La cocina de las sensaciones

Prácticamente, la base de la pirámide de los lugares donde se ofrecen comidas en Castilla y León, se encuentra diseminada por la extensa geografía del medio rural. Es decir, hablamos de la gastronomía como una parte del cuarteto que sujeta la oferta del turismo de interior, junto con la naturaleza, el patrimonio cultural y los monumentos históricos y artísticos. Es decir, el Románico, el Mudéjar, las Médulas, el Valle del Tiétar, Las Merindades, las Mascaradas de Invierno, los encierros o el festival Músicos en la Naturaleza no se podrían mantener si no existiese un mínimo de infraestructura para comer en el medio rural.

Está claro que esta parcela es la más importante de la infraestructura hostelera y de la oferta gastronómica, pues sin ella difícilmente se podría sujetar un destino turístico, en especial, aquel que se encuentra lejos de las ciudades y de las cabeceras de comarca. Además, este tipo de cocina tiene un claro vínculo local y está gestionada por hombres y mujeres con una cierta trayectoria hostelera, por eso suelen recibir el aplauso del viajero y del turista, que busca comer bien y a precios no demasiado elevados, con platos de la zona que le permitan conocer productos típicos y recibir, de paso, un poco de calor familiar. Esto sí que es cocina de sensaciones.