ENTREVISTA
«Kim Jong-un no decide; el que manda es el Partido de los Trabajadores»
El escritor Hwang Sok-yong, superventas en Corea del Sur, retrata el capitalismo salvaje en su nueva novela 'Todas las cosas de nuestra vida'
Cada vez suena más como candidato al Nobel de Literatura. Hwang Sok-yong es uno de los escritores de más éxito de Corea del Sur. Su última novela ‘Todas las cosas de nuestra vida’ (Alianza Literaria) es una feroz crítica al capitalismo salvaje. Intelectual comprometido, fue encarcelado por visitar Corea del Norte. Y es optimista.
-¿Cómo explica la actitud de Corea del Norte?
Para Corea del Norte desarrollar su capacidad nuclear y balística es la herramienta más asequible para forzar a EEUU a entablar un diálogo.
-¿Vamos sin remedio al conflicto nuclear?
Con el nuevo Gobierno en Corea del Sur, que es realmente demócrata, tenemos la esperanza de que mejore el contacto y que todo cambie a mejor. Ante todo hay que restablecer las relaciones y la comunicación. E intentar integrar a EEUU en una estrategia de diálogo. No es la primera vez que existe esta tensión. Yo soy asesor del Centro de Investigación para la Reunificación, que forma parte del Gobierno, y le aseguro que va a haber cambios. No le puedo decir cuáles, pero va a haberlos.
–¿Confía pues en Moon Jae-in, el nuevo presidente surcoreano?
Sí. Plenamente. Somos amigos de hace mucho tiempo. Luchamos juntos contra la dictadura.
–¿Qué le evoca Kim Jong-un a un escritor como usted?
Puede parecer cómico pero hay una estrategia detrás. Kim Jong-un viene de un régimen hereditario. Nada de lo que hace es gratuito. De hecho, imita la imagen de su abuelo. ¿Por qué? Porque los norcoreanos tienen un gran aprecio a su abuelo, Kim Il-sung, que es el fundador del país. ¿Y esto quien lo ordena? El partido de los trabajadores. Utilizan a Kim Jong-un para hacer lo que ellos quieren. Las palabras que emplea, así como la decisión de los ensayos balísticos y nucleares forman parte de una estrategia calculada por el partido de los Trabajadores.
–¿Entonces no es él el que decide?
No. Y con su padre pasaba la mismo. Ni él ni su padre han hecho nunca nada por decisión propia.
–¿Qué fue lo que más le sorprendió en su visita a Corea del Norte?
Es un país aislado del mundo que dice que es socialista, pero su sistema está basado en un fascismo militar. Me sorprendió la capacidad de resistencia que tienen los norcoreanos teniendo en cuenta las condiciones nefastas en las que viven. Muere mucha gente por hambre pero pese a eso siguen aguantando.
–¿Es posible la reunificación?
Sí, pero ya no quiero hablar de reunficación. Me conformo con que podamos convivir en armonía.
–Usted se ha mostrado crítico con el sistema educativo surcoreano que suele ponerse de ejemplo.
Tiene dos caras. Es verdad que la educación ha sido una base para construir la corea de hoy desde sus cenizas. Pero es una educación que presenta un problema: una excesiva competitividad. Los niños surcoreanos, desde párvulos hasta la universidad, viven en un sistema supercompetitivo. Tanto es así que después de ir a la escuela van a cinco o seis academias y no llegan a casa hasta las 10 o las 12 de la noche. Este estilo de vida para un niño es un auténtico infierno.
–¿Por qué en su novela explica el capitalismo salvaje a través de los marginados?
En el caso europeo, el capitalismo se desarrolló durante 300 años. En Corea, esa transformación se produjo en solo tres décadas. Fue muy rápida. Es lo que yo llamo ‘la violencia de la velocidad’. Y en ese proceso se han dejado atrás muchas cosas importantes. De ahí que lo explique a través de la basura, de todo lo que la sociedad deja en el vertedero.
-¿Por qué aborda el relato desde ojos infantiles?
Los niños son los seres más cercanos a la naturaleza. Y yo suelo utilizar personajes de la mitología tradicional coreana. En este libro quise representar a los duendes coreanos, que son unos personajes muy divertidos y familiares. Estos espíritus son los espíritus que permanecen en los objetos de las personas. Y una herramienta de comunicación con esos duendes son los niños.
-Los habitantes del vertedero se consideran ellos a sí mismo basura, como si ellos también fueran deshechos de la sociedad. ¿Esta división social se ha superado? ¿Es ahora la sociedad surcoreana más integradora?
La división se ha profundizado. Corea del sur se ha convertido en un ‘estado-negocio’. La brecha entra las clases sociales ha aumentado aún más. Las familias se han desintegrado. Una de las razones por las que quise escribir este libro es porque para observar el capitalismo quería investigar la relación entre las personas y los objetos. Escribí este libro justo después del accidente de la central nuclear de Fukushima y después de que por una crisis sanitaria se sacrificaran 3.5 millones de cerdos y vacas. Eso me llevó a preguntarme si el capitalismo actual es una buena vía hacia nuestro futuro. Eso me llevó a ubicar la novela en ese vertedero.
-¿Por qué habla de Corea del Sur como un 'estado negocio'?
Yo hablo de 'estado negocio' o de 'estado empresa'. Todo viene de un desarrollo que se produjo bajo la dictadura. Esa dictadura intentó desarrollar el país a través de las empresas, un sistema en que las empresas son las que lo mueven todo. Intentaron que el país creciera multiplicando la riqueza de esas empresas. La modernización de Corea se hizo sacrificando al mismo pueblo a través de la relación tan estrecha entre la política y esas grandes empresas. Esa tendencia se intensificó aún más durante los últimos gobiernos neoliberales.