Diario de Valladolid

Tomás Postigo (DO Ribera del Duero)

Corazón de roble rebollo

Tomás Postigo (derecha) y su hijo Gabriel, con las investigadoras Maribrí Fernández y Estrella Cadahía, sobre una pila de troncos de roble rebollo.-ARGI

Tomás Postigo (derecha) y su hijo Gabriel, con las investigadoras Maribrí Fernández y Estrella Cadahía, sobre una pila de troncos de roble rebollo.-ARGI

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Javier Pérez Andrés

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La madera de roble se está secando. Procede de bosques de robles rebollos (Quercus pyrenaica) de Castilla y León. Muy pronto, con esas duelas de roble regional, Tomás Postigo construirá 300 barricas, que intervendrán en la crianza de sus tintos del Duero. Hoy, Postigo mantiene un parque de barricas de 550 unidades de roble francés, salvo un 10% procedente de roble rebollo. Cada año, asegura implacable el veterano enólogo, se renuevan todas las barricas. Pero hay más, pues su política de contacto con el roble está sujeta a diferentes tostados. Esta es la explicación por la que este enólogo segoviano, que lleva en el Duero desde la añada del 84, tiene el corazón de roble 33 vendimias después.

Desde hace años, el tinto de Ribera del Duero que lleva su nombre traslada a los consumidores sus criterios enológicos. El esqueleto varietal de sus vinos tintos se sujeta sobre un armazón de cepajes legendarios: tempranillo de viñas viejas, seleccionadas entre viticultores de Burgos y Valladolid; y una porción de cabernet sauvignon, merlot y malbec. Todo esto, unido a una regularidad demostrada, una política de envejecimiento y un cuidado permanente de la uva que se vendimia, logra que el tinto Tomás Postigo figure entre las principales referencias de la DO Ribera del Duero. De momento, la bodega comercializa en torno a 130.000 botellas, con franjas de precio en torno a los 20–25 euros. En el futuro, la idea es alcanzar el 50% de producción de uva propia. Ya se han iniciado plantaciones de malbec en Peñafiel y hay cinco hectáreas de cabernet en Curiel.

Desde la añada de 2007, Tomás Postigo no ha abandonado su interés por recuperar e incorporar el roble rebollo al envejecimiento de sus vinos. De ahí que siga manteniendo líneas de trabajo con el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (Inia), concretamente con dos de sus investigadoras, Maribrí Fernández y Estrella Cadahía. Postigo hace hincapié en las diferencias que hay entre el denominado roble español y los que proceden de otros bosques de roble español, en concreto el rebollo (Quercus pyrenaica), del que hay ejemplares en Burgos, Zamora, Salamanca y León, entre otras zonas.

El enólogo y bodeguero Tomás Postigo ha incorporado a su hoja de ruta el seguimiento de un árbol, el roble rebollo Quercus pyrenaica, desde el bosque a la duela que armará la barrica. Es un reto de futuro y algún día podría convertirse en una rentable opción organoléptica y enológica frente al roble francés y americano. El camino no es sencillo. Requiere viajar mucho y estar en contacto con el mundo forestal. Hay que seleccionar árboles, controlar talas, vigilar la carga hasta el aserradero, seleccionar la madera de calidad y llegar al largo proceso de secado, donde interviene el aire, la lluvia y el sol, para terminar en la tonelería, donde se construirán barricas de roble procedentes de bosques de Castilla y León.

El enólogo Tomás Postigo señala que hay iniciativas en la región relacionadas con el roble rebollo. No obstante, él mismo ha decidido hacer una apuesta fuerte pensando en el futuro y, de alguna manera, contribuyendo al aprovechamiento de los recursos forestales. Lo hace inspirado en las pautas que se llevan a cabo desde la Oficina Nacional de los Bosques de Francia, en materia de aprovechamiento y mantenimiento de los bosques, desde hace más de dos siglos.

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