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Los neumáticos siguen siendo una característica de seguridad esencial para todos los vehículos futuros.
Los únicos elementos del coche que están en contacto continuo con el asfalto son los neumáticos, los verdaderos zapatos del vehículo y a los que en determinadas ocasiones no les prestamos la debida atención. Mantenerlos en buen estado y saber sustituirlos a tiempo es fundamental para evitar algún susto en carretera o sufrir un accidente.
Muchos de estos percances se deben a una falta total de mantenimiento, tratando de estirar más de la cuenta su vida útil, lo que conlleva un riesgo absolutamente innecesario. Aunque la comercialización de neumáticos está creciendo en Internet y parece haber más conciencia sobre el tema, no está demás recordar unos consejos útiles que nos pueden salvar la vida.
Mantén a punto tus neumáticos siguiendo estas normas
Siempre hemos de conocer que la vida de un neumático ronda los 50.000 kilómetros, aunque esta cifra puede variar dependiendo del tipo de terreno y la conducción que se practique. Conviene hacer notar que la goma de un neumático se va deteriorando con el paso del tiempo a pesar de que nuestra conducción sea impecable, con lo que se aumenta el riesgo de reventón o de fallo. Y la verdad es que sufrir uno mientras se conduce por autovía no es plato de buen gusto, porque no todos los conductores saben reaccionar a un inconveniente de este tipo. Un reventón de una rueda alta velocidad puede tener consecuencias fatales, y quienes lo han sufrido pueden dar fe de ello. Todo por no tener los neumáticos en óptimas condiciones de mantenimiento.
Cada mes si o si hay que revisar la presión de los neumáticos, es un proceso muy sencillo que no nos llevará más de cinco minutos y que podemos realizar en cualquier gasolinera. Previamente, habremos de fijarnos en cuál es la presión recomendada para nuestros neumáticos. En el manual de usuario del coche siempre viene referido, igualmente podremos encontrar esta información en una pegatina que se coloca en el Marco de una de las puertas. Bastará con ir a la gasolinera, introducir la boquilla del aire en cada cubierta y llevarla a la presión deseada. Además, la presión de los neumáticos siempre ha de comprobarse antes de salir de viaje y en frío, nunca en ruta, pues dará lecturas erróneas.
Bastará con ir a la gasolinera, introducir la boquilla del aire en cada cubierta y llevarla a la presión deseada . Además, la presión de los neumáticos siempre ha de comprobarse antes de iniciar un viaje, especialmente en verano, que es cuando las gomas sufren más. En todo caso, si no queremos realizar esa tarea a las ocho al mismo, en cualquier taller lo solucionan en cuestión de minutos. Si los neumáticos están bajos de presión, se desgastarán más por los francos, y se lo llevamos a una presión excesiva, aumentaremos el riesgo de reventón y se desgastarán más por la zona central.
El dibujo, el gran olvidado
Igualmente, habremos de fijarnos en la profundidad de las marcas o dibujos de los neumáticos en las bandas de rodadura. Las gomas habrán de ser sustituidas cuando la profundidad de estas sea de 1,6 milímetros, pero tomaremos esta medida como tope que no debemos traspasar. Llegando a los 2 milímetros de profundidad ya es un aviso de que hay que cambiar las cubiertas.
Conviene hacer notar que nuestra manera de conducir influye en la manera en la que se comportarán los neumáticos. Si conducimos de manera muy deportiva o agresiva, las gomas sufrirán más y se desgastará con una mayor rapidez, pero si por el contrario nuestra conducción es pausada y. tranquila y evitamos los frenazos, tratando de cuidar los neumáticos, estos se comportarán mejor durante más tiempo y nos proporcionarán mayor seguridad.
Hay un detalle que muchas personas no cuidan pero que influye siempre en el estado de los neumáticos. Si no movemos el coche durante mucho tiempo, la zona del neumático que está en contacto con el suelo sufrirá de mayor desgaste. Para ello, si nuestro coche no lo utilizamos mucho o va a estar bastante tiempo parado, es conveniente moverlo aunque solo sea por unos metros cada cuatro o cinco días. Estaremos evitando daños al neumático y, por tanto, ganando en seguridad.
Mantenerlos limpios, un plus
Por último, no descuides la limpieza de tus gomas. El barro, la suciedad o incluso el salitre si vivimos en una zona de costa termina pasando factura a nuestras cubiertas. Cuesta muy poco hacer una visita a la gasolinera y realizar una limpieza con agua pulverizada, o bien darle con una manguera con algo de agua y jabón.
Así conseguiremos eliminar todo rastro de suciedad a la vez que quitamos pequeñas piedrecitas o elementos que puedan interferir en la vida útil de la goma.
Como puedes apreciar, cuidar de las ruedas de nuestro coche es cuidar de nosotros mismos, porque no hay elemento más frágil pero a la vez más importante que las cubiertas.