre» tras la bajada a los 36 euros por tonelada iba a pasar factura. A día de hoy, las previsiones de Azucarera ya contemplan una subida de tres euros hasta los 39.

El descenso en la contratación era una repercusión esperada. «Sabíamos que, a pesar de hacerlo con toda la legitimidad del mundo porque así estaba recogido en el AMI, la modificación del modelo nos iba a costar algunas hectáreas», reconoce Santos antes de insistir en la importancia de «adaptar el negocio al nuevo contexto» tras la desaparición de las cuotas que protegían el mercado en 2017.

Azucarera afronta esta campaña como un «proceso de transición y de ajuste del modelo». Tienen la certeza que en la temporada 2020/2021 recuperarán la superficie perdida «con un modelo de negocio mucho más sólido».

Santos garantiza que «la remolacha tiene mucho futuro y sigue siendo un cultivo muy interesante», pero entiende que el agricultor es «quien mueve ficha» y decide si le compensa sembrar.

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