Diario de Valladolid

ALBA DE TORMES 

El corazón teresiano de Castilla

Entre las aguas del Tormes y las huellas del misticismo, este pueblo salmantino guarda el legado más íntimo de Santa Teresa de Jesús

Monasterio de las madres carmelitas descalzas en Alba de Tormes. En la imagen una vista del exterior.

Monasterio de las madres carmelitas descalzas en Alba de Tormes. En la imagen una vista del exterior.ICAL

Publicado por
Henar Martín Puentes
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A orillas del río Tormes, a tan solo 20 kilómetros de Salamanca, se alza Alba de Tormes, una villa que respira historia, fe y tradición. Su nombre está inevitablemente ligado al de Santa Teresa de Jesús, la mística carmelita que encontró aquí el final de su vida terrenal y el inicio de su leyenda. Cada rincón de la villa ducal está impregnado de su obra. Fue en octubre de 1582 cuando Teresa de Cepeda y Ahumada llegó enferma al convento de las Carmelitas Descalzas de Alba, fundado por ella misma años antes. Allí, rodeada de sus hermanas y bajo el amparo de la poderosa Casa de Alba, murió el 4 de octubre, dejando tras de sí una huella imborrable en la espiritualidad cristiana y en la historia de España.

El nombre de la Santa está más presente que nunca estos días, ya que se celebra el ‘Día de Teresa’. La celebración de las Fiestas Patronales de Santa Teresa de Jesús tiene lugar anualmente del 14 al 22 de octubre, honrando a la patrona de la villa. Durante estas fiestas, se realizan eventos religiosos como misas y procesiones, además de actividades culturales, deportivas y taurinas, atrayendo a numerosos visitantes. Se trata de una ocasión perfecta para hacer una escapada y descubrir su figura. Lugares como la Basílica de Santa Teresa, construida en el siglo XIX, y el Monasterio de la Anunciación, donde descansan sus restos incorruptos, son el epicentro de la devoción teresiana. Peregrinos y visitantes de todo el mundo llegan a este rincón castellano para rendir homenaje a la Santa, cuya figura trasciende la religión y se adentra en la literatura y la cultura universal.

Más allá del fervor espiritual, Alba de Tormes ofrece también un paseo por la historia: el castillo ducal, las iglesias mudéjares, las calles empedradas y las vistas sobre el Tormes invitan al visitante a detenerse y contemplar la mezcla de fe, arte y paisaje que caracteriza al lugar.

COCINA CARMELITANA

Su gastronomía es otra de las excusas perfectas para dejarse perder entre sus platos. Una cocina sencilla y espiritual, nacida del silencio conventual, que ha trascendido los muros del monasterio para impregnar la vida cotidiana y las mesas de la villa ducal. En ella se emplean ingredientes humildes, productos del huerto, legumbres, pescado en días de abstinencia y dulces elaborados con lo que ofrecía la despensa conventual. Sin pretensiones, pero con mimo. Platos como los potajes de vigilia, las sopas de ajo o el bacalao con garbanzos representan ese espíritu de austeridad que, sin embargo, encierra una gran riqueza culinaria. Hoy, Alba de Tormes reivindica esa herencia espiritual y gastronómica a través de iniciativas como las Jornadas de Cocina Carmelitana, un evento anual que se celebra en junio y que reúne a restaurantes, reposteros y vecinos en torno a la recuperación de recetas conventuales.

Visitar Alba de Tormes es recorrer los últimos pasos de Santa Teresa, pero también sumergirse en la esencia más pura de Castilla: sobria, silenciosa y llena de profundidad.

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