Diario de Valladolid

PERSONAJES ÚNICOS / GUILLERMO LÓPEZ REYES

El teleco que mira al espacio

Es ingeniero de telecomunicaciones y miembro de la Agencia Espacial Europea / Trabaja en el desarrollo de instrumentos que la NASA enviará a Marte el próximo año / También analiza el deterioro del trasaltar de la catedral de Burgos

El investigador Guillermo López Reyes en las instalaciones de la Universidad de Valladolid.-PHOTOGENIC / MIGUEL ÁNGEL SANTOS

El investigador Guillermo López Reyes en las instalaciones de la Universidad de Valladolid.-PHOTOGENIC / MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Publicado por
Estibaliz Lera

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Quería ser astronauta pero la miopía le puso los pies en la tierra. Sus dioptrías le alejaron de tocar la Luna pero no de llevar su talento hasta Marte. Guillermo López Reyes estudió ingeniería de telecomunicaciones en la Universidad de Valladolid. Lo hizo, reconoce, con «la inmadurez» de los 17 años pero empujado por su pasión por la tecnología de telefonía móvil. Durante la carrera se fue de Erasmus y disfrutó de varias estancias de verano para satisfacer la necesidad de conocer mundo y de explorar su individualidad fuera de casa.

Antes de presentar el proyecto de fin de carrera, se matriculó en ingeniería electrónica y, más tarde, realizó el máster de investigación en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones. López Reyes se doctoró en Ciencias Físicas y se diplomó en clarinete por el Conservatorio de Música de Valladolid.

Aunque la electrónica y las telecomunicaciones bombearon su periodo universitario, siempre ha mantenido distancia. Y es que su pasión desde que tiene uso de razón es todo lo que tiene que ver con el espacio, y en concreto con la exploración humana y robótica del mismo. Así que cuando apareció la oportunidad de trabajar en estos temas, se aferró a ella.

Ese tren pasó cuando era becario en Telefónica. Un día vio un anuncio en el tablón de la universidad para optar a una beca de formación de personal investigador. «Desgraciadamente, lo vi fuera de plazo. Pero era demasiado interesante para dejarlo pasar de largo, así que cogí mi currículo, me presenté en la puerta de lo que hoy es mi oficina y hablé con el responsable, el catedrático Fernando Rull. Me explicó que el plazo ya se había cerrado y que no había nada que hacer. Así que dejé mi currículo y me marché. Al poco tiempo, me llamaron diciendo que necesitaban un perfil de ingeniero como el mío. Me ofrecieron un puesto de trabajo y acepté», relata emocionado.

Por fin, reconoce, todo tenía sentido. En estos años ha hecho varias estancias en centros de investigación internacionales. Sin embargo, alaba el programa Erasmus, «uno de los motores de la integración europea». De hecho, considera que es una de las experiencias que todos los jóvenes deberían vivir. «La curva de aprendizaje vital en este tipo de estancias es de tal magnitud que la manera de ver el mundo después de conocer, convivir y estudiar o trabajar con personas de todos los continentes no puede más que devenir una apertura de pensamiento, que no se obtiene de ninguna otra manera», asegura.

Durante la preparación del doctorado estuvo en la Agencia Espacial Canadiense en Montreal, donde realizó un proyecto, que supuso una gran parte de su tesis doctoral, en la aplicación de redes neuronales y técnicas de análisis multivariante para la identificación de materiales detectados con espectroscopia Raman. El ingeniero vallisoletano admite que fue «una fantástica experiencia» el haber podido compartir tanto tiempo con auténticos expertos en el tema. El siguiente destino fue el departamento de Earth and Planetary Sciences de la Washington University in St. Louis (Missouri), con Alian Wang, científica colaboradora de la NASA.

Ahora mismo López Reyes está involucrado en dos proyectos, ExoMars con la Agencia Espacial Europea y el proyecto Mars 2020 con la NASA. En ambos casos el objetivo es enviar un laboratorio móvil a Marte en el año 2020. En el primero el rover realizará análisis de muestras obtenidas a dos metros de profundidad bajo el suelo marciano. «La razón de tomar estas muestras a estas profundidades es garantizar que, de encontrarse restos orgánicos o biológicos, estos no se hayan degradado por el efecto de las radiaciones ionizantes presentes en Marte», explica.

Este trabajo ha supuesto, por ejemplo, diseñar una serie de rutinas y algoritmos que permitan al instrumento tomar decisiones autónomas para analizar las muestras, de forma que se pueda optimizar sus parámetros de adquisición en función de muestra. Ahora, comenta, están preparando todos los procesos de adquisición y tratamiento de datos para la operación en Marte. Pero también, agrega el investigador, se han integrado en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial para participar en el diseño manufactura y desarrollo de las partes, como por ejemplo la muestra de calibración del instrumento. El lanzamiento de la misión está previsto para julio de 2020 y la operación comenzaría en 2021.

También participa en la misión Mars 2020 de la NASA. En este caso utilizan un instrumento que funciona a distancia. Su contribución no es de liderazgo como en el anterior pero sí de colaboradores y responsables del diseño, fabricación y desarrollo del sistema de calibración. Para poder participar en estos proyectos investigan la tierra. En concreto, han hecho expediciones que incluyen lugares como el desierto de Atacama en Chile o los valles del Río Tinto en Andalucía. Además, este equipo deja su sello en iniciativas más terrenales, como el análisis de frescos y frontales para monitorizar el deterioro del trasaltar de la catedral de Burgos.

Guillermo López Reyes sostiene que en Castilla y León se hace ciencia de calidad y puntera a nivel internacional. «El orgullo es para con los investigadores que, con recursos muy limitados, somos capaces de conseguir resultados muy notables», asegura para, a continuación, indicar que España está «bastante por debajo» de lo que un país de estas características requiere en términos de financiación, sobre todo si se compara con los países vecinos de Europa. «Hablamos de inversiones de un 1,4% cuando el objetivo es de un 2% del PIB. Pero es especialmente doloroso el hecho de que una gran parte de ese presupuesto se fija en préstamos, que no llegan a los investigadores».

Considera que la situación de las universidades es «sangrante». Y lo argumenta: «El personal está muy envejecido y no se la permite incorporar nuevo personal en las plantillas al haber tasas de reposición tan bajas, por lo que está llegando a un punto crítico donde los investigadores más experimentados tienen que jubilarse sin que haya jóvenes que puedan tomar el relevo». En este sentido, lamenta que en su grupo de investigación la mayor parte de los integrantes tienen contratos con cargo a proyectos. Esto se traduce, tal y como expone el vallisoletano, en contratos temporales, sueldos bajos... que redundan en «la voluntad y la implicación personal» para sacar adelante el trabajo.

A pesar de todos los baches que encuentra en su camino es feliz. Si alguien se lo hubiera dicho hace muchos años, afirma que no se lo habría creído. Ahora trabaja para la NASA, eso sí, confiesa que «suena mucho más glamuroso de lo que es». «Las personas –continúa– con las que nos reunimos por teléfono todas las semanas son personas». López Reyes no será astronauta pero su saber hacer llegará lejos y buscará vida en Marte. Quién sabe si ese miope de altos vuelos se convierta algún día en un héroe de la historia.

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