Diario de Valladolid

BALONCESTO / LEB-ORO

Caramelo balsámico para el Real Valladolid Baloncesto en Melilla

El equipo blanquivioleta, con poco brillo pero mucho más intenso, despierta de su letargo para lograr un triunfo sobre la bocina tras un palmeo de Nwogbo

Encuentro entre el UEMC Real Valladolid y Melilla

Lucha por el balón. N'Guessan y Puidet intentan cogerlo en Melilla.LOF

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El viaje a Melilla, con todas las comodidades posibles para la plantilla (viaje el día antes) suponía otra prueba del algodón para el alicaído UEMC Real Valladolid en los partidos como visitante. Y al menos en esta ocasión, no sin una espectacular filípica o cabreo monumental, con pizarra estrellada contra el suelo incluida a cargo de Paco García, el Real Valladolid baloncesto no fue un azucarillo en otro café. Compitió después de revivir por momentos el ridículo o la peor versión que le había crucificado en partidos y ante rivales, como el de ayer, Melilla, de la clase media. 

El 23-15 del minuto 7 marcó afortunadamente un antes y un después para el equipo blanquivioleta, que en esta ocasión y alentado como no podía ser de otra manera por la ira de su entrenador, despertado de un inusual y extraño anonimato como director del orquesta en los últimos partidos, cambió de imagen... para bien. Y es que con actividad en el cuerpo, todo es más fácil. O al menos eso parece.

El UEMC Real Valladolid, con poco brillo, supo sacar el partido adelante recuperando poco a poco la mejopr versión de Mike Torres, cada día más cerca de lo que fue antes de la lesión. Y con cabeza y determinación, aunque de forma discontinua en defensa por momentos a la hora de tapar el lanzamiento exterior de Melilla, liderado por el ex Valladolid Alvarado, Bouvier y sobre todo Van Dyke.

La actividad defensiva del UEMC Real valladolid tras el descanso fue sin duda determinante. Su presión al balón sirvió para llevar el mando en el electrónico en el desértico pabellón melillense Javier Imbroda. Kovacevic cogió su fusil ante el ofuscamiento de un Schmidt no tan activo como otras veces y el UEMC cogió una máxima de seis puntos (52-58). 

Melilla, lejos de arrugarse y encomendado a la autodeterminación de Van Dyke y Douvier se metió en el partido hasta tal punto de igualarlo llevándolo a un cara o cruz en los últimos compases. Y en ese cara o cruz al UEMC, con peor valoración que su rival (97-80) le salió cara con 80-79 en contra y con las dos últimas posesiones a su favor tras un rebote ofensivo. 

En la última jugada Schmidt ejerció de señuelo, asistió a un gran Puidet en una penetración cuya bandeja fue palmeada casi sobre la bocina por Nwogbo. Triunfo y bálsamo letal (80-81).

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