Diario de Valladolid

FÚTBOL / REAL VALLADOLID

El Real Valladolid, un difunto

Cae de forma vergonzosa ante un Éibar que pudo golear por una diferencia aún mayor / Colapso en todas las líneas sin que Pezzolano fuera capaz de arreglar el desaguisado, con cambios tardíos y estériles

Celebración del Éibar ante los aficionados blanquivioleta.

Celebración del Éibar ante los aficionados blanquivioleta.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Ipurúa prometía ser escenario del duelo entre las estrellas más rutilantes de la Liga en las últimas semanas, pero la pugna no pudo darse. El Éibar compareció. El Real Valladolid, no. Hubo unos cuerpos que se enfundaron su uniforme, pero fue como los fantasmas que se ponen una sábana encima.

Debajo no hay nada.

Los de Pezzolano, él incluido, sobre todo él, adelantaron el Día de Difuntos que se celebra el 2 de noviembre para certificar que los que estuvieron en Éibar fueron almas en pena, espíritus errantes. En ambos sentidos.

Un aspirante al ascenso no puede perder 5-1 en ningún campo. Un aspirante al ascenso no puede hacer el ridículo excepto los diez primeros minutos de la segunda parte. Un aspirante al ascenso no puede tener un entrenador incapaz de ver a los diez minutos por qué derroteros transcurre el partido y no poner absolutamente ningún parche para al menos intentar detener esa sangría de pase en profundidad y tiro que ve un niño de diez años. Un aspirante al ascenso es lo suficientemente inteligente y astuto para darse cuenta de que la suerte está siendo tu mejor jugador y no puedes dejárselo todo a ella, porque se agota.

Porque lo mejor fue el resultado. El partido pudo acabar 8-1. O 10-1. Si no lo ha visto y no se lo cree, obsérvelo. Ahí van unos números. Éibar: 13 tiros entre los palos y 7 fuera. Total 20. Real Valladolid: 2 tiros a puerta y 6 fuera. Total 8.

Pezzolano optó por la defensa de cinco, con Boyomo, Henrique y Torres. Rosa fue lateral zurdo por la baja de Escudero. Juric y Monchu, por delante. El equipo se colocó en bloque medio pero a la vez perdió toda la capacidad de presión en el centro del campo. El caldo de cultivo ideal para surtir de balones a los delanteros locales, con un Soriano que parecía Messi.

John sacó dos balones de gol. El VAR anuló otro a Stoichkov, más legal que ilegal. El mismo jugador envió otro cuero a centímetros de la escuadra. Hasta que Aketxe rompió el mal fario local,  con un tiro ajustado al poste. Siguió el dominio armero y tras un pase de John a Henrique, que se quedó estático, Stoichkov recogió la bola, pasó a Bautista y fusiló. 2-0 al descanso. Lo mejor, el marcador.

La segunda mitad trajo un levísimo hálito de esperanza, como las almas que se resisten a desencarnarse, con el gol de Sylla, de cabeza, que se comió Luca. El 2-1 trajo los mejores minutos visitantes. Incluso Iván hizo soñar con el empate, con un tiro rechazado por el hijo de Zidane. Pero volvió la nada. El mundo de los espectros. Soriano pasó a Stoichkov  para fusilar a John, que antes le había hecho una parada él y otra a Bautista. Con el Pucela más fantasmal de la temporada llegó el gol de cabeza Qasmi, cruzado y tras pegar la bola en el poste. La defensa ya estaba en otro mundo.

La manita se certificó con un penalti transformado justamente en falta por el VAR. John no atrapó el balón, en su único error, y se lo dejó muerto a Rahmani para que embocara.

Quien piense que esto es sólo una derrota, está en otro plano dimensional. El Real Valladolid ha perdido en sus tres visitas a equipos de arriba: Éibar, Espanyol y Zaragoza. Pezzolano tuvo que escuchar de nuevo gritos pidiendo su dimisión por parte de la afición visitante. No es normal cuando se está arriba y habrá que analizarlo. Como el virus de la plantilla. Por ahora el único identificado es el de la decepción.

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