El cirujano de la armadura vital

Marcelo Jiménez decidió estudiar la carrera de Medicina al ver a los doctores Gannon y Marcus Welby diagnosticar en la ficción. Quería convertirse en un profesional honesto, altruista y dedicado a sus pacientes. Dicho y hecho. Tras licenciarse en Granada, la ciudad que le vio nacer, accedió a una plaza de médico interno residente de Cirugía Torácica en el Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid. Al finalizar la formación obtuvo una de las becas del Fondo de Investigación Sanitario para hacer una estancia de cuatro meses en el Hospital General de Toronto en Canadá. «Era el centro más importante en ese momento en trasplante de pulmón y uno de los más avanzados del mundo en cirugía torácica», expone.

Con el mochila repleta de conocimiento regresó a España y comenzó a trabajar en el Virgen de las Nieves de Granada. A los dos años junto con el doctor Gonzalo Varela fundó el servicio de Cirugía Torácica del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en este lugar, si bien ha realizado estancias importantes para su actividad profesional en el Hospital General de Viena y estancias «más breves pero muy productivas» en el Massachusetts General Hospital de Boston, en el Hospital Universitario de Pisa o el NYU Langone Health de Nueva York.

En la actualidad compagina su labor de jefe de servicio de Cirugía Torácica en el centro salmantino con las clases que imparte en la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca (Usal). Un médico que siempre quiso emular a sus ídolos en la televisión pero que ha ido mucho más allá. Entre otras proezas médicas, su equipo realizó, con éxito, la implantación en un paciente de una caja torácica impresa en tres dimensiones. La repercusión mediática fue tal que en la serie Anatomía de Grey se llegó a emitir un capítulo basado en el diseño de una prótesis de estas características. En 2015, Jiménez ya participó en un hecho pionero con la primera implantación a nivel mundial de un esternón y costillas de titanio impresas en 3D.

Y es que el día a día de este granadino gira alrededor de la asistencia, la docencia y la investigación. Una de las líneas en las que trabaja es en la modelización y prevención de los riesgos de las operaciones de los pacientes que van a ser sometidos a cirugía torácica. «Muchos de los resultados de nuestra investigación han tenido una traslación inmediata y han sido recogidos por muchas guías de práctica clínica internacionales para la prevención de riesgos en los pacientes que van a ser intervenidos mediante resecciones pulmonares».

En colaboración con la Unidad de Terapia Celular del servicio de Hematología del Hospital de Salamanca han realizado trabajos que versan sobre la utilización de células madre para favorecer la cicatrización de las heridas pulmonares en pacientes de riesgo, como son los que padecen enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). En este sentido, explica que estas investigaciones se encuadran en una línea prioritaria como es la prevención de una complicación frecuente en cirugía torácica: la fuga aérea prolongada debido a la dificultad de cicatrización de las heridas pulmonares.

Otra línea de investigación es el campo del entrenamiento. El objetivo de esta área es, según explica, realizar cirugía mínimamente invasiva para aumentar el grado de seguridad de los procedimientos favoreciendo que los cirujanos estén capacitados mediante el entrenamiento con simuladores antes de realizar una intervención en los pacientes. En su opinión, estos trabajos son fundamentales y van a dar «muy buenos resultados» en los próximos años.

Sobre la situación de la investigación y la innovación en Castilla y León, el médico granadino asegura que la Comunidad está a un buen nivel. De hecho, manifiesta que existen instituciones y estructuras que ayudan a los investigadores a desarrollar su labor. No obstante, el jefe de servicio de Cirugía Torácica del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca es consciente de que la crisis ha recortado los fondos y ha complicado el camino de acceso a ellos.

Presume de su ciudad de acogida y de las facilidades que tiene a la hora de investigar. Pone como ejemplo el Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (Ibsal), una plataforma en la que está integrada la mayor parte de los investigadores del sistema sanitario. Por ello, reclama apoyo para el fomento y el desarrollo de los trabajos. En este sentido, recuerda que la Consejería de Sanidad está promoviendo la incorporación de la innovación como una forma de mejora continua.

Para Marcelo Jiménez, lo primero que hay que hacer para que el talento no se siga marchando de España es recuperar los niveles de inversión en investigación anteriores a la crisis. A su juicio, otro problema que tiene Castilla y León es la falta de industrias que cuenten con departamentos que fomenten o dinamicen la investigación. «Dependemos fundamentalmente del sector público», subraya, antes de dejar claro que tanto la Universidad de Salamanca como el Gobierno autonómico son conscientes de que son «los grandes motores» para seguir creciendo en esta actividad.

Ha recibido varios reconocimientos por su trabajo. El último: encontrarse entre los 100 mejores médicos de España según la revista Forbes. Aunque, tal y como admite, los premios que más disfruta son los que se logran en grupo como la mención de calidad del servicio de Cirugía Torácica a nivel europeo o el galardón a la innovación en Castilla y León que concede Sanitaria 2000. «El trabajo en equipo es lo que da la fuerza y el valor para hacer las cosas que hemos hecho», concluye.