PERSONAJES ÚNICOS / RAQUEL LEBRERO
La química de la sostenibilidad
La investigadora y profesora de la UVA, premiada como Investigadora Joven por la Real Academia de Ingeniería
Sabe que la investigación es la mejor vía para mitigar las heridas del planeta. Es consciente de que el tiempo corre en su contra, pero no se relaja, ya que cada uno de los pasos que da sirve para mitigar el cambio climático. Raquel Lebrero es andaluza, aunque con pocos años aterrizó en Valladolid, donde vive desde entonces. Estudió en el colegio Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús, y fue en los últimos cursos cuando desarrolló el gusto por la Química gracias a una profesora «muy buena y exigente» que tenía.
Esta atracción fue lo que la animó a hacer la carrera de Ingeniería Química en la Universidad de Valladolid (UVA). Más tarde, cursó un máster de Ingeniería de Procesos y Sistemas en el mismo centro, y con la idea de profundizar un poco más en temas medioambientales se licenció en Ciencias Ambientales por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
El último año de la licenciatura y el proyecto de fin de carrera lo realizó en el Imperial College de Londres. En ese momento el doctorado llamó con los nudillos a su puerta y Lebrero la abrió de par en par. «Siempre me ha gustado la investigación y la docencia, así que no me costó mucho decidirme; y finalicé mi tesis doctoral en el año 2013 con la calificación Sobresaliente Cum Laude en el área de biotecnologías para la eliminación de olores», expone.
Durante esta etapa hizo dos estancias en centros de prestigio internacional en el área de contaminación atmosférica, el Water Research Center de la Universidad de New South Wales, de Sídney, en Australia, y en EnVOC Research Group de la Universidad de Gante, en Bélgica.
Sus siguientes paradas internacionales, ya como docente de la UVA, fue como profesora e investigadora invitada en el Earth Environmental Engineering Department de la Universidad de Columbia, en Nueva York; en la Escola de Engenharia de São Carlos de la Universidad de São Paulo (Brasil) y la más reciente, su estancia en el departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad Técnica Federico Santa María de Chile.
Hasta la fecha, ha publicado 70 artículos en revistas, ha escrito 10 capítulos de libros internacionales y siete nacionales, y tiene un libro editado. Además, ha dirigido dos tesis doctorales y está supervisando ocho, junto a bastantes proyectos fin de máster y fin de grado. También es investigadora principal en cinco proyectos de investigación competitivos I+D+I y varios contratos con empresas. Sin olvidar su participación en numerosos congresos como ponente. «En este tiempo, además de consolidar la experiencia adquirida en el campo de tratamiento y valorización de gases residuales, he expandido mis líneas de investigación colaborando con proyectos orientados al tratamiento y valorización del biogás y aguas residuales mediante tecnología de algas», explica Raquel Lebrero.
En concreto, trabaja en el proyecto europeo Urbiofin, que tiene como objetivo demostrar la viabilidad técnica, económica y medioambiental de una biorrefinería integrada para la transformación de la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos en productos de alto valor añadido en el mercado. Dentro de su grupo trabajan en dos tecnologías de valorización del biogás, por un lado, la que está basada en procesos fotosintéticos de microalgas y bacterias para transformar el biogás en biometano, y que éste pueda ser utilizado como sustituto del metano y, por otro, la que tiene como meta producir, mediante sistemas biológicos, bioplásticos a partir del biogás. «Ambas tecnologías serán validadas a escala piloto», declara la investigadora de la UVA.
Otra de las iniciativas donde deja su sello la andaluza versa sobre la manera en la que desarrollar biorreactores de bajo coste, alta eficacia y medioambientalmente sostenibles para la purificación de aire de interior in situ. «Esta nueva generación de biotecnologías permitirá eliminar los contaminantes generados en ambientes de interior, asegurando una mejor calidad de vida para una población que pasa cada vez más tiempo en lugares cerrados», indica para, más tarde, añadir que la purificación del aire se ha convertido en los últimos años en un asunto de gran interés debido a dos razones: la necesidad de aumentar la eficiencia energética de los edificios –que implica construcciones más herméticas y menos ventiladas– y los recientes estudios que confirman la contaminación del aire de interior como una de las principales causas de enfermedades en niños y adultos.
Su grupo en el Instituto de Procesos Sostenibles también se encarga de asesorar a empresas en diversos ámbitos como el desarrollo de tecnologías respetuosas con el medio ambiente, análisis y reducción de impactos ambientales, entre otros.
Para Raquel Lebrero, en Castilla y León existen numerosos centros de investigación de prestigio. «Es una comunidad autónoma con investigadores que destacan en muchos ámbitos científicos, técnicos... y existen muchas empresas que apuestan por la investigación y que apoyan proyectos innovadores. Sin embargo, creo que a nivel nacional no se alcanza el nivel de difusión adecuado de los resultados obtenidos y esta investigación tiene escasa visibilidad», subraya.
No obstante, la profesora de la Universidad de Valladolid reconoce que su ámbito, que está más orientado a temas medioambientales, despierta cada vez más la preocupación de las Administraciones. En este sentido, señala que la contaminación atmosférica o las energías renovables han cobrado «gran interés» en los últimos años y son más los proyectos que se convocan en estos campos, a lo que se suma que las empresas invierten en tecnologías limpias o en estrategias para reducir el impacto ambiental.
Preguntada por la crisis económica, afirma que los fondos públicos destinados a investigación han sufrido «muchos recortes», una situación que repercute de manera directa en los grupos de investigación que dependen de esta financiación. «Las convocatorias de proyectos nacionales son más competitivas, y los contratos de investigación siguen siendo muy precarios y con un futuro incierto».
En su opinión, la investigación es poco reconocida por la sociedad. «La comunicación de los objetivos, las tareas, los resultados... de las iniciativas suelen realizarse en círculos pequeños, dentro de la comunidad científica, un aspecto en el que deberíamos mejorar», sostiene. Sabe de lo que habla. Su último galardón: una de las medallas destinadas a Jóvenes Investigadores de la Real Academia de Ingeniería.