Diario de Valladolid

TURISMO | MONCAYO

EL Monte Blanco en el fin de Castilla

Por las venas de esta montaña corre sangre cristiana, mora, judía, celtíbera y romana. Una historia hecha a retazos para el techo de la provincia

Impresionante estampa del Moncayo nevado, una montaña mágica.-L. A. TEJEDOR

Impresionante estampa del Moncayo nevado, una montaña mágica.-L. A. TEJEDOR

Publicado por
ANTONIO CARRILLO
Valladolid

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Tierra del Moncayo, cristiana, mora, judía, celtíbera y romana. Por las venas de esta esquina de la provincia de Soria, corre la herencia de una historia hecha con los retazos de las culturas y los pueblos. Una mixtura que se hizo madre de la riqueza abierta: el pasado como auténtico arquitecto de su mestizaje.

El influjo del Moncayo preña la tierra de leyendas y fantasías: desde los celtíberos hasta Bécquer pasando por la mitología romana, los milagros cristianos y la fantasía popular, que juntos anidan y crecen en cuevas y pozas. Aquí se encuentran las localidades situadas a mayor y menor altitud de la provincia, la montaña más grande, la llanura más baja, las zonas más lluviosas y las más secas,... la diversidad geográfica es total.

Ágreda es la población con mayor patrimonio histórico-artístico, tanto islámico como cristiano. Sus iglesias, palacios, sinagoga, murallas y sus calles estrechas y entramadas nos trasladan a una época en la que se la disputaban los reinos cristianos de Castilla, Aragón y Navarra.

Ólvega propone un paseo por el arte sacro nutrido de los diferentes estilos que le han legado los siglos.

Un sendero de Pequeño Recorrido (PR), adentrará al viajero a las entrañas de la tierra. La Mina Petra, que en otro tiempo abrió sus carnes de sierra y metal férreo, es hoy un escenario impresionante, preñado de silencios sobrecogedores y belleza extraña que está siendo recuperada como punto de atractivo turístico.

En Muro, pequeña pedanía de Ólvega, hay restos romanos. Este pequeño pueblo ostenta el Premio Municipio Turístico de la Provincia de Soria. Galardón que le fue concedido merced a las vastas actividades culturales que realizan sus vecinos a lo largo de todo el año. Estamos en tierra de Bécquer.

El poeta romántico pasó en Noviercas, Vozmediano, el hermoso Beratón, Gómara, Almenar... vida y leyendas. Un poco más allá. en la localidad de Cueva de Ágreda se encuentra el Centro de Interpretación del Moncayo. Desde esta misma localidad, un camino del GR-86 guía al senderista hasta las propias cumbres del Moncayo, donde descubre un mirador espectacular.

Aunque en su vertiente castellana no lleva el apellido de Parque Natural, no podíamos dejar de lado esta mole imponente que vigila la Soria barbacana hacia Aragón, donde sí ostenta este título de la Red de Espacios.

Compartido entre ambas tierras, la piedra colosal que Hércules colocara sobre la morada del ladrón de bueyes Caco, observa impasible los trigales de la meseta y la depresión del Ebro.

Mientras la parte aragonesa ofrece varios puntos de acceso, la soriana propone un camino de línea ascendente que parte desde Ágreda hasta Vozmediano -allí aflora el río Queiles a borbotones de mil quinientos litros de agua por segundo en su mismo nacimiento-, en un recorrido de pino, roble, hayedo y frescuras que conducirá hasta el Pico San Miguel, a 2.300 metros de altitud. El monte imponente, sagrado para los celtíberos, cuna mitológica de los romanos. La montaña en cuyo fondo una sugestiva hidrografía ejecuta bailes subterráneos y tectónicos, en tanto que su cumbre desborda miradas sobre los relieves y las cosas: de un lado, la tierra soriana con Albarracín al fondo; del otro, el Ebro pintando ribetes vegetales. Si el día está despejado, una cadena montañosa se dibuja al fondo: los Pirineos.

La senda de los neveros

El Moncayo marca el punto más oriental del Sistema Ibérico en Castilla y León. Linde con Aragón, para buena parte de la Comunidad es un monte desconocido, pero que aún así atesora numerosos hábitats, rutas, leyendas y secretos que hacen que merezca la pena más de una visita. Ahora que el otoño brinda grandes posibilidades micológicas y que la nieve todavía no complica demasiado el ascenso, la Senda de Los Neveros constituye una magnífica opción para ver a un lado la vieja Castilla, y al otro Aragón. Valga decir que en la vertiente maña es parque natural y en la soriana se lleva barajando años.

La primera parada de esta senda está... fuera de la senda. En Cueva de Ágreda existe un centro de interpretación de la subida al Moncayo que muestra desde sus valores ambientales hasta curiosidades, como los aviones estrellados en sus laderas. Una vez bien informados, el trayecto hasta Aldehuela de Ágreda, el punto de salida, es corto y sencillo.

Desde allí se pueden recorrer dos kilómetros por una senda de tierra con el coche hasta el refugio que el Ayuntamiento de Ágreda mantiene a pie del Moncayo. Una vez allí comienza una ascensión constante con 680 metros de desnivel positivo a lo largo de 12,2 kilómetros, con un terreno relativamente sencillo para el senderismo pero una dificultad media por la altitud, cercana a los dos kilómetros sobre el nivel del mar al final. Hasta 2018 era muy complicado subir, pero se recuperó un antiguo trazado para incorporar este ruta todavía virgen para muchos aficionados al senderismo.

Hay que calcular unas cuatro horas sólo para la ascensión y en este caso es vital consultar el pronóstico meteorológico, porque prolongar la excursión hasta puntos cercanos y atractivos como la Peña Negrilla (2.118 metros) deja al senderista en una zona de media montaña. También se puede acceder hasta el pico de San Miguel (2.316 metros), si bien es preciso recordar que en determinadas épocas no son extraños rescates o accidentes. Precaución.

Manteniéndose en la Senda de los Neveros original, a unos cinco kilómetros el camino se adentra en el Hayedo de la Hoyada, uno de los dos más representativos junto con el de Las Canalejas. Al haber sido hasta ahora de difícil acceso mantiene una enorme pureza y en otoño, con los cambios de color, se convierte en un escenario mágico. La señalización y la senda facilitan la ruta e incluso subir a miradores como el de Los Cejos.

Pero no todo es verde. Como bien saben los castellanos y leoneses que habitan en zonas boscosas, la naturaleza virgen es un valor, pero también la simbiosis que ha establecido el hombre. En la Senda de los Neveros del Moncayo hay todavía cuatro elementos que, aunque en estado ruinoso, muestran como pocos ese uso responsable e inteligente de la naturaleza.

Se trata precisamente de los neveros, cuatro pozos de gran tamaño donde se producía hielo para mantener los alimentos refrigerados en verano. Frisan en los 2.000 metros de altitud y cuentan con diámetros que van desde los nueve hasta los algo más de cinco metros,. En su día estaban cubiertos por cúpulas, forrados en piedra y con desagües en el fondo.

De origen árabe aunque mejorados generación tras generación, los trabajadores introducían en el pozo grandes cantidades de nieve que pisaban para prensarla y convertirla en hielo. Al unirse y estar enterradas y cubiertas se convertían en un gigantesco bloque gélido. En ocasiones la nieve se mantiene en el Moncayo hasta junio, pero con este sistema se podía subir a buscar un bloque de hielo durante todo el año. Un historia, una más, que ahora cuenta el Moncayo.

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