Diario de Valladolid

El Real Valladolid gana en Anoeta y Larin se corona como nueva estrella

El canadiense volvió a firmar el gol de la victoria blanquivioleta / Los de Pacheta suben al decimotercer puesto con 23 puntos

Plata, Larin y Aguado.

Plata, Larin y Aguado.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

Creado:

Actualizado:

Ha nacido una estrella. 57 minutos oficiales le han bastado a Cyle Larin para introducirse en los corazones de los aficionados pucelanos, como si fuese un stent que les permite bombear por fin con fluidez el sueño de la permanencia. Ha marcado dos goles en los minutos finales de dos partidos que han propiciado seis puntos. Pleno absoluto.

Si la semana pasada la víctima fue el tocado Valencia, ayer Larin y sus compañeros se cobraron una pieza de caza mayor. Y nada menos que en su guarida. La Real Sociedad, tercera, cayó de nuevo ante el Real Valladolid, que le ha birlado los  seis puntos de esta Liga.

 

 

El Pucela logró además vivir su primer desplazamiento sin encajar gol y suma ya dos porterías a cero. Un excelente y necesario registro.

 

El nuevo delantero pucelano lleva una media de un gol cada 28 minutos y 30 segundos. Que vengan Mbappé, Haaland o el sursum corda (ya que hablamos de corazones) para mejorarla. Canadá, famosa por sus bosques, la Policía Montada, los alces y el hockey hielo, ha enviado a Valladolid a un representante que parecía contar con difícil adaptación. Pero ha caído de pie. En el fútbol rige el principio no escrito de las monarquías: ‘El rey ha muerto, viva el rey’. A Weissman se le sigue queriendo, pero la corona luce ahora sobre la testa de Larin. King Larin. Don Cyle. Hasta su nombre de pila se adapta perfectamente a esta autonomía.

Pero sería muy injusto depositar en el norteamericano todo el peso de la victoria. La suya es una monarquía parlamentaria y el triunfo ante la máquina donostiarra fue una labor coral. Pacheta urdió un 4-2-3-1 que dio resultado inmediato. Más que por la colocación, por la voluntad de los jugadores. A diferencia de tantos partidos a domicilio desperdiciados, esta vez los jugadores blanquivioleta no fueron tan abúlicos como un adolescente ante las tareas del hogar, ni tan melancólicos como una heroína de Jane Austen. Entraron mordiendo, como fieras hambrientas. No sólo discutieron sino que ganaron la posesión a la Real, que no suele perder porcentajes.

El Pucela entraba bien por las bandas con Machís y Plata, y sacaba rédito de Plano en su posición ideal, la de mediapunta. Pero chocaba con lo de casi siempre: la falta de clarividencia en los metros finales. Su único tiro entre palos fue uno flojo de Kike. 

Los easonenses llegaron menos, pero con más pólvora. Kubo tiró desviado en el área y Sorloth gozó de la ocasión más clara de los locales en todo el partido, al abordar en un mano a mano a Masip. Su balón se fue al poste. 

El Pucela entró áspero en la segunda mitad. La Real le fue ganando el centro en el ajedrez que Pacheta y Aguacil habían planteado. Y llegaron los seis minutos de máxima angustia. 

Sorloth había amenazado antes con un cabezazo y envió en el minuto 59 un tiro de rosca desde el pico del área. El cuero se perdió cerca del poste. Kubo se movía entre líneas como pez en el agua y en el 64 ejecutó un disparo fuerte y seco que obligó a Masip a estirarse para realizar un paradón. Sólo un minuto después el japonés repitió: entró por todo el medio, chutó y el arquero pucelano de nuevo voló para neutralizar el obús. 

El gol local parecía cuestión de tiempo, ya que el asedio comenzaba a ser insufrible. Pero Pacheta acertó con los cambios y Alguacil no. Aguado proporcionó cemento a la zona entre defensa y medular, mientras que Iván Sánchez dio un máster de cómo conservar el balón en los pies.

Y llegó el gol. Plata se llevó un balón dividido y abrió para Luis Pérez, que colgó el esférico al área. Desde atrás emergió, como Poseidón, King Larin, para rematar a la red. ¿Con la cabeza? ¿Con el pie? ¿Con el pecho? No. Marcó con el hombro izquierdo. El canadiense ha anotado dos tantos inverosímiles, ya que el primero fue a la remanguillé, adecuando el cuerpo en una medio caída para impactar con el pie al balón.

El Real Valladolid supo (¡por fin!) controlar el partido en los últimos minutos, en los que apenas se jugó. La Real colapsó y sólo dio un par de sustos. 

Algunos dirán que el Pucela tuvo suerte. Y es cierto. Pero ya ha vivido bastantes reversos de la moneda como para tener encima que pedir perdón. Acuérdese del Cádiz.  El equipo entierra su crisis. Ha salido del pozo y deja de contemplar en la oscuridad tierra húmeda para ver por fin el sol.

tracking