Primero, los de casa

Seguramente sea una de las asignaturas sin aprobar en una región como la nuestra, marcada por la geografía del vino. Me refiero a la mayor parte de los restaurantes, tanto los de relumbrón como los de la cocina popular y, fundamentalmente, rural. Seguimos teniendo una actitud ilógica a la hora de destacar en la carta –y de ofrecer de palabra- los vinos locales. Tiene delito que algunas localidades -con tres y cuatro bodegas en su término municipal y acogidas a una denominación de origen- en sus propios restaurantes no ofrezcan los vinos de su tierra más cercana. Esa concentración de bodegas se repite en muchas zonas de la región, por eso los restaurantes deberían responder siempre a los vinos locales.

Este fenómeno se da en muchos lugares. Se entiende que, en un restaurante de cocina familiar con menús del día, no vayan a ofrecer los vinos caros de la bodega cara que le ha tocado en suerte en su pueblo. Me refiero a los vinos elaborados en el entorno, donde tenemos donde elegir, en tipologías y franjas de precios. Respetando la libertad de cada cual, gustos y preferencias, lo más adecuado es que prioricemos en los vinos locales, sobre todo cuando formamos parte de un producto turístico, de una ruta enoturística o estamos en una población afamada por sus vinos. Primero, los de casa.