Diario de Valladolid
Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Hace unos días, en Pereña, cerraba sus puertas el Legado de Enrique, un pequeño hotel rural con restaurante que nació con el nuevo siglo de la mano de dos jóvenes que decidieron dirigir su vida a su pueblo y emprender un proyecto de turismo rural. En aquellos años, explotó el fenómeno turístico rural con fuerza y muchos como ellos, a los que hoy llaman emprendedores, quemaron sus naves en la ciudad, abandonaron sus ocupaciones y se dedicaron a recibir a turistas, senderistas y comensales en su nueva empresa.

En este caso, se llamaba Legado de Enrique y hoy ya no se toma comanda ni se aloja a las personas. Ha cerrado sus puertas. No llegaron a los veinte años. Toda una paradoja. Fueron protagonistas en las páginas de La Posada, en el embrión de este suplemento desde el que El Mundo busca dar voz a iniciativas como la de Óscar y Paz. Muchos conocieron a la Virgen Chica, el Pozo de los Humos y esta parte de los Arribes del Duero de Salamanca después de comer en el Legado de Enrique. Bien se merecen, en las mismas páginas que les recibieron, esta despedida y el aplauso por su trabajo en el medio rural, del que se van por la falta de implicación de las Administraciones que tanto les citaban en las estadísticas.

Me encantaría poder gritar “nunca máis” a estas situaciones que vienen muy al hilo en estos momentos en los que paraísos naturales, como Arribes del Duero, pierden activos humanos cualificados, como Óscar y Paz. Suerte, amigos.

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