Diario de Valladolid

VILLARREAL-REAL VALLADOLID (EL ANÁLISIS)

La mutación vía Pezzolano: una cuestión de raza y... deseo

ANÁLISIS.- La efervescencia de Pezzolano muta al equipo, y su sistema 5-2-1-2, sorprende a un Villarreal descolocado / Pezzolano, tras su expulsión, acabó el partido encerrado en el vestuario haciendo bicicleta

Pezzolano protesta con efusividad a Iglesias Villanueva. / LA LIGA

Pezzolano protesta con efusividad a Iglesias Villanueva. / LA LIGA

Publicado por
Guillermo Velasco
Valladolid

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‘Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿Qué valdría la vida?’. Esta frase del dramaturgo  Jacinto Benavente resume perfectamente la mutación que ha experimentado el Real Valladolid con Paulo Pezzolano. El entrenador uruguayo, todo carácter, todo pasión, en apenas una semana ha cambiado la cara del equipo. Su pasión, su locura, ya se puede ver reflejada en 'su' Real Valladolid, cuya alma le devuelve de la noche a la mañana a la vida.

Masip lo dijo tras el partido. «El entrenador nos ha metido agresividad y ganas de tener el balón». Así de claro. Pezzolano se desgañita en cada acción como si fuera la última. No importa que apenas se hayan consumido unos minutos. Su lenguaje corporal sin duda ha servido para despertar a un equipo que, al contrario de la etapa de Pacheta, se le ve (no solo de palabra) mucho más seguro de sí mismo e incluso por momentos hasta cómodo pese al sufrimiento vivido en el último tramo de partido ante el acoso y derribo de un Villarreal descolocado.

Basta la carrera maradoniana de campo a campo de El Yamiq en el 0-2 y el espíritu de gladiador de un equipo representado en la figura de Kike Pérez, presente en todas las guerras, para explicar la transformación de un equipo que parecía seco, incapaz  e inútil de cara a portería y que en dos partidos, con Pezzolano, ha metido cinco goles. 

Esa efervescencia que a veces activa a los jugadores insuflada desde la banda por Pezzolano ha cambiado la cara por completo a un Real Valladolid sin olvidar un sistema de juego (5-2-1-2), de estreno, que también no cabe duda de que ayudó, con Fresneda de lateral pero a pie cambiado, fortaleciendo el eje central defensivo con Hongla (fundamental) de mariscal y con Amallah en el centro del campo de MVP en solo una hora de juego. Justo es decir también que el el equipo de un inmóvil Setién falló lo que falló y que el único pero que se le puede poner a Pezzolano, quizás, sean los minutos concedidos a un Kenedy fuera de sitio y totalmente fuera de forma.

La efervescencia, bendita efervescencia de Pezzolano, se desbordó en La Cerámica en buena parte por esa facilidad de los colegiados de perjudicar al débil o no perjudicar al grande. El 1-2 encendió la mecha para que Pezzolano, al grito de 'Fair Play, Fair Play' se desganitó al ver que el Villareal siguió jugando cuando el pisoteado El Yamiq seguía doliéndose en el suelo.

Cosas del fútbol. Cosas que no cambian. Cosas de un VAR que no pudo entrar en esta jugada porque el árbitro no vio el pisotón y el Real Valladolid sacó el balón jugado. La pregunta es obligado. ¿Qué hubiera pasado si ese pisotón hubiese sido al real madrid o al FC Barcelona? A buen seguro otro gallo hubiera cantado. Pero con el reglamento en la mano el VAR no podía entrar y no entró. Otra cosa es que el Villareal no echara el balón fuera, algo según reconoció Setién al final del partido que nunca hacen vistos los engaños que suele haber en estas jugadas (no es el caso). 

Y tras la injusta expulsión de Pezzolano reclamando un Fair Play que a lo mejor de donde viene sí se aplica (aquí, se ve que no), el técnico charrúa optó por encerrarse en el vestuario para... hacer bicicleta (sí, de paisano para matar los nervios) y no ver el  sufrimiento sumo del final del partido.

 

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