Diario de Valladolid

«El mejor plan contra la plaga de topillos es la quema controlada»

Los profesionales ven con escepticismo el nuevo plan de control del roedor recién presentado por la Junta / Se ven «indefensos» frente a la prohibición de los tradicionales fuegos y los raticidas

Un agricultor sostiene un topillo capturado en un campo de cultivo de la Comunidad de Castilla y León.-ALFONSO PAZ

Un agricultor sostiene un topillo capturado en un campo de cultivo de la Comunidad de Castilla y León.-ALFONSO PAZ

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Santiago G. del Campo
Valladolid

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El Consejo de Gobierno de la Junta aprobó el jueves la ‘Estrategia integrada’ para controlar las plagas del topillo. Un conjunto de medidas que no satisface a las Organizaciones Profesionales Agrarias (Opas), que ven más efectivo, e incluso más ecológico, luchar contra el roedor con los métodos tradicionales de toda la vida. Y por encima de todos, las quemas controladas de rastrojos.

La consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos, explicó el nuevo programa, que establece un conjunto de actuaciones destinadas «a minimizar los riesgos» con «medidas que compatibilizan las necesidades productivas agrarias con las del entorno ambiental», aseguró. La estrategia pretende controlar la presencia de topillo campesino mediante «un programa de gestión a largo plazo», en vez de llevar a cabo «actuaciones temporales», como «así lo recomienda la Comisión de Roedores y Otros Vertebrados», expuso, «ante la recurrencia de los repuntes que se viene observando en la Comunidad en los últimos años».

Una estrategia «compatible y respetuosa con la conservación de los ecosistemas, la biodiversidad y los recursos naturales de Castilla y León, y que contará con agricultores colaboradores que ayuden a detectar el problema», informó la también portavoz del Gobierno regional.

El programa se divide en seis capítulos. El primero establece el ámbito de aplicación, así como el nivel de riesgo graduándolo en colores: verde, amarillo, naranja y rojo. El segundo establece los objetivos de la monitorización y vigilancia de las poblaciones de topillo. El tercero está dedicado a las buenas prácticas voluntarias como medidas preventivas, con la potenciación del control biológico a través del uso de cajas nido; el manejo de recintos y parcelas agrícolas mediante remoción del terreno, descompactando la tierra o dejando el rastrojo con la mejor altura posible; y actuando sobre las vías de dispersión limpiando la cubiertas vegetales, linderos, caminos y regatos. Incorpora, además, prácticas fitosanitarias mínimas.

El cuarto capítulo se centra en las actuaciones fitosanitarias obligatorias cuando se alcanza el nivel naranja o rojo. El quinto, en las medidas de coordinación administrativa, con la constitución de un equipo de coordinación formado por técnicos de la Consejería. Finalmente, el capítulo sexto recoge el régimen sancionador, para el que se aplicará la Ley 43/2002 de 20 noviembre, de sanidad vegetal. En el caso de incumplimiento podría haber desde apercibimientos hasta multas de entre 300 euros hasta los tres millones.

Se trata de unas medidas que no convencen al presidente de Asaja Castilla y León, Donaciano Dujo. «Si alguien tiene experiencia en plagas de topillos es Asaja, porque siempre se inicia en Palencia, donde es la organización mayoritaria. Si alguien ha sido protagonista y peleona en este tema fue Asaja», recordó. «El primer deseo es que no haya ni focos ni plaga, y es la necesidad que tenemos, porque desde luego, con las medidas que se han aprobado el jueves en el Consejo de Gobierno, no se puede erradicar en caso de que haya plagas», lamentó.

«Está muy bien la vigilancia y la información, pero una vez que está el topillo, tiene que haber medidas para la erradicación, eficaces y urgentes. Una de esas medidas es la limpieza, como la limpieza de cunetas, regueras, rastrojos y demás, que se puede hacer de forma mecánica». Se trata del sistema que se está utilizando ahora, pero todo eso se puede hacer de forma más sencilla y efectiva «con quemas de rastrojos», aseguró. Si eso no se permite, como ocurre ahora, «estamos perdiendo una de las medidas más eficaces».

La otra medida, explicó Dujo, es el raticida. «Si tampoco se permite, no hay ninguna solución para erradicar la proliferación. Y entonces, más vale que nos encomendemos a Dios, porque si es por las medidas de la Junta, podríamos estar ante una plaga como la de 2007».

De parecida opinión es el coordinador de la Alianza Upa-Coag, Aurelio González. «No sé si habrá plaga, pero es bueno que desde la Consejería se vaya previendo», apuntó. Sin embargo, «sólo se han formalizado una serie de puntos, con la figura del agricultor colaborador para vigilancia, pero se necesitan medidas concretas, y ahí estamos muy atados de pies y manos por sensibilidades ecologistas», lamentó.

«Se prohíbe usar veneno, se prohíbe quemas de rastrojos... Yo veo en otros sitios de España que sí se hace y no pasa nada, pero en Castilla y León debemos de ser tontos», aseguró. «La cuestión es: muy bien de cara a un plan preventivo, pero lo importante es qué medidas se pueden tomar. Creemos que las quemas controladas son fundamentales, porque eliminas una vegetación vieja y así, la habrá nueva y será mejor para las aves rapaces».

González demanda, por ello, que «se nos respete las culturas tradicionales, porque por un lado se está pidiendo el uso de menos herbicidas y productos químicos, y por otro, otras soluciones se nos prohíben».

Por su parte el coordinador de la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL), Jesús Manuel González Palacín, cree que, en caso de plaga de topillos, el plan de la Junta «no vale para nada». En primer lugar, porque «carga con toda la responsabilidad a los agricultores y ganaderos». UCCL insta a que se realice un estudio técnico, científico, «para que se pueda quemar una parte de los rastrojos, para reducir los trabajos con aperos».

Se trata de una solución que Palacín ve más ecológica que hacerlo por medios mecánicos, puesto que «el CO2 que emite la paja quemada es menos que el CO2 que va a emitir el gasóil de las máquinas». A su juicio, las quemas de rastrojos en partes de las explotaciones son «fundamentales para la reducción de fitosanitarios, y además es ecológico».

«Una sentencia judicial decía que no estaba suficientemente documentada la conveniencia de las quemas, pero se puede hacer un estudio científico y riguroso, para ver que esta práctica es perfectamente compatible», reiteró Palacín, que considera fundamental «trabajar desde la prevención».

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