Diario de Valladolid

El Rincón de El Tuerto de Pirón

Cocido para bandoleros

Isaac, con un grabado del bandolero, junto a su hijo Rubén, que sostiene el cocido que ha hecho célebre a su restaurante familiar de Cabañas de Polendos.-ARGI

Isaac, con un grabado del bandolero, junto a su hijo Rubén, que sostiene el cocido que ha hecho célebre a su restaurante familiar de Cabañas de Polendos.-ARGI

Publicado por
Javier Pérez Andrés

Creado:

Actualizado:

Por fortuna, cocidos se ofrecen en muchos restaurantes, mesones, ventas y casas de comidas de esta región. Pero ninguno es capaz de recordar a aquellos ‘célebres comensales’ que, en las últimas décadas del siglo XVIII, se contaban por decenas en las tierras de León y Castilla. Es decir, aquellos bandoleros que siguen galopando hoy entre el mito y la leyenda, como el célebre Fernando Delgado, segoviano natural de Santo Domingo de Pirón, que pasó a la historia del delito rural con el sobrenombre de El Tuerto de Pirón. Algunos segovianos se encargaron de que sus hazañas y fechorías no desapareciesen de la memoria, empezando por Tomás Calleja, que le dedicó un romancero, y siguiendo por Miguel Ángel Maroto, que hace lo propio con sus grabados.

Por su parte, Isaac Martín se ha inspirado en los versos del citado romance para crear la comanda de su restaurante de Cabañas de Polendos. Versos que relatan el día que El Tuerto de Pirón llegó extenuado a Cabañas, entró en la taberna y se comió un puchero de barro con garbanzos del lugar, con su sopa y sus carnes, su tocino y su bola. Así empezó, hace casi 20 años, la historia del cocido de El Tuerto de Pirón.

Isaac ha trasladado a su hijo Rubén la experiencia de un profesional de hostelería que destacó en la cocina, la sala y la coctelería, y que se sumó a la revolución de los artesanos de Cabañas de Polendos en el momento álgido, convirtiéndose en el referente de una localidad donde siguen trabajando, a diario, plateros, ceramistas, grabadores, artistas y pintores, entre otros. Todos se sientan en la mesa de este restaurante, donde no falta nunca el ‘cocido del bandido’ y tampoco los callos, el cochifrito, las chuletillas, las carnes rojas, las codornices escabechadas, el bacalao al estilo Tuerto y los judiones de La Granja. Sin duda, este es uno de esos restaurantes del medio rural segoviano que hay que visitar por su cocido. Pero también porque nos permite compartir mesa con artesanos en activo de viejos gremios. Y respirar aires románticos de aquellos bandoleros, de quienes nunca sabremos si eran tan malos como decían las sentencias.

tracking