Diario de Valladolid

Una campaña apícola con incierto final

La campaña viene lastrada por la última sequía, con una producción de polen muy baja y un sector dedicado a reponer las bajas

María Valdivieso, apicultora de La Bureba (Burgos) muestra un panal de abejas.-E.M.

María Valdivieso, apicultora de La Bureba (Burgos) muestra un panal de abejas.-E.M.

Publicado por
Antonio García

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La campaña apícola de este año viene marcada en la Comunidad por varias circunstancias del pasado y del presente, que influirán en el balance final, aunque hay aspectos definitivos que son constatables, como la producción de polen, que ha resultado muy baja.

Los expertos en la materia coinciden en señalar que la producción de este año viene lastrada por la sequía de 2017, que hizo que se produjera una importante mortandad, debido a la falta de comida.

Esta circunstancia hizo que los apicultores, durante la pasada primavera, en lugar de producir polen, se centraran en la reposición de las abejas para cubrir las bajas.

En este sentido, el apicultor salmantino, Santiago Reina, señala gráficamente que su gremio «no se ha dedicado a recolectar polen, sino a cubrir las abejas muertas». «Mueren y repones, pero merma la rentabilidad», añade Reina, coincidiendo en su explicación con el coordinador de La Alianza UPA-COAG, Aurelio Pérez, que no duda en tachar de «mala» la campaña de polen.

Sin embargo, Pérez reconoce que esta circunstancia ha contribuido a que el año haya sido «muy bueno para hacer enjambres», ya que se han «rellenado cajas» y «renovado reinas»; sin embargo, admite que la cosecha de primavera «se quedó al 50%» respecto a una normal, ya que la comparativa no puede realizarse con el desastroso 2017.

Estas circunstancias han hecho que la campaña venga con algo de retraso y lastrada, no sólo por la sequía del año pasado, sino también por la cantidad de «lluvia, frío y viento» que han hecho que a juicio de Santiago Reina, los campos presenten un aspecto «engañoso», que da lugar a equívocos respecto a la apicultura.

Al respecto, María Valdivieso, una apicultora que tiene sus colmenas en la zona de La Bureba burgalesa, apunta que estas condiciones meteorológicas, además de lastrar la cosecha, también la ha «ralentizado» en varias zonas de Castilla y León. Así, mientras Valladolid va por delante del resto, las provincias de Salamanca, Zamora o Burgos, van algo retrasadas.

Después de la larga espera, Valdivieso confía en que la «explosión» del campo «en poco tiempo», puede contribuir a que el final de la cosecha sea algo mejor en las zonas de roble y encina, gracias al mielato.

El coordinador de La Alianza considera que si la mela de la encina y el roble es buena, «se puede salvar el año» en esta Comunidad que cuenta con unas 4.000 explotaciones, aunque sólo hay 580 profesionales de la apicultura. El resto son explotaciones muy pequeñas.

Salamanca es la provincia que concentra la mayor parte de las colmenas que existen en Castilla y León, con 350.000 del medio millón repartidas por la Comunidad, según los datos aportados por Aurelio Pérez, quien coincide con Valdivieso en que la campaña podría salvarse este año, en función de la evolución de estos últimos meses, vinculados al mielato de encinas y robles.

De esta circunstancia estarán muy pendientes, especialmente en la provincia de Salamanca, donde se concentra la mayor parte de apicultores, pero donde también existe una gran cantidad de este tipo de bosques.

En función de que cómo evolucionen los próximos meses, hasta llegar a septiembre o, si se prolonga la campaña, el mes de octubre, no se podrá saber si este año los apicultores saldrán relativamente airosos, después de un 2017 para olvidar, en que no hubo producción.

María Valdivieso apunta que en su caso, que es una apicultora «estante», no sólo depende de las condiciones meteorológicas, sino también de los apicultores ‘trashumantes’, que también los hay y cuya presencia repercute en los rendimientos del resto, allá donde se desplacen. Además, lamenta que haya «mucha gente» que, pese a trabajar con abejas, «no se dé de alta».

Junto al resultado de la campaña de este año, los apicultores también están pendientes, como la sociedad en su conjunto, de la expansión de la peligrosa vespa velutina, también conocida como avispa asiática, cuya irrupción en Castilla y León afecta al norte y fundamentalmente a las provincias de Burgos y Palencia. Según señala Aurelio Pérez, por el momento se encuentra focalizada en zonas de poca altura, aunque no es descartable que en el futuro pueda llegar a otros puntos de la Comunidad.

En este sentido, la organización agraria Coag ha trabajado con sistemas de detección que han sido empleados por la Consejería de Agricultura y Ganadería.

En este contexto, Pérez ha explicado que entre las propuestas formuladas figuraban explotaciones centinela de trampeo para hacer frente a una situación sobre la que a su juicio se están diciendo muchas cosas que no responden a la realidad. Incluso, habla de que en algunos casos se facilita información «falsa», para tratar de evitar la presencia de los apicultores ‘trashumantes’ en determinadas zonas.

Tras reconocer que se trata de un asunto «muy difícil de combatir», Aurelio Pérez admite que va a haber que hacerse a la idea de que «será necesario convivir con ella». En el caso del norte de Burgos, María Valdivieso señala que la presencia de la avispa asiática se remonta a hace un año. Para combatir la presencia y la peligrosidad de la vespa velutina, Aurelio Pérez plantea la necesidad de que las comunidades de Castilla y León, Asturias, Cantabria y País Vasco, colaboren en la elaboración de un programa común de control y eliminación de nidos, con independencia de ideologías.

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