Diario de Valladolid
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MATÍAS LLORENTE
Valladolid

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En los últimos tiempos se está hablando mucho de despoblación en el mundo rural, de sus causas e incluso de posibles soluciones que llenan titulares de prensa pero que no logran cambiar una tendencia y una problemática que llevamos arrastrando durante más de cuarenta años, con la paradoja de que los que más hablan son los que abandonaron el pueblo.Los avances de la sociedad, en lugar de solucionar esta problemática, están agravando la situación. A título de ejemplo, vemos como la brecha digital aumenta con cada nuevo avance tecnológico y también vemos como este tipo de servicios no sólo son más efectivos en las ciudades sino que también son más baratos.

La falta de población está siendo utilizada por las distintas administraciones como excusa para ir limitando y eliminando servicios que son básicos y que, en muchas ocasiones, pueden suponer el estímulo necesario para que una familia decida asentarse o no en el medio rural.

Es ya casi una tradición estival ver en la prensa el número de escuelas rurales que se cerrarán durante el siguiente curso en nuestra provincia o la masificación de los consultorios rurales en verano durante las pocas horas que permanecen abiertos sin que nadie haga nada para remediarlo.

Por otro lado la crisis del sector agrícola y ganadero, la falta de alternativas incluso a nivel provincial y la inexistente reactivación económica del mundo rural hacen que cada vez sean menos los valientes que decidan permanecer en nuestros pueblos.

Los necesarios avances tecnológicos del sector primario no sólo deberían haber dignificado esta profesión, también deberían haber acercado el mundo de los pueblos al de las ciudades. Para ello sería necesario que las distintas administraciones apostaran por el desarrollo en nuestros pueblos, por apoyar la llegada de forma digna de las nuevas y necesarias tecnologías para un sector que se está modernizando a pasos agigantados sin que en la mayoría de los pueblos haya la cobertura suficiente para una agricultura o ganadería de precisión.

Finalmente me gustaría reflexionar sobre un fenómeno que me parece digno de mención, en los últimos años hemos pasado de ver la peregrinación desde la ciudad a los pueblos, incluso cabeceras de comarca, de secretarios de ayuntamiento, médicos, maestros, etc. a ver una nueva peregrinación de agricultores y ganaderos desde la ciudad al pueblo para desempeñar su trabajo, con la incertidumbre de saber si alguna banda de delincuentes les habrá desvalijado o no las costosas instalaciones y la maquinaria que guardan en su despoblada localidad natal.

Es cierto que las circunstancias personales de cada uno son distintas y que, lógicamente, todos tenemos derecho a elegir libremente nuestro lugar de residencia pero yo creo que casi todos coincidimos en que es una pena y muy arriesgado que nuestros pueblos se conviertan en urbanizaciones que sólo abren en verano o en almacenes de maquinaría también con apertura limitada.

Matías Llorente es secretario General de UGAL-UPA

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