Diario de Valladolid

SALAMANCA

Implante y dentadura en la misma consulta

La Usal aplica una técnica puntera para acortar los plazos del proceso en beneficio de la calidad de vida del paciente.

El grupo de investigación Avances en Salud Oral en las instalaciones de la Universidad de Salamanca.-EL MUNDO

El grupo de investigación Avances en Salud Oral en las instalaciones de la Universidad de Salamanca.-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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La boca es una de las partes del cuerpo que más se deteriora con el paso del tiempo. Además, si la persona no ha tenido una correcta higiene bucal a lo largo de su vida corre el riesgo de perder sus dientes. Según los datos de la última Encuesta de Salud Oral a nivel nacional, en personas de 65 a 74 años, aproximadamente el 15% no tiene ningún diente, y si se sigue hasta los 85, la prevalencia de desdentados es aún mayor. Una situación que provoca problemas para comer, hablar e, incluso, relacionarse.

En este contexto, el grupo de investigación Avances en Salud Oral de la Universidad de Salamanca (Usal) busca acortar el protocolo actual de plazos de carga del implante en beneficio de la calidad de vida del paciente. Para ello, van a iniciar un estudio clínico en un grupo de 30 personas desdentadas y portadores de prótesis convencionales desde hace, al menos, cinco años para comparar los resultados desde el punto de vista clínico, funcional y subjetivo.

En pacientes que no tienen ninguna pieza dental el protocolo estándar consiste en la colocación de dos prótesis: una arriba que se adapta mejor gracias al paladar y otra abajo, que es la que suele ocasionar «más problemas», ya que tiene menor capacidad de retención, explica Javier Montero, coordinador del proyecto. Entonces, se colocan dos implantes en la mandíbula del individuo para que se integren con el hueso. La cuestión es que en la actualidad es necesario esperar «entre dos y cuatro meses» para que «el propio material y las características superficiales de los implantes permitan el crecimiento y la maduración del tejido», sostiene. La intención de este equipo es hacerlo todo en la misma consulta.

Según indica el profesor de la Usal, se ha dado este paso por la «verdadera revolución» que se está produciendo en la ciencia de los materiales que ahora permite generar una «atracción mucho mayor» y facilitar el acortamiento del proceso sin riesgo de pérdida de los implantes y generando un impacto positivo en distintos aspectos de la vida de los pacientes.

Su idea es medir el resultado terapéutico en tres dimensiones. Por un lado, van a estudiar qué pasa al implante cuando se carga directamente sin esperar el tiempo estipulado, es decir, si pierde más, afecta al hueso y si se alteran lo tejidos, además se van a calcular los costes de mantenimiento, puesto que puede haber inflamación y retoques «que consumen sillón y horas de trabajo», expone. Quieren controlar el rendimiento masticatorio a través de un método «novedoso» parecido al chicle. También analizarán la fuerza. Para este último parámetro utilizarán unas láminas colorimétricas que cambian de color en función de la presión que el paciente ejerce sobre ellas.

El segundo aspecto es el impacto dietético o, en otras palabras, qué alimentos que antes no podía comer, ahora puede. Y lo van a hacer con cinco alimentos patrones, como son la zanahoria fresca, la lechuga, la manzana, la carne y las verduras cocidas. «Lo que más cuesta es la zanahoria, la manzana sin cortar y la carne. Y lo que menos las verduras cocidas que se pueden comer incluso sin dientes», sostiene Javier Montero. La última dimensión del proyecto será comprobar qué efectos tiene sobre la calidad de vida: cómo mejora su percepción del bienestar en su capacidad física y psíquica.

El proyecto por cada individuo dura 14 meses. La persona llega a la universidad, se le explica las condiciones y firma los consentimientos. A continuación, se le hace una prótesis nueva, está con ella durante dos meses y se le colocan los implantes: 10 recibirán carga inmediata y otros 10 no.

El proceso de selección de los participantes continúa abierto y aquellos interesados en participar que cumplan con los requisitos pueden ponerse en contacto con el responsable del proyecto en el correo electrónico aso@usal.es o acudir a la clínica de la Universidad de Salamanca. En caso de ser seleccionados se verán beneficiados con la colocación gratuita de dos implantes para retener su nueva dentadura. «Reduce el coste del tratamiento en un 80%», estima.

Montero reconoce que es la iniciativa «más ambiciosa» en el panorama nacional, pero su innovación no reside en los procedimientos utilizados, sino en el análisis de coste-beneficio. Es verdad, manifiesta, que muchos profesionales a nivel particular han logrado buenos resultados, si bien los candidatos tenían «muy buenas condiciones anatómicas». La meta de este equipo salmantino es ir más allá y generalizar la técnica sin tener en cuenta los criterios del paciente.

Aunque todavía no han arrancado, ya tienen beneficios presumibles: recuperar la función de un órgano en un sólo día aumenta la calidad de vida. Y eso es muy positivo. Con este estudio quieren llamar a la puerta de los interlocutores de la sanidad pública. «Ojalá podamos seducirlos para que valoren la posibilidad de que determinados segmentos de la población puedan beneficiarse de estos tratamientos de forma gratuita. La mala dieta se come sin dientes, mientras que los alimentos sanos requieren dientes», señala.

Para poner en marcha este ensayo cuentan con el respaldo de dos empresas: Titan Implants y Bioner. Además, en noviembre se resolverá una convocatoria del Instituto de Salud Carlos III que podría, incluso, financiar las prótesis de los participantes.

Javier Montero comenta que, aparte de comprobar si es posible acortar los plazos de tratamiento, también van a estudiar si hay «mucha diferencia» en relación coste-beneficio entre colocar dos o cuatro implantes. En este punto, contarán con el respaldo de profesionales de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Católica de Murcia.

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