Diario de Valladolid

Los meteorólogos del año 2100

La UCAV apunta a la disminución de la escorrentía debido al cambio climático y la conectividad entre los hábitats de ribera potenciales incluidos en la Red Natura 2000 / Con este trabajo pueden conocer qué zonas se verán más afectadas.

UCAV

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Estibaliz Lera

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Te vas de vacaciones y revisas la previsión meteorológica para comprobar si va a hacer buen tiempo. Es fantástico poder disfrutar de unos días de asueto con el sol brillando y una temperatura maravillosa. Ahora bien, la tierra también quiere saber el pronóstico de cara a sacar el paraguas o la ropa de abrigo. ¿Complicado? Para el grupo de investigación Tecnologías y Métodos para la Gestión Sostenible del Medio Natural, Rural y Urbano de la Universidad Católica de Ávila (UCAV) es más sencillo de lo que parece gracias a su conocimiento y experiencia. 

Este equipo ha publicado un estudio en Biodiversity and Conservation, una de las 10 revistas de ecología y conservación de la naturaleza más prestigiosas del mundo, en el que ha determinado la disminución de la escorrentía debido al cambio climático y la conectividad entre los hábitats de ribera potenciales incluidos en la Red Natura 2000 para varios escenarios climáticos hasta el año 2100.

«El objetivo principal del estudio es calcular la conectividad de los hábitats riparios potenciales tanto en la actualidad como en un futuro bajo dos escenarios climáticos para los años 2030, 2050 y 2100. El término potencial se refiere a que son zonas en las que se dan las condiciones para que puedan existir este tipo de hábitats», explica Javier Velázquez Saornil, director del grupo de investigación. 

Para la realización del proyecto se han generado las diferentes redes de drenaje del agua de lluvia teniendo en cuenta los factores climáticos, los cuales han sido regionalizados de manera previa, y un modelo digital de elevaciones, el cual indica la dirección en la que discurre el agua. «Una vez obtenidas estas redes de drenaje se identifican las zonas en las que pueden aparecer los hábitats riparios, y tomando las zonas potenciales se analiza la conectividad bajo dos índices», añade el estudiante Víctor Rincón Herráez. 

En este sentido, detalla que, por una parte, está el análisis morfológico de patrones espaciales, el cual permite identificar los hábitats riparios que actúan como núcleos de población y los que actúan como conectores entre núcleos. A continuación, se realiza el cálculo de la probabilidad de conectividad, a través de la cual se puede conocer qué núcleos y qué conectores son los más importantes para la conectividad, lo que ofrece la posibilidad de localizar las zonas en las que sería más importante realizar actuaciones para mantener dicha conectividad. 

Con este trabajo han averiguado que va a existir una reducción en las precipitaciones anuales y un aumento significativo de la temperatura media anual. «Desde el punto de vista hidrológico, debido a la disminución de la precipitación, los caudales de los ríos se verán afectados viéndose reducidos. Desde el punto de vista de la conectividad, ésta también se verá afectada negativamente por el cambio climático. Reseñar que la conservación de los hábitats riparios es esencial para la conectividad estructural del territorio debido a su importancia como conectores ecológicos, a través de los cuales las especies animales pueden desplazarse», indica Velázquez Saornil para, más tarde, agregar que los hábitats de ribera están considerados por la Directiva Hábitats como hábitats de interés comunitario, algunos de ellos llegando a ser hábitats de interés comunitario prioritario.

Un paso al frente, en opinión del estudiante de la Universidad Católica de Ávila, innovador porque han desarrollado una metodología creada por este equipo. Es más, confirma que no han encontrado ningún proyecto en el que se calculasen redes de drenaje afectadas por el cambio climático. Es verdad, precisa, que sí que han visto estudios parecidos asociados a una única variable: climatología, conectividad… «Este trabajo es muy completo, ya que contiene la regionalización climática, el desarrollo de las redes de drenaje asociadas a esa regionalización, la caracterización de las áreas potenciales y finalmente la conectividad de estos espacios». 

En cuanto a las ventajas, Rincón Herráez subraya que esta investigación permite conocer qué zonas se verán más afectadas por el cambio climático, bien sea por el incremento de temperaturas, por la disminución de precipitación, o por ambas a la vez. «Este punto puede ser importante para saber qué cultivos poder plantar en un futuro, es decir, especies o variedades adaptadas a climas más cálidos y secos», detalla el director del grupo Tecnologías y Métodos para la Gestión Sostenible del Medio Natural, Rural y Urbano de la UCAV. 

También, tal y como manifiesta, brinda la opción de conocer en qué zonas es posible que los ríos o arroyos lleven menos agua, o incluso se sequen durante más tiempo, lo que puede suponer una afección para los animales domésticos y salvajes, viéndose obligados a desplazarse a otras zonas en busca de agua. «Los hábitats riparios tienen una importancia esencial en el movimiento de animales, siendo utilizados como conectores. Con este trabajo se pueden localizar las zonas más críticas y preparar actuaciones en un futuro para evitar la pérdida de conectividad», incide. 

Los próximos pasos se escriben, según adelanta el estudiante de la Universidad Católica de Ávila, recopilando información de diversas variables para la caracterización de las áreas críticas para la conectividad detectadas en este proyecto. De esta forma se está estudiando la calidad de sus aguas, las características hidrológicas de las masas de agua, la fauna característica que habita en ellas, completándose también con estudios basados en el análisis de imágenes provenientes desde sensores remotos para conocer la estructura de los bosques de ribera de estas áreas críticas.

Ya que el trabajo se ciñe solo a la Confederación Hidrológica del Duero (CHD) en España, Javier Velázquez Saornil dice que se prevé extender este estudio hasta la parte portuguesa, puesto que dará «una perspectiva mucho más global de la situación de la Cuenca y los problemas de la vegetación de ribera» para adaptarse al cambio climático.

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