LA BODEGUITA DE SANSEGUNDO (ÁVILA)
El legado vivo de Emilio Rufes
Augusto Rufes mantiene viva la esencia de esta bodega que abrió hace casi tres décadas con un nuevo concepto del disfrute del vino en la ciudad de Ávila

Augusto Rufes, hijo del fundador, ha mantenido vivo el espíritu de la bodega.
Si alguien encarna la bonhomía personalizada ese fue Emilio Rufes. El que representara durante 12 años la presidencia de la Asociación de Sumillería de Ávila fue un precursor en la forma de entender y acercar el vino al público. Abrió un 8 de abril de 1998 una pequeña taberna en la calle San Segundo, en pleno centro de la capital abulense. «Desde los 80 mi padre estuvo moviéndose entre bodegas como distribuidor de vinos. Conoció de cerca el nacimiento de denominaciones de origen como Ribera del Duero. Se embarcó en este proyecto para acercar este mundo a la gente de su ciudad. Introdujo el concepto de beber vinos por copas, hoy tan extendido. Mi padre introdujo una filosofía que se ha mantenido durante el tiempo que cualquier persona pudiera degustar cualquier tipo de vinos a cualquier precio por copas», comenta Augusto, su hijo, quien tomó el relevo en la gestión del local en 2023, tras su repentina pérdida. En este tiempo han querido preservar su esencia, mantener su cuidada cava, y conservar vivo ese espíritu con el que nació. «Comenzó como un lugar de encuentro para el tapeo de los abulenses, un espacio que en su origen disponía de tienda de productos gourmet hasta convertirse en la actualidad en un restaurante que hace alarde de los mejores productos de la zona», añade.
No es un restaurante al uso. Ni tampoco un gastrobar. Ni una vinoteca. La Bodeguita de San Segundo es un lugar de encuentro, una tasca como las de antes, con ese ambiente y el encanto de los bares castizos, donde se conocen los nombres de cada uno de los allí presentes. Donde la gente se junta para charlar, departir sobre la vida y de paso, disfrutar de un buen vino. «Mi padre organizaba todos los jueves una tertulia a la que venían intelectuales, escritores, profesores, se juntaban en torno a una mesa a beber vino y a día de hoy mantenemos esa tradición».
Un templo del vino
Su establecimiento se ha convertido en un templo del vino donde caben elaboraciones de todos los rincones del mundo, pero siempre defendiendo lo de casa. «Lo primero que apoyamos son los vinos de Ávila, de Cebreros, aunque también contamos con una rica selección de vinos de Castilla y León. Defendemos mucho lo nuestro aunque te puedes encontrar con vinos argentinos, franceses, algún italiano o portugués». En definitiva, un destino marcado en rojo para los amantes de los vinos, donde podemos encontrar de todo, incluido el Marco de Jerez. El sitio ideal para tomarte una manzanilla de grifo. El establecimiento, que ostenta un Solete de la Guía Repsol hace alarde de la calidad de los productos de la zona como las patatas revolconas, las judías del Barco de Ávila o el chuletón de ternera de Ávila. Junto a ellos conviven otros platos como el bacalao o la anchoa de Santoña, un buen jamón o un extraordinario queso. «Son productos tradicionales que no pasan de moda», explican.
Sus lentejas pueden presumir de haber sido reconocidas el año pasado como las mejores de la ciudad por un jurado popular e incógnito en el concurso de ‘Lentejas de la suerte’ del ‘Lentejero Fum Fum Fest 2024’.
En este tiempo han visto en primera persona cómo esa mecha por el vino prendía en su público, calaba hondo, se desarrollaba la denominación de origen Cebreros y crecían otras bodegas de culto.
Rufes fue un testigo directo y cómplice de ese desarrollo. «Puso a Ávila en el mapa del mundo del vino. Hizo que se revalorizara el papel del sumiller y de los bodegueros. El 90% de las bodegas conoce Ávila por los eventos que organizaba mi padre; celebraban ferias y como él estaba de presidente junto con el sumiller Aurelio González (Hotel Cuatro Postes), que era su mano derecha, fue una etapa muy bonita», rememora. Emilio y Aurelio sembraron en la provincia el amor por la vid, por las tradiciones, por sus raíces. «Daban cursos de sumillería por pueblos de la provincia en los ayuntamientos y en salas amplias y hay una anécdota muy buena en la que ellos llevaban vino para 50 o 100 personas y al final estaba ahí hasta el apuntador», añade con gracia. Todos en la ciudad hablan de su legado, de cómo puso en marcha la Feria del Vino y de Productos de la Tierra que se convirtió en una de las citas enológicas más destacadas de nuestro país, con presencia de las más importantes bodegas. También en esa época se impulsó desde Ávila un concurso nacional de sumilleres que trajo a la capital abulense a las mejores ‘narices’ de España. «Tenemos suerte porque seguimos recibiendo toda la clientela de la ciudad, además de una amplia clientela nacional por amistad porque cada vez que viaja a Ávila lo conocen y nos han hecho salir en televisiones en muchos sitios», remarcan. Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro. La Bodeguita se ha convertido en un lugar querido por los abulenses que lo sienten como parte de las señas de identidad de su ciudad. Entre los muchos que frecuentan la taberna se encuentra Carlos Casillas, el chef con estrella Michelin de la ciudad amurallada, ensalza sus famosas ‘gildas’ que sirven acompañadas de una gran variedad de vinos y conservas. «Es mi aperitivo perfecto frente a la muralla de Ávila», comenta.
Ficha
TELÉFONO: 920 257 309CAPACIDAD: entre 40 y 50 personas en el comedor interior, además de disponer espacio en barra; también cuenta con una amplia terraza.
CIERRE: los martes
COCINA: tradicional, casera, producto de mercado. Especialidad: patatas revolconas y chuletón de Ávila.
PRECIO MEDIO: Ofrecen raciones y tapas.
PROPIETARIO: Augusto Rufes