Diario de Valladolid

Adiós a Deliciano Rueda, el 'presidente' del Promesas

El ex directivo y candidato a la presidencia del club fallece a los 83 años

Deliciano Rueda, junto a Caminero y Onésimo, de espaldas.

Deliciano Rueda, junto a Caminero y Onésimo, de espaldas.MONTSE ÁLVAREZ

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El presidente oficioso del Promesas durante muchos años ha fallecido a los 83. Deliciano Rueda, exitoso empresario en varios ramos y hombre hecho a sí mismo, figura en la historia del Real Valladolid por dos causas principales. En 1990 se presentó a las elecciones a la presidencia del club, siendo derrotado por Gonzalo Gonzalo, que hizo doblete al comandar también el Club Baloncesto Valladolid.

Esta derrota no le apartó ni de su amor por el club ni de las ganas de colaborar con él. Tras la crisis desencadenada en la entidad sólo dos años después, formó parte del grupo de avalistas que salvó al Real Valladolid de su desaparición. No sólo contribuyó económicamente a enderezar el club blanquivioleta, sino que fue uno de los más fieles escuderos del presidente Marcos Fernández en el trabajo diario en la entidad.

Su especialización llegó al hacerse cargo del Real Valladolid Promesas, hasta el punto de ser considerado como el presidente oficioso del filial. Presidía los partidos que jugaba el segundo equipo en casa, acompañaba a los directivos rivales e incluso viajaba con los chavales a prácticamente todos los desplazamientos. Su cariño a los jóvenes jugadores iba mucho más allá y, en las peores épocas económicas del club durante la presidencia de Suárez, daba premios monetarios de su propio dinero a los futbolistas.

Al final de la era Suárez fue apartado del acompañamiento del filial sin explicación alguna, lo que supuso un profundo dolor. No sólo realizaba su labor de manera altruista, sino que le costaba dinero y fines de semana de no estar con su familia. Aun así fue fiel abonado hasta que la salud le impidió acudir a los Anexos, donde ejercía de espectador, y el estadio José Zorrilla. De él se echará de menos su enorme energía, que no disminuyó con la edad, y lo que antes era normal y hoy en día es una virtud: siempre decía lo que pensaba, gustase o no. Se va una buena persona.

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