El señor de Valdeazadón

aunque actualmente es ‘el señor de Valdeazadón’, pago donde se asienta el proyecto vitivinícola que ha consolidado con notable éxito, podría serlo, en pleno siglo XXI, en Mahamud, la de la impresionante iglesia y término al que pertenece su viña y bodega. Y también, señor de Santa María del Mercado, conjunto histórico artístico cuya fisionomía urbana nos traslada a épocas en las que el Rey Wamba paseaba muy cerca de allí por Pampliega. Y es que el empresario y bodeguero Abel Buezo, acertó cuando decidió, en un alarde sin duda arriesgado, plantar y construir una bodega. Han pasado muchos ciclos vegetativos desde aquella añada del 99 en la que se plantó medio centenar de hectáreas de viña. Tempranillo en un alto porcentaje, además de cabernet, merlot y petit verdot. Esta última con pocos ejemplos en la región. Aunque aún siguen madurando las uvas de la variedad tannat de forma experimental.

Pero lo cierto es que esas 50 hectáreas de viñedo que circundan la bodega sobre una suave loma, dominando un paisaje enclavado en la comarca del Arlanza y a tan solo 15 kilómetros de Burgos, hoy están en plenitud gracias a un buen criterio en las prácticas culturales y al seguimiento del viticultor Mariano González que, desde el principio, ha seguido los pasos del ciclo vegetativo en el viñedo.

Abel acertó, porque hoy sus vinos, amparados por la Denominación de Origen Arlanza, han marcado un diferencial en el mercado de los vinos de calidad. Una tempranillo con la personalidad propia que otorgan los suelos, que permite al consumidor extraer de ella los matices sensoriales de la variedad más longeva de España y del Valle del Duero. Los guiños de merlot y cabernet y, en especial, la petit verdot, incrementan las notas diferenciales de los vinos de Buezo. Pero todo ello gracias a que tras el criterio en la viña, las instalaciones de bodega se diseñaron con un criterio selectivo y de calidad, separando procesos de recepción, fermentación, embotellado y crianza. La fermentación de los vinos pasa por depósitos de acero inoxidable, troncocónicos y grandes tinas de roble, lo que, unido a una nave de crianza con barricas de roble francés y americano renovadas cada tres años, explica el nivel alcanzado por los vinos. El enólogo Fernando López lleva en la bodega casi diez años, algo que le permite definir con más contundencia los vinos, los coupage, los tiempos de crianza… y optar por varias líneas en materia de fermentación, envejecimiento y crianza.

La producción media de la bodega no sobrepasa las 150.000 botellas y es un techo sujeto a la materia prima propia y sin intención de crecer por el momento. Actualmente, los vinos de Buezo se comercializan en un 70% en el mercado nacional. El resto se destina a exportación. La ubicación de esta bodega y el diseño vanguardista, pero bien integrado en un paisaje de viñas, la convierten en una oferta de enoturismo muy singular. De hecho, las visitas selectivas de grupos pequeños este año han superado las 1.500 personas, como asegura Verónica Cuadrado, responsable de enoturismo de la bodega.

Buezo es, además de una bodega moderna rodeada de viñedos, un proyecto enoturístico completo, ya que el mismo arquitecto Mariano Cobos ha sabido integrar, bajo la entraña de la loma donde está la bodega, el restaurante Buezo, unido por un pasadizo que se encuentra bajo tierra. La sensación de luz y la impresionante panorámica que se divisa desde los comedores, se completan con el diseño de una propuesta del joven cocinero abulense Javier Corral, que lleva cinco años al frente y que se formó en las cocinas de Paradores.

El empresario burgalés Abel Buezo ha demostrado en veinte años que es posible invertir en el medio rural y en el ámbito de una DO, arriesgándose a estar lejos de los circuitos convencionales, de las zonas famosas. Una heroicidad que ha obtenido el reconocimiento de prescriptores y del propio mercado.