Un oasis en mitad del Duero
Este espacio natural protegido que abarca cuatro municipios ofrece todo un paraíso único donde habitan más de 200 especies de aves
La naturaleza ha despertado de su letargo esta semana, mostrándonos una vez más el milagro que se repite cada año con el cambio de estación. En la provincia de Valladolid podemos descubrir un rincón que guarda un especial encanto, una ventana abierta a la naturaleza surgida en la ribera del Duero , al abrigo del embalse de San José, lo que hizo que se formara una gran zona de humedal, convirtiendo este lugar en un espacio importante para la nidificación y la invernada de numerosas aves acuáticas y de ribera. «La vegetación en esta zona es muy abundante; con el tiempo ha pasado de ser una línea fina divisoria entre el río Duero y la ribera a un carrizal muy ancho; empezarona venir especies propias de carrizal como el aguilucho lagunero, la garza imperial o el martinete. Es todo un espectáculo contemplar estas especies en un entorno tan bonito. También han llegado otras aves como picafinos, los cucos o el somormujo con su cortejo nupcial. Tenemos épocas migratorias con avistamientos puntuales», explica Cristina Miranda Sigüenza, educadora ambiental de la Casa del Parque que se ubica en el municipio de Castronuño. Desde hace 18 años recorre este entorno natural, llevando a cabo labores de divulgación de este espacio. Este viernes tiene previsto llevar a cabo una jornada de voluntariado ambiental para desarrollar labores de limpieza en el Mirador de Torrecilla de la Abadesa con gentes de la zona pero su día a día es una agenda continua de visitas, grupos escolares en su mayoría, que acuden a ver el esplendor de los almendros en flor, la playa fluvial o los increíbles avistamientos de aves en una visita guiada de aproximadamente una hora de duración. También realizan programaciones especiales de actividades ornitológicas nocturnas o bien talleres, dependiendo de la época del año. En la sala-taller, o sala de exposiciones, se organizan diversas actividades.
Y es que el entorno ubicado al centro oeste de la provincia de Valladolid ofrece un espacio vivo, un ecosistema único donde conviven más de 200 especies de aves, 24 de mamíferos catalogados, 5 de anfibios, 12 de peces y 10 de reptiles. Riberas de Castronuño-Vega del Duero es la única Reserva Natural de la provincia de Valladolid catalogada por la Junta de Castilla y León . «Una Reserva Natural se cataloga por la singularidad y riqueza que se concentra en un entorno», explican.
Un espacio que abarca 8.420 hectáreas de cuatro muncipios (Castronuño, Pollos, Torrecilla de la Abadesa y Tordesillas) y que ha pasado de ser una gran desconocida a recibir cerca de 10.000 visitantes cada año. «La gente se toma este entorno como una visita de un día y siempre dicen que se han quedado con cosas por ver como el mirador de Torrecilla de la Abadesa, el escenario de pesca, hay muchas por ver», sostiene.
El perfil del visitante procede principalmente de la provincia de Valladolid y Salamanca pero cada vez se ven más grupos de familias y amigos procedentes de Asturias, País Vasco o Madrid que eligen este destino como punto de encuentro. «Con la pandemia las visitas se dispararon. Al ser un espacio al aire libre la gente disfrutaba de compartir un fin de semana en medio de la naturaleza y manteniendo las medidas de seguridad. Muchas familias vienen desde distintos puntos y se alojan en una casa rural del entorno para disfrutar del fin de semana», añade.
Las redes sociales han contribuido a dar fama a este lugar alejado del ruido y las masificaciones. «La gente cuelga fotos en Instagram y se hace eco del lugar. Antes no lo conocía mucha gente pero se ha ido haciendo cada vez más popular».
La proximidad a numerosos pueblos de interés turístico como Tordesillas, Toro (a 23 kilómetros) o Medina del Campo (a 40 km de distancia) le añaden más valor si cabe al entorno.
El Mirador de la Muela es parada obligada para todos los visitantes que llegan a Castronuño. Desde este balcón privilegiado podemos asomarnos a observar el gran meandro que el Duero dibuja a su paso por esta localidad, siendo uno de los más grandes de Europa. El visitante descubrirá una escultura de una mujer junto a una señal, que nos indica la distancia que hay a diferentes puntos del mundo. «Lo que más impacta son las vistas del meandro desde mirador, está nada más salir de la Casa del Parque» .
Desde este punto se observa la orilla contraria, con el carrizal, la presa de San José y las manchas de encinar al fondo. Rápidamente descendemos por el camino del Teso entre bodegas hacia la antigua ‘Senda de los Pescadores’, camino tradicional por donde los pescadores subían al pueblo desde el pequeño ‘puerto’ donde antaño atracaban las barcas. Las viejas hisorias de pecadores se entremezclan en un entorno único que mira a las aguas del Duero y que contrasta con la belleza del cielo azul de la Meseta Castellana. No hay que olvidar que el lugar albergó en 1988 el VIII Campeonato Mundial de Pesca por Clubes. Dispone de 60 puestos de pesca y refugio para comer.
Otra opción es recorrer la Senda de los Almendros , un trayecto circular de 3,5 kilómetros con inicio y llegada al Alto de la Muela que ofrece un buen punto de partida, fácil y accesible para todos los públicos, para que puedan descubrir su riqueza.
Los más aventureros no deben escapar la oportunidad de descubrir el Mirador de Peñarrubia, que domina todo el ecosistema todos los hábitats.