Diario de Valladolid

El excedente chino acentúa el declive de los precios del ajo

Los productores consideran que esta tendencia que arrancó en 2016 puede revertirse con «una rebaja considerable de la siembra» / Apuestan por exprimir la variedad blanca «autóctona»

Campo de cultivo de ajo en la zona segoviana de Vallelado.-E. M.

Campo de cultivo de ajo en la zona segoviana de Vallelado.-E. M.

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Elsa Ortiz

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Si plasmásemos el cultivo de ajo de Castilla y León en un calendario, las cruces de la cuenta atrás irían según lo previsto. Las siembras tempranas fueron en octubre, mientras que las más tardías llegaron en noviembre y diciembre. ¿Qué corresponde a los primeros coletazos de marzo? «Ahora los ajos se están haciendo». 

Durante este periodo de tiempo, las labores avanzaron sin problemas reseñables. Las lluvias de noviembre supusieron un «pequeño parón» que no impidió retomar el ritmo de trabajo. «Las cosas se han hecho a su tiempo y bien», sentencia el presidente de la Asociación de Productores del Ajo de Vallelado. «Un año tan bueno en lluvias» se ha visto reflejado, según explica Óscar Cuéllar, en los riegos. «Los ajos tempranos, que requieren secarlos y regarlos, se encontraron con que no paraba de llover; mientras que los tardíos ya contaban con humedad en la tierra», matiza. Esto se reflejó, a nivel nacional, en pérdidas de en torno al 20%.

Solo hay un aspecto que Cuéllar extrapola, con los mismos tintes críticos, de la anterior campaña: los bajos precios. «La tendencia sigue siendo la misma y, de momento, no se vislumbra ningún cambio», lamenta. El buen sabor de boca que dejaron las cifras «muy altas» de la temporada 2016 abrió la veda a una mayor siembra que repercutió en la siguiente con el «declive de los precios», una línea que se mantuvo en 2018. «Es muy difícil que la cosa se ponga peor», augura tras apuntar que ya «no pueden reducirse mucho más».

Esta preocupación constituyó, precisamente, uno de los puntos de la última reunión celebrada por el Grupo de Contacto de Ajo Hispano-Francés. El análisis del sector a nivel nacional y europeo pone de manifiesto que tanto en Francia como en Italia el precio es superior al español. «Sin embargo, hay que tener en cuenta que la producción en ambos países es deficitaria», contrarresta el presidente de la Mesa Nacional del Ajo. Julio Bacete asegura que «necesitan comprar fuera de su país, preferentemente en España donde, por el contrario, se produce más de lo que se consume».

CHINA

Entender este contexto requiere también un salto de continente pues China, principal abastecedor del país, juega un papel relevante. Su elevada producción presiona los precios a la baja del ajo español y, aunque la disminución de la siembra es notable con respecto al año anterior, «el excedente que aun queda no permite ser muy optimistas», confiesa Cuéllar quien, a modo de ejemplo, cuenta que el ajo cortado ronda los 60 céntimos.

Con este escenario de fondo, la clave de la rentabilidad de este cultivo estaría en los ajos chinos, concretamente en «una rebaja considerable de su siembra» de la que quizá deberían tomar nota, en menor medida, el resto de países productores. En este sentido, cabe reseñar que España alcanzó en 2018 una cifra histórica con más de 250 millones de kilos y más de 26.000 hectáreas de superficie, entorno a un 9% –unas 2.200– en Castilla y León. «Para que un producto consiga mantener un precio alto, en términos generales, tiene que haber escasez del mismo», comenta el presidente de la Asociación de Productores del Ajo de Vallelado.

VIRUS

La campaña de 2018 tuvo tintes innovadores para la Comunidad, pues fue la primera en la que se sembraron semillas «libres de virus», como también se hace en Navarra. Su paso previo por el laboratorio –un año– hace que tengan «más producción puesto que genéticamente están limpias, es decir, no deberían padecer ninguna enfermedad». Las conclusiones, a priori, ya ponen sobre la mesa «rendimientos más altos» que se quieren aprovechar, confiesa Cuéllar, para exprimir la línea del ajo blanco «autóctono», ya que Castilla y León, explica, es «prácticamente la única región» que cuenta con ella.

El responsable de la agrupación apunta a la parálisis cerosa, un problema que surge postcosecha, como el principal enemigo de todas las variedades del ajo que «resiste, incluso, en estas semillas sin virus». Su origen es desconocido, sin embargo, ya se relaciona con «el problema climático y las altas temperaturas en diferentes etapas del cultivo».

La primera semana de julio está marcada en este calendario castellano y leonés como tiempo de cosecha ajera, aunque las labores comenzarán realmente unos 15 días antes con la recogida de la variedad temprana.

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