Diario de Valladolid

BOSQUE ENCANTADO / (SAN LEONARDO)

Gnomos en su hábitat

Un monte soriano se ha repoblado con seres mágicos para acercar a pequeños y mayores el valor del medio ambiente y la imaginación

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Publicado por
ANTONIO CARRILLO
Valladolid

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Muchos niños se acercan al bosque de la mano de la fantasía. Gnomos, hadas y otros seres más o menos traviesos acompañan a los más pequeños a través de cuentos y leyendas. En la Fuente del Pino de San Leonardo de Yagüe la cosa es algo distinta gracias a su Bosque Encantado o Mágico. Primero, porque no hay que imaginar y es suficiente tener los ojos abiertos; segundo, porque la edad de la infancia se eleva al menos hasta los 99 años.

Allí apareció un día la casita de un gnomo. Otro día, más vecinos. Y llegaron las hadas. Surgieron en las madrugadas pasarelas y escaleritas, puertas abiertas a la imaginación y entradas engalanadas, siempre con materiales sostenibles. Poco a poco el bosque se fue poblando de seres mágicos. Ahora, el Ayuntamiento se plantea señalizar la zona e intentar protegerla para convertirlo en la pedanía más fantástica de toda Castilla y León, si es que aún no lo es.

Obviamente, para atraer a semejante comunidad mágica alguien ha tenido que convencerles e ilusionarles. Es la que se podría llamar Primera Hada, cuyo nombre humano es uno más de los misterios del bosque por deseo expreso. De su mano comenzó el asentamiento y cada vez hay más gente gnormal, del propio pueblo, ayudando a que crezca la colonia montaraz.

«La idea surgió sin más», explica la Primera Hada. Asidua de la Fuente del Pino para disfrutar de sus plácidas sombras con la familia o las bicicletas, un hueco en un árbol le invitó a soñar. La insistencia de una niña para que se animase a hacerlo le llevó a conseguir rápidamente –tenía que viajar– unas pequeñas tablas para hacer la puertecita. «Lo monté con una tormenta tremenda, con los árboles chocando, y la puse medio destartalada».

Al día siguiente «me dicen que había cola en la casita», así que tocó pedir silencio a quienes sabían de su autoría. La gente dejaba piedrecitas y pequeños regalos al gnomo, cuya integración fue perfecta entre los vecinos de San Leonardo. La voz se fue corriendo y comenzó a atraer visitantes de todas las edades. Lo que surgió como un guiño a la fantasía había conseguido su objetivo, pero también sumó un atractivo más que pronto los visitantes supieron apreciar.

Al año siguiente, la presión infantil y familiar para que continuase el Bosque Encantado se convirtió en colaboración. Muchas manos se unieron para crear, siempre con materiales sostenibles y sin elementos fuera de lugar en un bosque como el plástico, aquellas viviendas mágicas. A las 6.00 horas los corros de hadas iban extendiendo la magia e incluso el alcalde (de los humanos) aceptó de muy buen grado el nuevo barrio.

De hecho, cuando se habló de recoger el poblado pidió que se quedase un poco más, para acercar a los usuarios de la guardería al bosque de una forma divertida. Luego hubo otra visita, y otra... La lluvia y la nieve invernal deterioraron algunos elementos ahora retirados, pero en breve se repondrán y ampliarán. Ya es un atractivo muy querido.

«No es un parque temático, es muy sencillito», explica la Primera Hada. Tampoco ha hecho falta invertir un sólo euro para que grandes y pequeños enciendan su fantasía. Ahora, eso sí, seguramente lleguen carteles e indicaciones para protegerlo. Por ejemplo, que se aparque un poco más lejos porque los motores y la visión de los coches no es del gusto de los seres mágicos.

RESPETO, ES EL BOSQUE

La precursora casi involuntaria de este bosque cede el relevo a nuevas manos. A las creadoras «hay que meterles el concepto ecológico: nada de plástico, sin colores chillones, utilizando los materiales que tiene a su alcance un gnomo. Hay que potenciar mucho el respeto».

El Bosque Encantado de San Leonardo ha visto como algunos intentaban hacer su propia casita arrancando musgo o cortezas, algo que entristece mucho a cualquier habitante del bosque. Incluso «tenemos una cesta de muñecos de plástico» recogidos del bosque y puestos con la mejor de las voluntades, pero en un ambiente que debe permanecer natural. La idea es que quien quiera añadir una casa se cense y explique la historia de su huésped, dado que todos tienen la suya propia, para evitar construcciones que no se ajusten a la normativa del monte.

