Diario de Valladolid

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El Pucela despierta a tiempo

Se sobrepone a una soporífera media hora inicial para entrar en el partido y derrotar con justicia a un Tenerife con un solo tiro entre palos, en el minuto 85 / Monchu y Rosa, goleadores

Rosa celebra su gol.

Rosa celebra su gol.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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La frontera entre el éxito y el fracaso en esta Liga es tan fina como la barandilla de Match Point, la obra maestra de Woody Allen en la que el rebote de un anillo en el metal separa décadas en la cárcel, de la libertad y una vida de millonario. Para equipos como el Real Valladolid es la diferencia entre la Segunda y la Primera División.

El mismo Pucela que la pasada semana estaba fuera de la zona de promoción tras hacer el ridículo en Éibar, mostrándose superado en todas sus líneas, es ahora cuarto y a dos puntos del ascenso directo tras derrotar al Tenerife. Incluso si gana la próxima jornada en Santander, podría discutirle el liderato al Leganés en la visita de los madrileños a Zorrilla la semana siguiente, con permiso de Sporting y Éibar. 

Así de loca está una Liga en la que pasas de las rejas a los grandes salones en un santiamén. Y viceversa.  De la falta de calidad general nace la igualdad. Y de ésta, la emoción.

Como la que hubo en Zorrilla. Real Valladolid y Tenerife brindaron una primera parte soporífera en la que los mayores gritos de la parroquia local fueron en la Tribuna de la Zona Oeste, pidiendo a Ronaldo que encendiese la calefacción. Cuando no estás embebido en el juego y te acuerdas del frío, es que poco hay que ver.

Más que poco, muy poco rozando con la nada. Los castellanos no podían y los canarios no querían. El Tenerife adoptó enseguida el rol de sujeto pasivo que con tanta prodigalidad realiza fuera. Su único tiro entre los tres palos, incruento, llegó en el minuto 85. 

El Real Valladolid buscaba los huecos pero no los encontraba, por lentitud y falta de argumentos ofensivos, en especial de anchura y profundidad. Pezzolano estrechó el campo al colocar a Anuar e Iván  Sánchez como falsos extremos, de forma que el Tenerife gozó de más facilidades defensivas, aumentadas por la falta de desmarques y de tránsito rápido de balón locales.

El Pucela llevaba el mando del partido, agobiaba en porcentaje de posesión, pero no creaba ocasiones.  Se estrellaba ante su falta de ideas, con Meseguer en tierra de nadie, sin conectar con Monchu ni con un Sylla que  bajaba a buscar los balones que otros le debían servir.

El encuentro fue un canto a la nada hasta el minuto 36. Algo hizo entonces click tras las protestas por una presunta mano en el área del Tenerife tras un córner. La acción fue como tomar dos tazas de café cargado, porque el Pucela despertó y comenzó a meter ritmo al encuentro. De la marcha fúnebre se pasó al swing.

Cuatro minutos después, Sylla cabeceó fuera de forma incomprensible un balón puesto por Luis Pérez en el área en  las mejores condiciones, aunque no iba muy fuerte. El senegalés probó fortuna cinco minutos después con un tiro muy duro, bien despejado por Soriano. El Tenerife ni sabía, ni contestaba.

El apunte pucelano del final de la primera parte tomó forma en la segunda. Monchu, Juric e Iván coquetearon con el gol, que llegó por un tiro de Monchu raso, duro, seco y cruzado desde unos metros dentro del área. Los canarios pidieron su anulación porque Sylla, tras sufrir un empujón, estaba tumbado, cerca de la trayectoria de un balón que no llegó a tocar.

El tanto animó el partido y sacó al Tenerife de su cómodo estado de hibernación. Pezzolano se lanzó también a hacer cambios,  por aquello de que el reglamento secreto de entrenadores prohibe hacerlos antes del minuto 60, si no se ejecutan en el descanso. 

Con Moro y Rosa en los extremos su equipo ganó anchura y obligó a  un rival lanzado al ataque a no descuidar su defensa, aunque al final lo hizo. Después de dos ocasiones de peligro de Ángel, revulsivo en ataque, y ese único tiro entre palos, ejecutado por Gallego y parado por Masip a dos manos, llegó el 2-0. Una contra muy bien ejecutada por la diestra culminó con el pase de Luis Pérez a Rosa para que éste soltase un zambombazo cruzado nada más ingresar en el área que acabó en la red de Soriano. Antes Escudero había enviado el cuero al palo tras meter  Soriano la punta del guante, y Monchu certificó otro disparo con el balón saludando al poste.

El triunfo local fue merecido pese a que el fútbol del Real Valladolid no gozó de brillantez. Rara vez la ha exhibido en esta Liga, y quizá ése sea su asidero para la esperanza, viéndole cuarto. Para quedarse ahí o subir más, debe mejorar mucho a domicilio.

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