Diario de Valladolid

PERFIL

Emprendedores rurales con genética agraria

De los once hermanos, solo tres, Pilar, Rodrigo y Toño, trabajan en el medio rural dedicados al campo, el ovino y la producción de quesos

Rodrigo, Toño y Pilar Blanco Gutiérrez, tres hermanos comprometidos con el medio rural.-E.M.

Rodrigo, Toño y Pilar Blanco Gutiérrez, tres hermanos comprometidos con el medio rural.-E.M.

Publicado por
Marisol Calleja

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Sus padres no querían que se quedaran en el campo. Rodrigo y Puri, agricultores y ganaderos de los de antes, criaron y formaron a sus once hijos para salir del medio rural. Seguramente, como explica Pilar, de 49 años, para que tuvieran la oportunidad de optar por un oficio «menos esclavo» que el suyo. Aún así, la voluntad propia en algún caso, y la crisis económica, en otro, ha hecho que finalmente tres de los once hermanos de la familia Blanco Gutiérrez vivan actualmente vinculados a su pueblo, Jabares de los Oteros (León).

Rodrigo, el mayor, que ahora tiene 59 años, lo tuvo siempre muy claro. Formado como maestro, nunca dudó de que su futuro pasaba por el campo. Terminó sus estudios, apenas impartió unas clases particulares, y enseguida se dedicó a hacer lo que más le gustaba, en este caso, la agricultura. En Jabares formó su familia y allí empezó con sus padres a ocuparse de las tierras y el ganado, principalmente vacas y cerdos. Ahora comparte con su hermano pequeño, Toño, las tareas agrícolas y ganaderas gestionando una explotación de ovino de más de 700 ovejas de la raza Assaf.

Toño es el segundo de los hermanos vinculado al medio rural. Una vez finalizado el COU, trabajó fuera, en otras empresas, aunque finalmente decidió volver a su casa, y entrar en la explotación familiar. Fue él precisamente el que introdujo las ovejas, que ahora son la base de su ganadería. Con la jubilación de sus padres, los hermanos Blanco dejaron también las vacas y el porcino. Se puede decir que Rodrigo se ocupa en este momento de la parte agrícola y Toño, de 44 años, es el encargado de los animales.

Ambos viven «felices» en su pueblo, haciendo lo que les gusta, conscientes, eso sí, de que el ovino no atraviesa precisamente uno de los mejores momentos. Los precios no acompañan y la sequía complica la obtención de forrajes. El medio rural necesita apoyo y, para Rodrigo, ese respaldo debe llegar a los que viven realmente en pueblos, a través de medidas «efectivas». Amante del campo, cree que su hijo seguirá sus pasos, no en vano, estudia Ingeniería Agrícola. «Esta es una buena forma, dice, de vivir libremente».

Quizás el caso más sorprendente, por lo inesperado, es el de Pilar. Formada en relaciones laborales, trabajó en Madrid catorce años. Por motivos personales, regresó a León, donde desempeñó tareas de administración. La crisis económica y el desempleo, después, la llevarían finalmente a su pueblo, donde puso en marcha una quesería. Era algo de lo que ya habían hablado entre los hermanos. De hecho, para la inversión contó con la ayuda de su extensa familia. «Estamos muy unidos, siempre nos hemos apoyado», explica orgullosa.

En 2015 sacó la primera producción de quesos de oveja ‘Praizal’, con una trayectoria más que exitosa. Solo un año después, el Salón Gourmet de Madrid premió su elaboración como el mejor queso de oveja de España, lo que supuso un gran «impulso» en este nuevo proyecto empresarial, además de otros reconocimientos como el de la Feria de los Productos de León. Para sacar su plan adelante estuvo formándose casi dos años. Ahora, transforma parte de la leche de las ovejas de la familia, unos 500 litros, con una producción de alrededor de 60 quesos a la semana, principalmente semicurados.

Pilar es una de esas mujeres valientes, que ha resurgido de sus cenizas, y que ahora confía en que esta apuesta ligada al territorio, a su ADN familiar, y que le «apasiona», se consolide como un proyecto «estable» de vida, que le permita desarrollar una profesión que le está dando muchas alegrías.

Pilar reconoce que en Jabares tiene «todo» lo que necesita. Le gustar vivir a caballo entre su pueblo y León, sin perder de vista a su hija de 17 años. Llama la atención sobre lo mucho que ha cambiado el trabajo en el campo, sobre todo, a nivel de maquinaria. «La ganadería sigue siendo un oficio de 365 días al año», subraya. Aún así, estos tres hermanos exhiben con «orgullo» su profesión y su familia. Esa gran familia, cuya huella agrícola y ganadera persiste en este pequeño municipio leonés.

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