Diario de Valladolid

SALAMANCA

Identificada una proteína que causa esterilidad

Un equipo del CIC descubre un gen esencial para la correcta reducción de los cromosomas que tiene lugar durante la fecundación.

-ENRIQUE CARRASCAL

-ENRIQUE CARRASCAL

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Estibaliz Lera

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La infertilidad no es algo que ocurre a los demás. De hecho, afecta a una de cada seis parejas y uno de los principales motivos es el retraso en la edad reproductiva. El diagnóstico supone un duro golpe tanto para el hombre como para la mujer, que necesitarán un tiempo para asimilar la noticia y decidir qué pasos dar a continuación. Y es que la angustia, la desesperanza, la incertidumbre y la frustración se apoderan de ellos y, en ocasiones, es necesario pedir ayuda para salir de esta situación.

Este impacto emocional lleva a buscar una salida a toda costa. Cuando una pareja atraviesa la puerta de una clínica de reproducción asistida suele llevar más de un año intentando consumar sin éxito y busca en ese lugar la solución a todos sus problemas. Pruebas diagnósticas, listas de espera, tratamientos varios y largos serán la rutina de los próximos días, meses o incluso años. No siempre se llegará a buen puerto, porque si uno de los dos tiene un determinado gen alterado es imposible fecundar o concebir. Ni la ciencia hará que tengan un retoño. Conocerlo evita perder tiempo, dinero y sufrir un importante desgaste emocional. Pero ¿es posible describirlo? Las respuesta es sí.

Los responsables de este paso son los miembros del grupo de Dinámica Cromosómica del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca (CIC), que han identificado una nueva proteína esencial para la correcta reducción de los cromosomas (meiosis) que tiene lugar durante la producción de espermatozoides y óvulos. «Hemos descubierto la función que desempeña un polimorfismo genético en un gen anónimo que afecta a la diferente tasa de recombinación meiótica entre humanos y que es imprescindible para que se lleve a cabo la reducción cromosómica en los gametos», explica Alberto Martín Pendás, investigador principal.

El trabajo, publicado en la revista Nature Communications, se engloba en uno más general encaminado a la caracterización de nuevas proteínas que participan en la gametogénesis y que potencialmente pueden estar implicadas en el síndrome de Down y en la azoospermia no obstructiva (alteración del esperma del hombre cuando los testículos no producen una cantidad normal de espermatozoides) o el fallo ovárico prematuro. Y es que, según señala, la alteración de la división reduccional provoca defectos en el reparto de los cromosomas como ocurre con la trisomía del cromosona 21.

Este equipo salmantino ha determinado que la proteína SIX6OS1 participa en el ensamblaje de un andamio de proteínas, denominado complejo sinaptonémico. «La mayoría de los procesos específicos de la meiosis se sustentan en este complejo, cuya estructura a modo de escalera –dos elementos laterales alargados y uno central que los une– permite que cada cromosoma de origen paterno encuentre y se asocie íntimamente al correspondiente cromosoma homólogo materno, uniéndolos a modo de cremallera», sostiene Martín Pendás, antes de añadir que su adecuada unión es «clave» para la correcta reducción cromosómica durante la gametogénesis.

Hasta la fecha, se desconocía la función que desempeñaba este gen y gracias a un estudio con ratones han identificado que forma parte del complejo sinaptonémico y que su función es imprescindible para que se produzca el proceso evolutivo de las células germinales en gametos masculinos o femeninos de los roedores, y por tanto para la fertilidad de todos los mamíferos, incluyendo el hombre.

En este sentido, lo que han hecho es comprobar si el nuevo gen codificaba una nueva proteína, determinar su localización y luego decidieron generar un ratón mutante, es decir, eliminaron el gen del roedor mediante la tecnología de edición genómica que se llama CRISPR-Cas9 que ganó el premio Princesa de Asturias de Investigación, y comprobaron lo que pasaba y así pudieron determinar su función. «El proceso nos llevó dos años desde que tuvimos el primer indicio hasta que obtuvimos los resultados».

Martín Pendás detalla que durante la formación de óvulos y espermatozoides el ADN, empaquetado en dos juegos de 23 cromosomas (uno paterno y otro materno), sufre una reducción precisa de su contenido a la mitad que posibilita a cada progenitor aportar la mitad de los cromosomas a su descendencia. Para que ello ocurra, el investigador sostiene que es necesario que el ADN de cada cromosoma del padre se entrecruce con el de la madre, lo que asegura «una segregación equitativa» de cada uno de los 23 pares cromosómicos que tienen los seres humanos. «Es sabido desde hace tiempo que la frecuencia de los entrecruzamientos difiere entre individuos y géneros, pero la causa genética que lo determina no es bien conocida», subraya.

Con su trabajo ya se han despejado dudas. Eso sí, según advierte, conocer esta proteína es «un paso fundamental» en la investigación, porque se ha identificado un gen potencialmente responsable de infertilidades humanas y del síndrome de Down, pero no sirve para curar ninguna enfermedad. «Es un avance más en una investigación más amplia», manifiesta el científico del Centro del Cáncer, antes de afirmar que las alteraciones en este gen son asintomáticas: «Las personas que lo portan no tienen ningún problema de salud, excepto que serían infértiles, pero no afectaría a su capacidad a la hora de tener relaciones sexuales».

El investigador es consciente de la magnitud de la investigación sobre todo para aquellas parejas que buscan tener niños y no saben por qué su sueño no se hace realidad. «Pretendemos generar un catálogo de genes cuyas alteraciones provocan esterilidad y así evitar pérdida de tiempo y frustración asociada a los tratamientos de reproducción asistida, ya que de llevar una mutación en estos genes será imposible concebir una criatura», sentencia. En su laboratorio, en el que trabajan seis personas, hacen análisis de familias con infertilidades hereditarias para buscar nuevos candidatos. «Si hubiéramos encontrado una mutación en este gen no sabríamos si sería responsable, porque hasta hace poco no conocíamos qué modificaba. Ahora cualquiera que halle una mutación en esta proteína asociada a infertilidades, inmediatamente podrá determinar que es la causante del problema».

Por ello, dice que el avance es «conocimiento y consejo genético». «Poder decir a una pareja que no entre en ciclos de fertilización in vitro porque va a ser imposible lograrlo es muy importante, puesto que así podrán buscar un donador y analizar si el problema es del hombre o de la mujer». Hasta hace poco no había remedio y este paso es «muy relevante» en el campo de la reproducción asistida, concluye el científico.

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