Sólo con respeto, sostenibilidad, ganas de descubrir con los ojos de un niño, fantasía y respeto máximo por las casas de estos seres mágicos el Bosque Encantado seguirá aumentando su censo. Y sirviendo, cómo no, para que nuevas y viejas generaciones aprendan a respetar un entorno maravilloso guiados por sus propios moradores. Las hadas también creen en las personas.

El censo es cambiante aunque algunos ya son clásicos de este monte. El gnomo que asoma desde su árbol, el simpático habitante que colgó en su puerta el cartel de ‘Estoy cogiendo setas’ o la portezuela con el ‘gnomolestar’ o la Puerta del Hada Reina, con su cascada de colores, son algunas de las estampas que decenas de personas se han llevado grabadas a sus hogares.

Obviamente el ser un espacio vivo tiene sus ventajas, y la más evidente es la de poder celebrar nuevas incorporaciones. Ahora hay casi una treintena de seres mágicos con derecho a voto, muchos de ellos ocultos para que el visitante tenga que caminar con los ojos bien abiertos y alguna pista. Pero pronto serán más.

MAÑANA ES DÍA DE FIESTA

Por eso mañana a las 11.00 horas el Bosque Encantado se vestirá de fiesta para dar la bienvenida a nuevos moradores. Actuaciones, talleres y cuentacuentos acercarán la magia del monte a todo el que se quiera acercar. Eso sí, una vez más es mejor acudir a pie y siempre con un irrenunciable respeto por la naturaleza pinariega. Está a apenas un kilómetro de San Leonardo y cerca de Navaleno, no merece la pera echar humos.

Para quienes no puedan asistir a un evento que certificará cómo una ilusión puede acabar siento un recurso didáctico y turístico, el resto del año también merece la pena dejarse caer por la zona. Al borde de la N–234 entre Soria y Burgos y en pleno corazón de Pinares el acceso es fácil y los atractivos innumerables.

Por ejemplo en verano las playas y calas del Embalse de la Cuerda del Pozo quedan a apenas 20 minutos y no hay mucha más distancia hasta enclaves emblemáticos de la naturaleza castellana y leonesa como la Laguna Negra y el Cañón de Río Lobos. De hecho, de San Leonardo a este último espacio se cruza por el siempre espectacular mirador de la Galiana.

Para quien guste de una vida más pausada, tanto en San Leonardo como en Navaleno se come bien. Es una tierra de trabajadores del monte y carreteros lo que marca una gastronomía con productos de la tierra y recetas contundentes. Sin embargo La Lobita, con una Estrella Michelin para un pueblo que no llega al millar de habitantes, ofrece su delicadeza para ampliar el abanico de posibilidades.

La próxima estación llega también cargada de alicientes en el monte. Si el cielo es propicio, el pinar suele mostrar su generosidad micológica en estas zonas reguladas. Las exposiciones sobre hongos y setas, el Centro Micológico de Navaleno, la incorporación a numerosas recetas o la disponiblidad de guías profesionales hacen de estos enclaves un gran lugar para iniciarse. Eso sí, como recordaba la cancioncilla de David el Gnomo habrá que andar con cuidado para no pisarlos si se está recolectando ejemplares fungi.

En invierno la nieve suele cubrir los Pinares de Burgos y Soria aunque no sea de forma continua. Quizás es la época más mágica para visitar a gnomos y hadas y desde luego la experiencia es de una belleza sorprendente por su sencillez. Obviamente se requiere una mínima preparación material, pero la experiencia tiene mucho más de espiritual cuando los copos se pegan a los pequeños dinteles. Si a ello se añade el ancestral baile del paloteo de San Leonardo y la cercana Casarejos resulta que la estación fría sigue ofreciendo mucho en estos lares.

En primavera, el deshielo trae consigo un magnífico espectáculo. Por la zona de Pinar Grande discurren arroyos y riachuelos que bajan de Urbión para alimentar el embalse de la Cuerda del Pozo, y por la zona el Duero todavía niño, el Ebrillos o el sonoro Mojabragas salpican de vitalidad una de las mayores masas forestales de Europa.

En definitiva, los seres mágicos del bosque supieron elegir perfectamente el mejor entorno. Sus vecinos humanos, de forma más o menos furtivas, les siguen ayudando a medrar. Y aquella puertecita del pionero gnomo Leonardo se abre a los sueños.

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