Diario de Valladolid

LA BODEGA

Los pilares esenciales de la tierra

En pleno corazón de la Ribera del Duero, esta bodega elabora vinos 100% tempranillo siguiendo los principios de la biodinámica y la agrohomeopatía

Sergio Ávila, enólogo de Cruz de Alba, es un enamorado de la naturaleza.-L.P.

Sergio Ávila, enólogo de Cruz de Alba, es un enamorado de la naturaleza.-L.P.

Publicado por
Henar Martín Puentes

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Con la idea de que «el viñedo es el verdadero artífice de un buen vino», el enólogo Sergio Ávila, ingeniero de formación, elabora en Cruz de Alba vinos con una filosofía «distinta, evolucionada», basada en el respeto de la propia naturaleza. Sergio es hijo y nieto de agricultores. Su vocación siempre estuvo vinculada al campo, convencido de que ella misma ejerce como la mejor medicina en sus plantaciones. «Hemos puesto en práctica lo que vemos:el monte nace, crece, se reproduce y muere, hay una dinámica vital que soporta todo este ciclo. Por qué no aplicarlo al viñedo», sostiene.

VINOS NATURALES

Admirador de las bondades que la madre tierra ofrece, Ávila ha impreso éste carácter en un ‘vino de autor’ cuyas raíces se asientan en la localidad de Quintanilla de Onésimo, la conocida como ‘milla de oro de la Ribera del Duero’. «Para Cruz de Alba es importantísimo que, además de que esté rico el vino, cuyo mejor reflejo es el mercado, debe ser lo más saludable y respetuoso con nosotros mismos y con nuestra clientela. Eso son los verdaderos pilares de la tierra», sostiene apasionado. Su trabajo se ha basado estos años en «saber escuchar e interpretar las señales de la naturaleza», basándose en los principios de la biodinámica y de la agrohomeopatía, todo ello de manera artesanal y evitando el empleo de productos químicos y cualquier intervencionismo.

La bodega nació en 2003 de la mano de del grupo familiar Zamora Company, propietaria de las Bodegas Ramón Bilbao. En 2006, a los tres años de iniciar su andadura, Ávila se incorpora al proyecto, y comienza a emplear su metodología para obtener unos vinos únicos y singulares, innovando cada año en un proceso de evolución constante, hasta llegar a lo que es hoy, una destacada bodega de Ribera del Duero certificada por el Consejo de Agricultura Ecológica de Castilla y León.

El 100% de sus elaboraciones procede de viñedos propios, que se emplazan en una finca de 40 hectáreas en la localidad de Padilla de Duero, a 700 metros de altura. «Son suelos arenosos. algo que es bastante inusual en la zona, afortunadamente hemos aprendido a conocerlos y a trabajarlos y eso marca nuestra personalidad», comenta. Las cepas se distribuyen en diferentes plantaciones de tempranillo que van desde los 15 años de edad, las más jóvenes, hasta alcanzar los 70 años, las más antiguas. «La finca está segregada en 18 subparcelas de forma independiente atendiendo a las distintas edades del viñedo y distintos tipos de suelos», argumenta. Se trata de cepas con poca cantidad de uva, una materia prima singular y característica que hace que tengan producciones muy cuidadas.

Cruz de Alba se produce en pequeñas cantidades y cada botella está numerada. Para su elaboración se utiliza la mejor uva Tinto Fino, que es cuidada con preparados agrohomeopáticos siguiendo el calendario biodinámico y recogida a mano, con selección de racimos en campo, despalillado suave. Ya en bodega se realiza maduración en barricas de roble francés. En el caso del reserva realizan envejecimiento en barricas de roble francés durante 20 meses siguiendo el uso de ‘tercios’: 1/3 del vino en barricas de 2º uso, 1/3 en barricas de 1º uso, 1/3 en barrica nueva.

En la Finca Los Hoyales, una microparcela de 1,8 hectáreas con cepas plantadas hace más de 60 años, encontramos la ‘joya de la corona’. De aquí se extrae el elixir de la uva con la que elaboran el vino más exclusivo de la bodega, el excepcional Finca Los Hoyales, un vino elaborado con fermentación en barricas de roble y maloláctica en barricas de roble francés nuevo. Posteriormente el vino permanece en la barrica criando sobre sus lías durante 22 meses sin trasiegos, sólo un suave removido periódico. A continuación el vino se embotella sin filtrar, dónde descansa 10 meses antes de su presentación.

Su sueño es seguir trabajando en un cultivo sostenible que produzca vinos equilibrados.

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